viernes, 11 de enero de 2008

La sociedad bipolar. 21

Quizá en cualquier momento se pudo prever que un experimento totalitario estaba necesariamente abocado al fracaso, y la toma del poder por los comunistas de Lenin no podía presagiar otra cosa que dictadura, exterminio de los críticos y disidentes e incapacidad para reaccionar a los errores. No podemos decir que muchos intelectuales vieran esto con claridad, a pesar de que un filósofo de simpatías laboristas como Bertrand Russell (1) advirtiera en 1920 de las posibles consecuencias. Pero parece que hubo que esperar a que Karl Popper escribiera contra el totalitarismo en sus dos obras sociológicas La miseria del Historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos para que se viera claro que no es posible controlar totalmente una sociedad y que de ello no resulte un desastre.

Sin embargo, los primeros intentos de la revolución comunista en Rusia parecían a sus contemporáneos como destinados a un éxito inevitable, como teme Russell en el segundo párrafo que cito, y muchos socialistas de la Europa occidental contribuían a dar una imagen favorable (2) de ella. Tras medio siglo de revueltas poco duraderas, era la primera ocasión en la que un grupo marxista conseguía el poder en un Estado y lo hacía en un escenario caótico común a los países derrotados de una u otra manera tras la Primera Guerra Mundial, como el Levantamiento espartaquista en Berlín, la República soviética de Baviera o la República soviética de Hungría, los tres ejemplos en 1919.

Pero desde la Revolución Francesa y como consecuencia suya había surgido una doble reacción sobre ideas ya antiguas en ese momento y contra las iniciativas más extremistas de los movimientos jacobinos. Las ideas de un orden estamental natural, consagrado por Dios, y de nación como comunidad natural por nacimiento habían estructurado las sociedades durante milenios y eran defendidas por los principales beneficiarios del orden estamental o por quienes temían en esos momentos las consecuencias de las revoluciones liberales en sus versiones más radicales.

La idea de orden natural cumple una función doble: por un lado se relaciona con el orden realmente existente como una teoría con la tecnología que deriva de ella; por otra, orienta la práctica social en el sentido de la conservación de ese orden y contra los intentos de cambiarlo. Los seres humanos poseemos la capacidad de representarnos realidades posibles e imaginar las consecuencias de cada posibilidad. De ese modo, el uso de la inteligencia permite introducir en la acción humana los datos de las experiencias pasadas, las reglas que aparentemente ordenan los sucesos y anticiparse a lo que va a suceder modificando la realidad o nuestra acción frente a ella. Pero eso tiene el requisito de imaginar la realidad ordenada por reglas. Sería inútil imaginar si uno debe atravesar un torrente o no o tender un tronco como puente si no asume como una regla que un ser humano caído a un agua turbulenta va a ahogarse con elevada probabilidad. Por ese motivo el ser humano tiene la necesidad de imaginar los sucesos como reglas, y el comportamiento humano y la comprensión del mundo que integra tienen sentido si y sólo si la realidad sigue, de alguna manera, procesos regulares.

Por muchos motivos podríamos argumentar que las explicaciones más simples de la realidad deben integrar las ideas de acción y de intención humanas ya que esa es la apariencia más inmediata de todas las acciones regulares. Y, quizá por eso, la forma más primitiva de explicación de la naturaleza y la sociedad tiene aspecto de mito sobre seres sobrenaturales o de religión como conjunto de ideas y procedimientos acerca de esos seres y su relación con los humanos.

El concepto de nación como comunidad natural puede extenderse hacia siglos remotos si no se confunde con la idea de que la nación es el sujeto de soberanía, propia de la época de la Revolución Francesa o de que constituye un ente al que los individuos están subordinados. Los griegos en la Guerras Médicas apelaban, por ejemplo, a otros griegos como miembros de una comunidad natural contra los persas, aunque no debe suponerse que en eso estuvieran ausentes otros intereses. La nación es una de las formas de identificarse un colectivo social, del mismo modo que lo puede ser la religión o la pertenencia a una organización política. Pero la esencia de cualquiera de esas ideas es que entre los miembros del colectivo, esté como esté definido, hay un conjunto de obligaciones recíprocas de cada uno en favor de los demás.

Pues bien, tras las guerras que sucedieron a la Revolución Francesa se daban varias situaciones: la necesidad de los reyes y la nobleza de asegurarse la fidelidad de sus súbditos en virtud de un pacto en el que, por derecho divino, las funciones quedaban repartidas de modo desigual, pero quedando el rey y la nobleza obligados a proteger a sus súbditos y éstos a aportar los recursos para sostener el Estado; la necesidad de los campesinos o de los comerciantes de mantener un orden estable en el que no quedar sin recursos y sin ayuda; y, por último, la visión de las guerras que protagonizaban los franceses republicanos o napoleónicos, como una agresión de una nación contra otra nación y no como la pretendida extensión del modelo político revolucionario.

Las ideas que podían estabilizar la situación de cada individuo o clase de individuos serían muy probablemente acogidas como garantías de que esa estabilidad se iba a mantener y debía contar con el apoyo de todos los individuos involucrados en el orden natural o en la comunidad nacional. Y así, por oposición a la revolución protagonizada por colectivos republicanos, se consolidan dos tipos de colectivos que tratan de sobrevivir: los conservadores del orden desigual tradicional o los que apelan a la asistencia mutua entre individuos de una misma nación, sea cual sea el papel social de cada individuo. Y en esas circunstancias aparecerán los defensores de la desigualdad natural y los ideólogos de la nación y de la raza.

Podemos imaginar que esas ideas habían evolucionado durante los años que preceden a la Revolución soviética en Rusia y que alcanzan un momento en el que pueden resultar funcionales para los colectivos que las asumen. Decir funcionales no tiene ninguna relación con decir verdaderas sino con que pueden ser usadas para estructurar un colectivo de manera que tenga una cohesión y una fuerza resultante considerable y dotada de un sentido. En la Europa contemporánea de la Revolución soviética y sus imitaciones fracasadas en Alemania o Hungría, aparecen tres opciones de resistencia a esta amenaza: la profundización y consolidación de un orden democrático más o menos igualitario, las reacciones conservadoras ideológicamente cercanas al modelo de orden natural desigual legitimado por la religión y las que convierten la pertenencia a la nación natural en un nuevo orden totalitario que gobierna la vida del individuo y la de la sociedad y las subordina a un fin caracterizado como el bien de la nación.

En sí, cada una de esas opciones se opone a las demás pues la democracia se enfrenta al orden estamental, y su laicismo choca frecuentemente con la religión que se propone como regla de la conducta individual y social, se enfrenta al igualitarismo antidemocrático de los comunistas y al orden totalitario de los nacionalismos y éstos se oponen unos a otros por igualitarios, por internacionalistas, por ateos, por religiosos y, en conjunto, a la democracia liberal por débil, por individualista o por irreligiosa. Sin embargo, la sucesión de hechos históricos tiene que ver con el papel que cada opción da a la violencia.

La Historia de las ideas políticas debe investigar cómo determinadas personas asociaron los nuevos descubrimientos de las ciencias a sus preferencias, sus intenciones o sus temores porque no creo que la conexión de unas ideas con otras pueda disociarse de azares históricos incluso relativos al carácter o la historia personal de los individuos involucrados. Por ejemplo, el papel de darwinismo como sostén de la visión científica de la vida se opone en la opinión de otros al igualitarismo. Cada idea no es (creo que podría decirlo en general de todas) una mera fantasía o algo disociado de la realidad más cercana sino la base de un patrón de conducta y, por lo tanto, cada idea interfiere con otras en función de una resonancia o disonancia cognitiva, reforzándose o debilitándose unas a otras de manera que el comportamiento que refuerza a otro y es reforzado por él es más estable y preferido que el que nos condena a una contradicción irresoluble. La idea de igualdad irá contra los intereses de alguien que obtiene sus beneficios de la desigualdad y, por lo tanto, las mezclas al azar de ideas variadas persisten o se destruyen por su coherencia o falta de coherencia y el noble mantendrá con mayor convicción la idea de un orden desigual natural divino o biológico que la de la igualdad natural de los seres humanos. Pero, por lo demás, podríamos considerar que las ideas se barajan en las mentes de los individuos y salen unidas en diversas combinaciones al azar antes de ser así seleccionadas.

Ahora bien, la circunstancia definida por las revoluciones soviéticas constituye un factor de selección de unas ideologías marcadas por la violencia y por la exigencia de un orden radicalmente distinto del liberal o del conservador como el único capaz de resistirlas. Si los intelectuales comprometidos con la democracia creían probable o inevitable el triunfo de las revoluciones soviéticas no es extraño que algunos grupos opuestos a tales revoluciones y que no encontraban en la democracia y el liberalismo una fuerza suficiente que oponer al comunismo creyeran que sólo la violencia y un orden social cerrado podía dar esa fuerza de un modo eficaz. La democracia liberal creía que un orden social abierto y racional era la única manera de oponerse al totalitarismo. Los conservadores podían creer que la solución venía de un orden tradicional en el que la religión moderaba los conflictos humanos y su superioridad natural personal era la garantía de una dirección sabia y capaz de los asuntos sociales por encima del caos al que creían condenado al simple pueblo. Pero los grupos que desconfiaban del individualismo y cuya fe en la nación venía acompañada de una irreligiosidad de fondo encontraron en la idea de la nación formada militarmente bajo un liderazgo de hierro la manera de sobrevivir a un periodo que veían como una decadencia inevitable bajo la democracia individualista, la inoperancia conservadora y el caos soviético. Y las ideas están extendidas por la población no porque sean verdaderas sino porque mucha gente cree que lo son o se comporta como si lo creyera.


Nota 1:
To understand Bolshevism it is not sufficient to know facts; it is necessary also to enter with sympathy or imagination into a new spirit. The chief thing that the Bolsheviks have done is to create a hope, or at any rate to make strong and widespread a hope which was formerly confined to a few. This aspect of the movement is as easy to grasp at a distance as it is in Russia—perhaps even easier, because in Russia present circumstances tend to obscure the view of the distant future. But the actual situation in Russia can only be understood superficially if we forget the hope which is the motive power of the whole. One might as well describe the Thebaid without mentioning that the hermits expected eternal bliss as the reward of their sacrifices here on earth.

I cannot share the hopes of the Bolsheviks any more than those of the Egyptian anchorites; I regard both as tragic delusions, destined to bring [16]upon the world centuries of darkness and futile violence. The principles of the Sermon on the Mount are admirable, but their effect upon average human nature was very different from what was intended. Those who followed Christ did not learn to love their enemies or to turn the other cheek. They learned instead to use the Inquisition and the stake, to subject the human intellect to the yoke of an ignorant and intolerant priesthood, to degrade art and extinguish science for a thousand years. These were the inevitable results, not of the teaching, but of fanatical belief in the teaching. The hopes which inspire Communism are, in the main, as admirable as those instilled by the Sermon on the Mount, but they are held as fanatically, and are likely to do as much harm. Cruelty lurks in our instincts, and fanaticism is a camouflage for cruelty. Fanatics are seldom genuinely humane, and those who sincerely dread cruelty will be slow to adopt a fanatical creed. I do not know whether Bolshevism can be prevented from acquiring universal power. But even if it cannot, I am persuaded that those who stand out against it, not from love of ancient injustice, but in the name of the free spirit of Man, will be the bearers of the seeds of progress, from which, when the world's gestation is accomplished, new life will be born.


The Practice and Theory of Bolshevism. Part I. The present condition of Russia. I. What is hoped from bolshevism. (Subir)

Nota 2:
Even those Socialists who are not Bolsheviks for their own country have mostly done very little to help men in appraising the merits or demerits of Bolshevik methods. By this lack of courage they have exposed Western Socialism to the danger of becoming Bolshevik through ignorance of the price that has to be paid and of the uncertainty as to whether the desired goal will be reached in the end.

Obra citada. (Subir)





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3 comentarios:

my blue eye dijo...

Por fin he podido seguirle leyendo con detenimiento. Sólo quería hacerle una matización, aunque puede que errada: la idea de un orden natural, que usted ha descrito muy acertadamente, también ha tenido consecuencias reformistas. Tanto Locke como Rousseau se oponen a la creación hobbesiana de Leviatán desde la idea de un orden natural que, en el caso de Rousseau, ha sido violado y que, en el caso de Locke, continúa sin mayor oposición que la de la Revolución Inglesa. Locke, que es el fundador de la tradición liberal, dice que son tres las "libertades naturales", la propiedad - que es una extensión del trabajo -, la libertad y la vida. Cualquier régimen que respete estas libertades es una asociación natural; de no respetarlas, no lo será, y la rebelión está justificada. Por lo tanto, la idea de orden natural se utiliza tanto como justificación del status quo desigual y de una sociedad jerarquizada según el mandato divino - monarquía sujeta al Papa - como con propósitos reformistas e incluso revolucionarios. Al menos hasta que viene Hume, en quien creo que usted parcialmente se inspira, y se carga de un plumazo el iusnaturalismo moderno, con lo que hay que buscar otra justificación racional del orden igualitario y democrático y de las libertades civiles.

Sursum corda! dijo...

Mi apreciada blue eye:

Cuando empecé a escribir esto para un foro de internet mi intención era comentar el tema en no más de 1000 palabras: Esencialmente, que la sociedad es un medio necesario para que el individuo alcance sus fines, que el orden de la sociedad implica limitar la libertad y que sin orden social no hay ninguna libertad, pero que como la sociedad está ordenada a lograr esos fines individuales, el intento de imponer un orden que suprima la libertad va contra los intereses del individuo y éste considerará que pierde más sometiéndose a esa sociedad que actuando libremente y se rebelará. Los dos polos: libertad individual y orden social son los dos alrededor de los cuales se mueve de una forma parcialmente caótica la sociedad humana.

Luego, traté de continuarlo mostrando como las diversas ideologías entienden la proporción de libertad y orden de diferentes maneras y recurriendo a diferentes instituciones, cómo el liberalismo comenzó dando el orden por garantizado y acentuó sus exigencias de libertad olvidando las medidas de cohesión social, cómo esa falta de cohesión asustó a los nobles porque perdían sus privilegios y a los pobres que se veían en un mundo incierto y que habían vivido creyendo en un orden natural estamental consagrado por Dios; cómo después la reacción de los trabajadores industriales fue exigir más cohesión aún a costa de libertad ya que no veían que los beneficios de la sociedad liberal les llegaran de forma suficiente y cómo sus revoluciones asustaron de nuevo a las clases medias, trabajadores o campesinos que habían creído que la nación era un compromiso que atravesaba las clases y que obligaba a todos.

Al final se trataba de decir que no hay un orden natural sino un esfuerzo constante de compromiso que salve la libertad que da a cada persona el control de sus propios fines, y por otra parte que salve la cohesión que hace que se puedan conseguir los fines individuales que sólo son posibles viviendo en sociedad. Y que lo que cada uno está dispuesto a pagar en libertad para garantizarse el orden o en orden para garantizarse la libertad está sometido también a una especie de oferta y demanda y no a unas proporciones fijas e independientes de las circunstancias. Por ejemplo, durante la guerra debemos sacrificar nuestra libertad para que podamos sobrevivir y los ingleses tuvieron que someterse a una serie de restricciones y lo bueno es que lo hicieron sin perder sus libertades fundamentales, su Parlamento y sus elecciones, mientras que los alemanes habían sido esclavos de su propio miedo a los cambios.

Podía haber escrito eso y no un montón de páginas, pero ya está hecho.

Y al meterme en más profundidades como lo imprevisible de la evolución de la sociedad y los factores que hacen que cambie o que no cambie, entre lo que pienso y lo que escribo aparecen esas ambigüedades como la del orden natural.
Su matización no sólo no está errada sino que es muy certera porque de lo que escribo se puede entender que el orden natural es el estamental cuando lo que quería decir es que los defensores del orden estamental tiene intereses en presentarlo como orden natural para que parezca inútil y perjudicial tratar de cambiarlo.

Claro está que también los defensores de otros tipos de organización social tienen intereses en presentarlos como ordenen naturales. Por ejemplo, como usted dice, Rousseau y su orden natural del buen salvaje sin sociedad, que lo corrompe; o el liberalismo de Locke que trata de presentar como naturales sus aspiraciones de clase media a que la libertad y la propiedad estén a salvo de la tiranía. Marx también intentará decir que el socialismo ES el orden natural porque todos los demás conducen a la crisis, pero su aportación es mostrar eso, precisamente: que el criterio de un orden óptimo es que no conduzca a crisis destructivas de la sociedad.

Si leemos al Declaración de independencia de los EE UU, empieza su segundo párrafo con un

"Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que están dotados por un Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se cuentan el derecho a la vida, a la libertad y al alcance de la felicidad; que, para asegurar estos derechos, los hombres instituyen gobiernos, derivando sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que cuando una forma de gobierno llega a ser destructora de estos fines, es un derecho del pueblo cambiarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno, basado en esos principios y organizando su autoridad en la forma que el pueblo estime como la más conveniente para obtener su seguridad y su felicidad."

Para ellos, lo natural, lo evidente y, por tanto, lo necesario y deseable es que se respete la vida, la libertad y la forma como cada individuo desea mejorar. También parecen creer que eso es lo natural. Las disquisiciones están, a partir de ahí, en si hay algo natural, en si hay un derecho natural, un estado natural de la sociedad, si lo que llamamos nuestros derechos son naturales y en qué sentido lo son.

También para Tomás de Aquino existía un orden natural de la sociedad que incluía la rebelión contra el tirano

"Es más: un régimen resulta injusto cuando busca el bien privado del gobernante, menospreciando el bien común de la sociedad, de modo que es tanto más injusto cuanto más descuida el bien común. Ahora bien, se descuida más el bien común en la oligarquía, en que prevalece la utilidad de unos pocos, que en la democracia, en que son muchos los que buscan lapropia utilidad; y más se descuida en la tiranía, en la que se busca el bien privado de uno solo. Pues a todo lo común es más próximo lo de muchosque lo de pocos, y más lo de pocos que lo de uno. Por consiguiente, el régimen tiránico es el más injusto de todos los regímenes".

Así que voy a cambiar el párrafo que usted matiza y que dice así antes de leer su comentario

Las ideas de orden natural, consagrado por Dios, y de nación como comunidad natural por nacimiento habían estructurado las sociedades durante milenios

pro esto, que es lo que intentaba decir y que creo más acertado, salvo que usted de nuevo me corrija mis errores.

Las ideas de un orden estamental natural, consagrado por Dios, y de nación como comunidad natural por nacimiento habían estructurado las sociedades durante milenios


Un saludo y gracias por sus comentarios.

Sursum corda! dijo...

Debe decir también que la misma religión cristiana podía apoyar un orden igualitario y que lo que hace que la Iglesia defienda el orden estamental tiene más que ver con el desarrollo de su papel frente al Imperio romano o a su lado y con la procedencia social de los eclesiásticos que con sus principios.