sábado, 16 de febrero de 2008

La sociedad bipolar. 29

En los países desarrollados el crecimiento de la economía ha pasado por la mecanización de las actividades como el medio más eficiente y barato de producción y el desarrollo de la tecnología sólo ha sido posible con personas formadas en ciencias y técnicas cada vez más avanzadas y complejas. Y como la producción es mayor y mejor debido a esa unión de ciencia y científicos, de técnica y técnicos, el precio de su trabajo y el valor de su participación en la economía ha crecido. Este precio que ha debido pagar cada empleador a unos trabajadores que le proporcionan más valor ha debido y podido ser más alto y no sólo en términos económicos, como un aumento progresivo de la riqueza pagada como salario, sino también en términos políticos y sociales.

Parece evidente que cada individuo sólo invierte en su propia preparación si la puede rentabilizar, es decir, si puede considerarla como una inversión que le reporte en el futuro una prosperidad que le compense suficientemente por lo que ha dejado de ganar con su trabajo mientras estudiaba. Por lo tanto, lo que cada individuo pueda invertir en su formación dependerá de la estabilidad del sistema en que vive y de la justicia con la que se le retribuya por su participación en la economía y en la organización social. En el artículo 14 de esta serie habíamos visto que el Juego del Ultimatum (1) explica un comportamiento que se sale de lo estrictamente racional de aceptar cualquier trato en el que se gane algo dado que se tiende a rechazar una ganancia si se percibe que la otra parte gana en una proporción mayor que la considerada como justa. Según este experimento, los individuos sistemáticamente sólo aceptan un trato si consideran que es mínimamente justo, y en una sociedad concebida como aportación de una colaboración o papel social a cambio de un mayor bienestar y seguridad, o en un empleo concebido como entrega de un trabajo a cambio de una retribución económica, los individuos que perciban que son tratados injustamente tenderán a rechazar esos tratos con lo que ni el trabajo ni la estabilidad social podrán continuar. Y las dos cosas son necesarias en una sociedad tecnificada por lo que la negociación a cambio de bienestar y derechos políticos será imprescindible para su estabilidad y funcionamiento. Podemos decir, por lo tanto, que el progreso y las mayores ganancias en todos los aspectos sólo han sido posibles por la unión de ciencia y científicos, de técnica y técnicos, y de democracia y ciudadanos libres.

Es un hecho que no se ha tratado de una evolución sin enfrentamientos violentos, sin intentos de revolución y de involución, y que, si incluimos la totalidad de países con desarrollo industrial los casos del golpe de estado bolchevique, la guerra civil y la dictadura soviética o el auge del fascismo y su difusión por la mayoría de los estados de Europa central y del sur dejan, al sistema democrático como la excepción, refugiado en los países del norte o oeste de Europa, los EE UU y Canadá. Pero son esos países, precisamente, donde la industrialización y el libre mercado habían aparecido, habían arraigado antes y habían dado sus mejores frutos económicos y sociales. En todo momento, una mayoría pudo pactar antes que llegar a la destrucción del sistema porque una mayoría lo veía ventajoso y así se extendieron los derechos y el voto hasta la totalidad de la población adulta, y la garantía del Estado a unas condiciones de vida mínimas.

El entusiasmo suficiente para que la población de un país esté dispuesta a participar en su defensa no es, sin embargo, exclusiva de un sistema democrático ya que la religión o el nacionalismo pueden movilizar en una misma dirección los sentimientos de manera tan eficaz o más que el bienestar y la libertad. Podemos ver que en las regiones más atrasadas del planeta las minorías en el poder usan la cohesión religiosa o étnica para conseguir la unidad de masas de gente en el conflicto de cualquier tipo o en la guerra y la resistencia militar de los alemanes bajo una dictadura nazi no se hundió espontáneamente sino bajo una enorme presión. Tampoco hubo conflictos sociales internos en la URSS y que provocaran, aceleraran o actuaran en el mismo sentido que la decadencia del sistema sino que afloraron sólo una vez debilitado éste. Parece como si incluso los individuos más perjudicados por un sistema actuasen antes usándolo contra otros ajenos a él que contra los que mantienen la estructura si su acción a corto plazo les supone una ganancia, salvo quizá hasta donde entra en funcionamiento el mecanismo psicológico del Juego del Ultimatum. Pero lo frecuente son los enfrentamientos violentos interétnicos o intersectarios y no los internos. Sólo cuando la sociedad se estructura de una manera compleja y aparecen formas de encuadramiento y acción, no muy diferentes en la realidad de su esencia y funcionamiento de las etnias y sectas religiosas, los obreros o los comerciantes forman partidos políticos antagónicos capaces de modificar la estructura social. Mi hipótesis, no obstante, es que estos movimientos no integran necesariamente realidades sociales sino opciones en las que participan individuos de todas las clases sociales que piensan, como decía Marx, que "se adhiere(n) a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir". (2)

No se trata, por lo tanto, de nada diferente a como una serie de individuos de una sociedad atrasada se unen al grupo étnico o religioso que creen que les defiende y que puede ayudarles a salir victoriosos en el conflicto. Lo definitivo no es ser obrero o industrial, católico o protestante, hablante de una u otra lengua, sino formar parte, sobre la base de afinidades, de un grupo capaz de proporcionar algo valioso cuando se le ofrece el compromiso personal. En la búsqueda de la supervivencia o aun del éxito, el individuo entrega parte de su vida si con esto cree que va a encontrar una situación mejor que no haciéndolo. La diferencia estriba en que una ideología u otra proporciona un sentido diferente a la agrupación social y a su función, y mientras un grupo sectario lucha porque los del otro asesinaron a su profeta como símbolo que encubre la necesidad de agruparse con unos contra otros en un mundo limitado y lleno de conflictos, los de un partido político lo pueden hacer porque creen -o dicen creer- que luchan por una forma de sociedad justa o porque en realidad tan sólo lo están haciendo como agrupación de unos contra otros por unos recursos limitados.

Las luchas sociales no se producen entre clases definidas sólo por su papel dentro del sistema productivo sino que tales situaciones generan unos intereses similares en un conjunto numeroso de individuos y dan sentido a sus conflictos gracias a veces a ideólogos que no pertenecían de partida a esa clase. En los partidos comunistas se pueden encontrar obreros pues son los perjudicados en un determinado momento del sistema industrial, pero a su cabeza se pueden encontrar un Marx, filósofo y periodista, o un Engels, hijo de un industrial, o toda una variedad de personas de la procedencia más diversa. Por otra parte, se puede encontrar obreros o industriales o militares en los grupos religiosos o ideológicos más variados pues la acción humana está más orientada por sus fines que por su procedencia.

Parece, por tanto, que el sistema democrático de los países desarrollados ha sido visto por muchos como un fin deseable y ha orientado las negociaciones que lo han modificado hasta el estado actual o que pueden seguir modificándolo de aquí en adelante. Pero la razón de su éxito es también que se ha tratado del sistema más eficaz gestionando los recursos y que ha podido sostenerse con más firmeza y desarrollar más fuerza que sus competidores. No fue la fuerza de la razón la que dio la victoria a los aliados sobre los nazis sino la pura razón de la fuerza, pero esa fuerza consistía no sólo en sus industrias sino en una sociedad organizada de modo sólido y eficaz con el consenso de sus ciudadanos y no guiada de modo delirante por un jefe absoluto. Pero ¿será capaz de afrontar el futuro de manera que gestione pacíficamente sus conflictos y que sobreviva a ellos?


Nota 1: Explicación del experimento llamado Juego del Ultimatum  "Ultimatum Game" en Wiki  (Subir)

Nota 2: Ver: Mf. Com. I Burgueses y proletarios (Subir)


7 comentarios:

Carlos Suchowolski dijo...

Ya he leído lo bastante de tu trabajo como para hacerme con una visión crítica y nuclearmente opuesta a tu subyacente enfoque, algo que ya habrás podido extrapolar de los analisis parciales que me han permitido algunas de tus apreciaciones sueltas. Esta vez no volveré a aplicar ese sistema sino que intentaré darte una síntesis de lo que nos distancia globalmente, aunque sin duda los detalles y el análisis crítico de cada uno nos permitiría sacar mucho más partido a ambos con múltiples partidas de ping pong que seguramente darían una luz más concreta y aumentarían nuestras capacidades para dar cuenta de las cosas y de "su Estado" (el de las cosas).

Ante todo, diré que nos son comunes los sentimientos más que la lógica, las pasiones más que la reflexividad, y esto es tal vez lo que nos ponga lo suficientemente cerca como para que nos enriquezcamos mutuamente con los respectivos aportes que pudiésemos darnos.

Pero vayamos al eje, o núcleo, de las diferencias, al menos tal como yo las veo. En esto creo que será sintético o al menos más escueto, aunque quizás un tanto críptico. No obstante, estaré dispuesto a aclarar lo que pueda interesarte y todo aquello que pueda dar lugar a malentendidos o interpretaciones de uno que el otro no comparta, etc.

Básicamente, pues, creo que tu "lectura" de la historia y de la sociedad "democrática", tal vez para tí la otra cara de la "avanzada de occidente" (no te cito sino que entrecomillo lo que considero eufemístico) es una "lectura" INGENUA o IDÍLICA. Esto, si no me equivoco, lo adolecería al hecho de existir un aparente apriori (al discurso en sí) consistente en considerar "el diálogo democrático" como la vía regia del "progreso" humano. A lo que, además, se añade una visión maniquea o superficial, de los que son las supuestas "entidades", a fin de cuentas culturales, en juego, es decir, eso que llamas "clases", "pueblos", "grupos sociales", etc. Y no digo que no diferencies componentes internos, pero esta diferenciación, en tu discurso, no tiene efecto alguno, es meramente descriptiva y no funcional; casi no existe sino como texturas que caracterizarían o describirían esos "objetos" que serían los "actores reales" de la historia (de nuevo, para que quede claro, "los pueblos", etc.)

Desarrollar mi punto de vista podría significar un ensayo (que quizá tendré o debería de abordar a pesar de la pereza que esto me produce, lo confieso) así que, como dije, sólo dejaré apuntada la diferencia básica o nuclear que observo en un sentido global.

Para ilustrar no obstante mi propio enfoque, lo aplicaré a vuelo de pájaro sobre los dos puntos globales que he mencionado. Esto te dará más chicha donde incar el diente si acaso:

La "democracia" (de los países avanzados) es para mí una consecuencia de un "estado de equilibrio de fuerzas en permanente lucha", fuerzas que se están todo el rato reagrupando parcialmente, de la que constantemente desertan unos y a las que se integran otros, que de ser por ellas establecerían un dominio absoluto y totalitario, lo que las demás y la situación en sí de la lucha mencionada no se lo permite. Esas fuerzas, para mí, no sólo resultan "entidades diferenciales" respecto de las demás de su "nivel" sino que están estratificadas de manera también variable y experimentan dentro sus prpìas luchas, dando lugar a subdominios o subhegemonías que pueden y consiguen más de un vez afectar los resultados de la lucha en el "nivel" superior... Y así sucesivamente. Este enfoque, creo, permite alejarse de los estereotipos y las definiciones dogmáticas o simples en las que al final se cae cuando se impone una "estructura" conceptual a la realidad desde un ángulo ideológico (no uso esta palabra como sinónimo de intereses políticos, etc., aunque, del mismo modo que pienso que aquello da lugar a dogmas, digo que también acaba dando lugar a posiciones políticas, es decir, a una intencionalidad consciente o inconsciente de búsqueda de hegemonía, poder, etc.)

Y hasta aquí el ejemplo con mis mejores intenciones aclarativas de mi punto de vista. No he podido ser más breve.

Hasta la próxima,
Carlos.

Sursum corda! dijo...

Dos comentarios al tuyo:

1/ "considerar "el diálogo democrático" como la vía regia del "progreso" humano."

El progreso humano ha tenido lugar durante milenios y en pocos sitios y momentos ha habido democracia, pero sí creo cierto que la democracia al posibilitar que los conflictos se resuelvan por el diálogo libera las mayores potencialidades de las sociedades humanas.

Todos los esfuerzos perdidos en combatirse y en reconstruir lo destruido, en el odio y el rencor, empleados en construir y en mejorar.

El hecho es que en vez de destruirnos, cuando usamos el diálogo democrático progresamos.

2/ "no digo que no diferencies componentes internos [en "eso que llamas "clases", "pueblos", "grupos sociales" "], pero esta diferenciación, en tu discurso, no tiene efecto alguno, es meramente descriptiva y no funcional.

Me alegro de tu observación en este punto porque es fundamental y deberé explicarlo de nuevo en otra ocasión.

En mi opinión las estructuras tienen un origen doble: por una parte el desarrollo económico y social que hace posible sustentar más gente en el mismo territorio y que haya funciones especializadas económicas y sociales; por otra, la tendencia humana a formar grupos organizados donde se busca vivir mejor que aislado y que se estructuran mediante ideologías compartidas.

Por eso ser trabajadores o nobles no implica formar una clase más que en un sentido obvio, pero no que los fines sean compartidos o que lo sea la ideología. Así que se crean distintos grupos, distintas visiones del mundo, distintas estrategias.

Lo importante, una vez llegados aquí, es decir, a una sociedad desarrollada que se hace compleja y dentro de la cual se subdividen los grupos y entran en conflicto, es cómo se gestionan los conflictos y qué grupos, ideologías y soluciones pueden triunfar en ellos.

No creo que mi visión sea precisamente idílica sino que reconoce que poco se ha logrado por ser una buena idea sino sólo a través de duras confrontaciones y por haber podido salir victorioso en ellas. Y que si se pierde la fuerza social se pierde todo, se tenga razón o no.

Gracias por el comentario y espero tener un rato para seguir un poco más.

surscrd

Carlos Suchowolski dijo...

Por puntualizar con un dispersión cero:

"cuando usamos el diálogo democrático progresamos"

Pero EN LA REALIDAD (de ahí mi acusación de "idílico")ese diálogo sólo fue posible mientras los conflictos de mantenían en estado larvado, ya sea porque la "relación de fuerzas" decisiva era pareja o estaba compensada, ya sea porque existía un enemigo ex puertas muy amenazador, ya sea porque el "sucesor" del "dominante" no estaba aún del todo preparado... Y esto sin contar conque ese "diálogo" era interno al GRUPO... grupo que a su vez estaba EN GUERRA (fuese la fase de la misma la que fuese) con los DEMÁS GRUPOS.

Etcétera...

En todo esto hay una base genética y evolutiva. La moral no determina la vida sino la vida la moral (parafraseando a Karl y por hacer un ejercicio más narrativo que conceptual, aunque...)

Prueba ver las cosas con este enfoque, un tanto "copernicano" por lo de poner las cosas del revés para ver cómo funcionan, y dime qué piensas de esto en concreto, por centrarnos.

Un saludo muy afectuoso y agradecido.

Nacho dijo...

Joder, no quiero "manchar" la discusión, pero que trabajo más tremendo has hecho (en general). Parece muy interesante intentaré leerlo desde el principio (¿es requisito?) y aportar a la discusión.

Sursum corda! dijo...

Carlos:

No puedo ser tan pesimista pues parece que crees que la democracia fuese un sistema adoptado a desgana y sólo mientras no se puede imponer la violencia.

En las sociedades siempre hay ideas diversas, unas son violentas y dominantes y otras son pacíficas y dialogantes. Y cuando, después de siglos de ideas y prácticas violentas y dominantes, se pusieron en práctica las que preconizan la paz y el diálogo se vio que los resultados eran mayores y mejores y que las sociedades basadas en ese modelo eran más estables, más productivas y más fuertes contra sus enemigos.

Naturalmente un grupo democrático puede estar en guerra contra otros grupos, pero lo estará si es atacado o puesto en peligro por un grupo agresivo y dominante. Entre grupos que preconizan la paz y el diálogo, las relaciones mutuas serán pacíficas y dialogantes tanto como lo son internamente en cada grupo.

También puede suceder que el grupo democrático se vea atacado por grupos de su interior que tratan de imponer violentamente o de forma traicionera una situación antidemocrática, es decir, de violación de derechos, bien como ataques contra los individuos y sus derechos, bien como ataques a la estructura política. Y lo adecuado es estar en guardia contra estos ataques y desafíos, prevenirlos y contrarrestarlos.

Pero es tan propio de la naturaleza humana ser agresivo o egoísta como pacífico y cooperativo, y tan propio de las sociedades humanas ser democráticas como despóticas. No se puede ser un ingenuo que crea que la bondad se ha instaurado ya para siempre en la Tierra ni tan receloso que se crea imposible un periodo de paz y prosperidad.

Un saludo.

Sursum corda! dijo...

nacho:

Me alegraré de que aportes todo lo que creas oportuno. Mis ideas siempre son provisionales, a la espera de otras mejores o de que choquen contra los hechos y haya que desestimarlas por falsas o insuficientes.

Toma todo como hipótesis suficientemente apoyadas por los hechos y el razonamiento, pero sólo en función de ese apoyo. Casi nada es evidente ni carente de sombras.

Carlos Suchowolski dijo...

Más allá de que se trate de una forma de democracia "superada" por la historia, os remito a una relectura de La República, libro 8, sobre las causas que en esa época (sin duda en la que precisamente se "descubrió" el "sistema")se consideraron CAUSA del establecimiento de la DEMOCRACIA. Entonces (al menos; y ya me direis si esto no sucedió en Francia, Inglaterra, etc. en el siglo XVIII y en qué medida, y si no ocurre constantemente hoy), entonces, repito, sin duda estaba en la base el conflicto y no un acuerdo previo o un diálogo previo o algo previo al conflicto y la lucha por el poder y... ¡mirad por dónde!... el objetivo de REDISTRIBUIR la riqueza acumulada.
(Nota, acabo de empezar a leer a Strauss, apenas unas páginas, pero sin duda me resulta muy atractiva su recomendación de releer a los griegos con una visión desprejuiciada en relación a la impostura racional contemporánea. Esto al margen de que coincida con "sus compromisos asumidos" ya que se ve que yo tengo "otros").