lunes, 29 de octubre de 2007

La sociedad bipolar. 5

Pero no siempre fue así, e incluso se podrá discutir si fue la regla o la excepción. Lo ocurrido en la realidad es que, en ausencia de esos mecanismos de solidaridad y puesto el obrero industrial como individuo a competir dentro de una sociedad libre sólo con su trabajo poco especializado, quedaba bastante lejos de ser visto como “uno de los nuestros” por quienes pudieron obtener el poder político, lo mismo que el señor guerrero y los nobles eran los ganadores en una competición social por los recursos y podían ver al campesino y al artesano como alguien que no podía reclamar poder político.

De cualquier manera, la riqueza y el poder político que los artesanos, comerciantes e industriales habían arrancado a los reyes y nobles y que habían legitimado con la teoría de la libertad e igualdad humanas no se extendía conforme a la fraternidad que figuraba en el lema revolucionario, que podría discutirse si fue mera propaganda o un compromiso real de cohesión. Y en esa situación los obreros industriales comenzaron a ser una nueva clase social con un poder potencial que no se reflejaba en su estatus político y económico, poder que eran capaces de ejercer al depender la producción de ellos. Está claro que el trabajo y su valoración es un asunto teórico que podremos ver más adelante, pero que subjetivamente siempre se verá como poco pagado por el que lo vende tanto como excesivamente por el que lo compra. Así, la sensación para los obreros de estar perdiendo en el juego de la cohesión social era de esperar y tanto más cuanto que las diferencias de riqueza con los propietarios de industrias y comercios eran evidentes.

Y, en efecto, si los seres humanos eran libres frente a la sociedad y el poder, ellos pidieron libertad para manejar el precio de su trabajo y la propiedad de los productos. Pero aquí entramos una vez más en el equilibrio inestable entre libertad y cohesión junto con el de la valoración del trabajo. Si un individuo se considera perdedor en el juego social tratará de ejercer algún tipo de presión para aumentar su parte o tratará de romper el sistema y llegará a la incertidumbre de hasta dónde le interesa presionar y romper visto que la sociedad es un ámbito en que sólo se gana si funciona eficazmente.

Y era evidente también que las ganancias para los industriales sólo podrían tener lugar en una sociedad cohesionada, organizada y en paz. Por lo tanto, si los industriales vivían mucho mejor que sus obreros y gozaban de poder político era en parte, al menos, gracias a una cohesión social cuyo precio sería tan alto como el bienestar de los favorecidos. Y si los industriales compraban trabajo, los obreros implícitamente les hicieron ver que también les compraban cohesión y paz social. Y decidieron subir el precio o fue como si lo hicieran.

El industrial trataba de rebajar el coste para él del trabajo asalariado y el obrero, visto que no podía hacer subir fácilmente ese precio, decidió incorporar al juego la cohesión social. En un principio, los llamados luego socialistas trataron de hacer valer argumentos filosóficos y morales para mejorar la parte de los trabajadores en el juego socioeconómico. Los intentos de reforma pasaban por el cooperativismo y las instituciones de atención social, pero la situación cambia de aspecto radicalmente con la aparición de Marx y Engels. Ninguno de ellos era un obrero y Friedrich Engels menos que nadie, de manera que la toma de conciencia de la clase obrera es nuevamente un montón de palabras. Pero estos dos pensadores con deseos de llevar sus teorías a la práctica encontraron que daban el sentido a una fuerza dispersa y desorientada para transformar ese estado de limitación de la libertad y del bienestar de la nueva clase obrera por parte del poder político y económico y vieron la posibilidad de hacerlo mediante la acción de la fuerza y la violencia y una teoría estructuradora y legitimadora de su acción. Llamaron por lo tanto “utópicos” a los socialistas anteriores a ellos y creyeron haber creado una ciencia y un método de análisis que llevara al socialismo a comprender y transformar la sociedad hacia un modelo diferente.

Si retrocedemos a la caída del Imperio romano, y sin alabar su situación social, es evidente que los señores guerreros germanos que se hacen con el mando acumulan una buena proporción de poder y riqueza, aunque la sociedad fuera esencialmente por sus caminos sin demasiada ayuda ni perjuicio de estos señores que apenas si emprendieron obras públicas ni organizaron la vida social al modo romano. La revolución liberal es el segundo intento exitoso de limitación de su poder y riqueza tras el primero de la Iglesia en el que señores guerreros e Iglesia intercambian la legitimidad del soberano representante de Dios por la de la exclusividad en el campo de la ideología y la socialización. Pero el poder y la riqueza quedan ahora en manos de los nuevos poderosos y es la situación que da lugar al conflicto social por falta de cohesión. Y si la solución podía pasar por ampliar los derechos sociales y políticos al total de la población, gestionando democráticamente los conflictos según los principios de libertad, igualdad y fraternidad, el choque se produce entre quienes se niegan a esa mera extensión de los principios democráticos y quienes renuncian a la democracia como solución y postulan la violencia.

« anterior

siguiente »

No hay comentarios: