tag:blogger.com,1999:blog-11095849456953986282024-03-13T19:07:39.197+01:00Sursum corda!Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.comBlogger61125tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-52328529696787588952012-12-04T19:24:00.002+01:002012-12-04T20:02:41.808+01:00La historia de la Tierra. The History Channel
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=VXty9XMDwDw"target="_blank">Capítulo 1</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=oYhJs9NAwEU"target="_blank">Capítulo 2</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=_87_pkMm2hg" target="_blank">Capítulo 3</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=DLSlcQMQ3jQ" target="_blank">Capítulo 4</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=id_m-MZXDv8"target="_blank">Capítulo 5</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=AtMupDcYpQs"target="_blank">Capítulo 6</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=yg6H781uynQ"target="_blank">Capítulo 7</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=4qSt9IadXGI"target="_blank">Capítulo 8</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=Ovt1DLHHVVM"target="_blank">Capítulo 9</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=jv25SYq0sd4"target="_blank">Capítulo 10</A>
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<A HREF="http://www.youtube.com/watch?v=8XLbw9gX3bg&list=UL"target="_blank">Tectónica de placas 1 a 5</A>
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Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-38152022455029512252012-12-03T20:15:00.000+01:002012-12-04T20:50:02.470+01:00La Atlántida en Santorini<iframe width="420" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/EaTuZuwVjVo" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
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<iframe width="420" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/687hs1s_tbg" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-13562705476612088192008-07-08T18:35:00.059+02:002010-02-13T16:53:03.442+01:00La sociedad bipolar. 32En una sociedad moderna, segmentada y democrática, los partidarios del modelo social se organizan para gestionarlo y defenderlo, los partidarios de cambiarlo tratan de ganar más partidarios para ese cambio y los que desean destruirlo tienen casi siempre las garantías para tratar de hacerlo desde la libertad o la impunidad que este modelo les garantiza. Debido a los cambios, las crisis, los efectos de malas administraciones o simples escándalos propios del espectáculo, el gobierno pasa de unos partidos a otros y sus estrategias varían si tratan de alcanzar el poder o de conservarlo, pero por lo general todos ellos ofrecen diferentes modelos acerca de la libertad individual y la capacidad de intervención de las leyes y el Estado en esa libertad de acuerdo con factores diversos. Por ejemplo, los partidos considerados desde el centro a la derecha son partidarios de la libertad individual, pero creen positivo el control del Estado y las leyes sobre formas de comportamiento que, por el contrario, los partidos desde el centro a la izquierda tratan de liberalizar mientras que intentan someter a control precisamente lo que los anteriores deseaban mantener lejos de las manos de los poderes públicos. En ocasiones convicciones o compromisos de principios ideológicos llevan a tales cosas, pero en otras -y estimo que con frecuencia- es la simple táctica del momento la que orienta las preferencias y los programas.<br /><br />Pero hace tiempo que los partidos de izquierda democrática dejaron de ser revolucionarios ya que han comprobado que la teoría marxista del monopolio del Estado y la economía por parte de un grupo equivale siempre a pérdida de libertad y de prosperidad para todos los demás. Simplemente gestionan las quejas de los descontentos del modelo liberal del mismo modo como por la otra parte los de derecha gestionan la satisfacción de los ganadores. Unos y otros tratan de obtener los mayores beneficios de un sistema que todos consideran como el mejor posible, tal como aumentan los ingresos o los servicios recibidos por un particular o los ingresos y el poder de un político capaz de ponerse a la cabeza del gobierno del Estado. Sería ciertamente ingenuo creer que los planes y actos de un ser humano no están orientados a cumplir sus deseos y expectativas y la única confusión consiste en comprender cómo unos deseos o expectativas irreales pueden ocupar la mente de alguien muy por delante de sus experiencias, aunque esto podemos tratarlo en otro lugar. Así, los planes del empresario, del político o del revolucionario pueden tener o no unos resultados positivos para otro número de personas pero ni su origen ni su éxito tienen relación directa con ello. Su origen siempre será una motivación y un cálculo de costes y resultados subjetivos y su éxito siempre dependerá de que usen los recursos reales de un modo que les permita ampliarse y reproducirse. Pero ni las preferencias o motivaciones de una persona tienen su raíz fuera de ella ni nada subjetivo es capaz de obtener más éxito que lo que pueda lograr en términos prácticos, no imaginados. Unos planes serán altruistas, otros duramente egoístas, pero serán producto de unas preferencias individuales. Unos planes resultarán o no, y beneficiarán o perjudicarán a otros, pero sólo si son realizables en la práctica.<br /><br />Los planes políticos y económicos tendrán por tanto un doble aspecto: la finalidad a la cual se supedita su argumentación y su realización, y su realización efectiva, que depende de que puedan aprovechar los recursos existentes o encontrar los que necesiten. Así, cuando un tipo de política trata de alcanzar una mayor libertad individual es legítimo preguntar quién tiene esa intención individual y por que ésa y no otra. Contemplar la máxima libertad individual como una especie de <i>Sumo Bien</i> al que tiende todo deseo y acción humanos es olvidar que los planes y deseos lo son de alguien, no de una especie de lugar metafísico de los principios. Y, de la misma manera, alcanzar la máxima solidaridad o justicia es algo ligado a que unas personas concretas lo deseen en un momento concreto y no una ley de la Naturaleza. Bien puede suceder que otros pongan la libertad del individuo al servicio del grupo o que su idea de la cohesión social sea esencialmente antiigualitaria. Y, por los mismos motivos, que triunfen unas opciones u otras no depende de una especie de destino inevitable, de una finalidad que se va a ver lograda como si fuera el fruto de un plan bien concebido sino que será el resultado contingente de un Universo que se ha desarrollado de una manera concreta. La idea determinista de que el resultado es único pues depende de un comienzo dado y de unas leyes dadas desde un principio no nos ayuda en mucho pues no conocemos ni ese principio ni nos vemos obligados a admitir que el Universo o las sociedades no estén sometidas a permanentes cambios sin llegar nunca a una especie de fin.<br /><br />Habrá, por lo tanto, políticas que primen la libertad o el beneficio individuales, o todo lo contrario, porque los seres humanos que las proponen y llevan a cabo no son idénticos ni de partida ni tras las experiencias de sus vidas, y triunfarán unas u otras según las condiciones del momento. Los que se consideran beneficiados por una mayor libertad tratarán de desligarse de tantas obligaciones como les sea posible hasta chocar con los resultados negativos de una falta de cohesión social y aceptarán más de una o de otra según sus preferencias y sus expectativas; o los que desean una mayor cohesión social tratarán de controlar un máximo de actividades hasta que la falta de libertad ahogue a la sociedad. O al menos hasta que unos y otros prevean que van a suceder cosas que no desean. El desarrollo de las sociedades y economías liberales implica un mayor número de ideas y de opciones, nada esencialmente distinto de una sociedad o economía planificadas salvo que en un caso el número de apuestas es muy elevado y en el otro muy escaso. Pero toda sociedad que planea su futuro cae tarde o temprano en una crisis, como decía antes. Se especializa para funcionar en un determinado entorno como si éste no fuera variable y lo inesperado supera a veces su capacidad de adaptación. Y nuevamente la diferencia entre sociedades liberales o centralizadas consiste en que las apuestas sean muchas o unas pocas, en que unos triunfen y otros fracasen o en que todos puedan triunfar o todos fracasar. Pero las crisis son inevitables, como de hecho se comprueba. Y en cada crisis, los gestores del descontento tratan de presentarse como los que tienen la solución al problema, cosa que siempre está por ver hasta que se consigue o no.<br /><br />Los partidos más o menos liberales por principio y los socialdemócratas por realismo gestionaban tras la guerra un espléndido progreso, pero cada crisis, cada dificultad era contestada desde la izquierda y, sobre todo, desde la extrema izquierda, con una llamada a los descontentos para cambiar el modelo y los gobernantes. Lo que añadió peligro a la situación hasta el derrumbe de la URSS fue la coincidencia o colaboración de estos partidos con la estrategia de los regímenes comunistas, en especial el soviético. Y estas coincidencias o colaboraciones tenían un triple aspecto: en primer lugar el propagandístico, el uso de los enfrentamientos de este periodo, de las crisis económicas o de las respuestas de los países democráticos para alcanzar el poder por parte de los partidos occidentales o para conseguir unos gobiernos menos beligerantes por parte de la URSS o China, con su apoyo decidido a los partidos comunistas legales o ilegales; el uso de los conflictos en cualquier lugar del mundo para un cerco político, militar o económico; y la financiación del terrorismo y los grupos guerrilleros dentro de los países occidentales. Y fue en este esfuerzo económico y militar donde la URSS se arruinó por un gasto cada vez más elevado y un potencial económico decreciente.<br /><br />Los primeros golpes a los sistemas democráticos europeos vinieron tras la invasión soviética de la Europa oriental, que es aquello en lo que se convirtió el avance del Ejército Rojo contra los ejércitos alemanes. Los apasionados "antiamericanos" suelen atribuir a los EE UU un interés propio para su participación en la Segunda Guerra Mundial, tanto en sus tiempos y lugares como en su desarrollo, pero ignoran, olvidan o más probablemente tratan de que sean otros lo que lo ignoren u olviden, que la URSS firmó pactos con la Alemania nazi y con Japón <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1"></a>, que usó a los partidos comunistas locales como "virreyes" de Stalin en los países invadidos <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2"></a> y que promovió la guerra civil en Grecia <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Nota 3"><b><i>(3)</i></b></a><a name="Subir 3"></a>, donde sus tropas no habían logrado el control para imponer a sus partidarios. Esto es, si duda, lo que se podía esperar de un régimen comunista pues tanto su origen como su papel social e histórico están en relación necesaria de antagonismo con el sistema social, político y económico creado por el liberalismo.<br /><br />Podemos entender las sociedades, sus formas de organización y su evolución como una serie de pactos y conflictos de diverso tipo entre grupos sociales y la evolución de las europeas había llegado a una situación en que grupos de teóricos y activistas políticos y sociales habían creado partidos de base obrera e ideología socialista que aspiraban a dirigirlas. Y los comunistas, entre ellos, hacían de la violencia el método de conquista del poder. Por lo tanto, los sistemas comunistas nacen dentro de los sistemas derivados del desarrollo político, social y económico por oposición a los grupos de organización y poder de las sociedades industriales y mercantiles sobre la base del descontento y la capacidad de organización y de acción de los obreros, y es en esa oposición como expresan su propia esencia y actividad. Y, en cuanto grupos dirigentes de estados de organización moderna, su oposición adquiere eventualmente formas de guerras entre estados, en todas las formas en que esto puede tener lugar.<br /><br />El golpe de estado de los comunistas de Lenin no había tenido lugar en un país puntero en el desarrollo económico ni en el que estuviera asentada la democracia, como podría esperarse de una aplicación estricta de la teoría marxista, sino en uno situado en los márgenes. La toma del poder no vino como resultado de la evolución y las crisis de desarrollo de la sociedad y economía de raíz liberal sino como un asalto aventurero de un grupo decidido a todo en una situación doblemente comprometida: durante la consolidación de un sistema republicano tras la expulsión del poder del Zar y en medio de una derrota militar de los ejércitos rusos ante los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Sus intentos de expansión mundial también tuvieron mucho de azaroso y circunstancial pues comenzaron con unos intentos de seguir el ejemplo bolchevique de la toma del poder en Rusia en los países más en crisis tras la derrota de la PGM, es decir, en Alemania y los restos del Imperio austrohúngaro. Pero estos intentos o fracasaron o dieron lugar al debilitamiento de las democracias y al ascenso de los nacionalismos totalitarios <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Nota 4"><b><i>(4)</i></b></a><a name="Subir 4"></a>. Algo similar ocurrió en China con el enfrentamiento entre nacionalistas y comunistas y la invasión japonesa. La verdadera expansión comunista tuvo lugar tras la derrota de los nacionalismos totalitarios de Alemania, Italia y Japón en la Segunda Guerra Mundial, que permitió a los ejércitos soviéticos la ocupación de toda la Europa oriental y el apoyo a los comunistas chinos, que ganaron la guerra civil.<br /><br />A partir de ahí, los grupos comunistas cuentan con las estructuras de dos enormes Estados y sus recursos en su lucha por el poder, y se enfrentan ya no contra otros ciudadanos de su mismo Estado internamente por su control sino por la hegemonía mundial de los modelos sociales, políticos y económicos, como Estados contra Estados, contando además con las divisiones dentro de los Estados no comunistas y los enfrentamientos internacionales. Es, como decía antes, esperable pues todo fenómeno que no es expansivo se extingue en su mismo origen. La Revolución francesa fue francesa sólo de modo circunstancial y resultaba de conceptos, actitudes y movimientos enraizados en todo el espacio europeo más adelantado. Su desarrollo tuvo también varias fases: desde las moderadas, que aspiraban a limitar el poder absoluto del monarca o sustituirlo por la soberanía de la nación hasta las más extremistas, que llevaron al periodo conocido como "El Terror" <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Nota 5"><b><i>(5)</i></b></a><a name="Subir 5"></a>. En países vecinos a Francia también tuvieron lugar intentos de revolución y encontraron eco las voces revolucionarias, e incluso la Francia revolucionaria trató de extender su acción mediante la guerra, para acabar en un Napoleón que, de ser visto como un revolucionario que extendía ideales republicanos, demostró su voluntad imperial con coronación incluida.<br /><br />La toma de poder de los comunistas en Rusia, especialmente tras la guerra civil, es vista por los distintos partidos de izquierda europeos con distintas perspectivas, desde los marxistas-leninistas, como un ejemplo a seguir y un apoyo a su acción, hasta los situados más al centro, que la ven como una prueba de los defectos de la sociedad liberal que desean transformar. Pero en todos los casos, como algo que transmite un mensaje positivo en su conjunto.<br /><br /><br />incompleto...<br /><br />(\(\<br />(-.-) ZZZZZ<br />o(")(")<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><a name="Nota 1"></a><b>Nota 1:</b><br /><br /><i>Pacto Ribbentrop-Mólotov<br />De Wikipedia, la enciclopedia libre.<br /><br />El pacto de no agresión o también conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov fue firmado entre la Alemania nazi y la Unión Soviética en Moscú por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la Unión Soviética, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Molotov respectivamente. <b>El pacto se firmó el 23 de agosto de 1939, poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial</b>.<br /><br />Términos<br /><br />El tratado contenía cláusulas de no agresión mutua, así como de comprometerse a la solución pacífica de controversias entre ambas naciones, a ello se agregaba una intención de estrechar vínculos económicos y comerciales, así como de ayuda mutua. No obstante el tratado contenía también unas <b>cláusulas secretas</b> (sólo para conocimiento de los jerarcas de ambos gobiernos y no reveladas al público) donde el Tercer Reich y la Unión Soviética <b>definían prácticamente la "repartición" de la Europa del este y central fijando los límites de la influencia alemana y soviética mediante mutuo acuerdo</b>, determinando que Polonia quedaría como "zona de influencia" a repartirse entre ambos Estados, mientras que la Unión Soviética lograba que Alemania reconociese a Estonia, Letonia y Lituania como "zonas de interés soviético", también se comprometían a consultarse mutuamente sobre asuntos de interés común y a no participar en cualquier alianza formada en contra de alguno de los estados firmantes.<br /><br />Efectos<br /><br />La firma de este pacto causó gran conmoción en el resto de Europa, ni siquiera se disminuyó por el hecho de que Stalin hubiera estado intentando negociar una alianza con Gran Bretaña y Francia durante varios meses. Para muchas personas resultaba incomprensible que dos potencias tan enfrentadas pudieran ponerse de acuerdo en un pacto de no agresión amistoso en tan poco tiempo. Especial fue el caso de fascistas en toda Europa que rechazaron semejante acuerdo con un Estado considerado "enemigo" por su ideología comunista, así como de numerosos simpatizantes comunistas que se desencantaron de la Unión Soviética por haber ésta suscrito un "pacto de no agresión" con el régimen nazi que siempre había sido considerado el enemigo a batir.<br /><br /><b>La consecuencia directa fue la invasión conjunta de Polonia por Alemania y la URSS en septiembre de 1939 y el ataque a Finlandia por parte de la URSS poco después. Bajo este pacto en 1940 la URSS además se anexionó Estonia, Lituania y Letonia, y territorios de Rumania.</b></i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_Molotov-Ribbentrop" target="_blank">Pacto Ribbentrop-Mólotov en Wiki</a> <br /><br /><br /><i>Pacto de Neutralidad<br />De Wikipedia, la enciclopedia libre<br /><br />El Pacto de Neutralidad fue un tratado de paz, que puso término a la guerra no declarada entre Japón y la Unión Soviética por la frontera entre el gobierno títere nipón de Manchukuo y la pro-soviética Mongolia, estabilizada tras el triunfo del mariscal Zhúkov en la batalla de Khalkhin Gol. Fue firmado en Moscú el 13 de abril de 1941 entre Viacheslav Molotov y Yosuke Matsuoka, y consideraba, en su parte fundamental, la neutralidad de las partes en caso de guerra entre una de ellas con otro país, por el plazo de cinco años.<br /><br />Durante el curso de la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Japón contempló romperlo[cita requerida], una vez iniciada por parte de la Alemania Nazi la invasión a la Unión Soviética ("Operación Barbarroja"). El no declarar la guerra a la URSS, le permitió a Japón llevar a cabo su "campaña del Pacífico" en vez de su estrategia norteña. Esto, a su vez, permitió a Stalin trasladar sus experimentadas tropas siberianas al frente oriental, específicamente a la Batalla de Moscú, una vez que tuvo la seguridad de no ser atacada por el oriente. Ésta vital información fue proporcionada por el espía soviético Richard Sorge.<br /><br />El 5 de abril de 1945, la Unión Soviética informó al Gobierno de Japón que denunciaba el tratado. Poco más de cuatro meses después, la URSS declaraba la guerra al Imperio de Japón, llevando adelante la "Operación Tormenta de Agosto", cumpliendo su promesa de entrar en la guerra en el Océano Pacífico tres meses después de terminada la guerra en Europa.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_de_Neutralidad" target="_blank">Pacto de Neutralidad en Wiki</a> <br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a name="Nota 2"></a><b>Nota 2:</b><br /><br /><i>Golpe de Praga<br />De Wikipedia, la enciclopedia libre<br /><br /><br />El Golpe de Praga es el nombre con el que se denomina al acceso del Partido Comunista al gobierno de Checoslovaquia. El 25 de febrero de 1948, el presidente de la República de Checoslovaquia, Edvard Beneš, cedió todo el poder a Klement Gottwald y a Rudolf Slansky, después de dos semanas de intensas presiones por parte de la Unión Soviética.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Praga" target="_blank">Golpe de Praga en Wiki</a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a name="Nota 3"></a><b>Nota 3:</b><br /><br /><i>Guerra civil griega<br />De Wikipedia, la enciclopedia libre<br /><br /><br />La guerra civil griega transcurrió entre 1946 y 1949, y fue el primer caso de una insurrección comunista tras la II Guerra Mundial, por lo que se puede considerar como el primer conflicto bélico de la guerra fría. La victoria de las fuerzas anticomunistas del gobierno condujeron a la entrada de Grecia en la OTAN y ayudaron a definir el equilibrio estratégico en el Egeo y los Balcanes en la Europa de postguerra.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra%20civil%20griega" target="_blank">Guerra civil griega en Wiki</a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Subir 3"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 4"></a><b>Nota 4:</b><br /><br /><i>o o o</i><br /><br /><a href="http://o%20o%20o/" target="_blank">o o o</a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Subir 4"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a name="Nota 5"></a><b>Nota 5:</b><br /><br /><i>o o o</i><br /><br /><a href="http://o%20o%20o/" target="_blank">o o o</a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html#Subir 5"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/03/la-sociedad-bipolar-31.html"><b>« anterior</b></a> <b>:</b> <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-32.html"><b>siguiente »</b></a><br /></div>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-14581451013407440922008-03-01T23:14:00.099+01:002008-12-14T02:11:57.866+01:00La sociedad bipolar. 31Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, los anteriores aliados contra el Eje Berlín-Roma-Tokio dejan de estar unidos contra ese común enemigo y se enfrentan entre ellos, con los países comunistas a un lado tratando de expandir su revolución y los países democráticos al otro tratando de resistir e involucrados en los procesos de descolonización, muchas veces violentos y que venían ya de antiguo.<br /><br />Tratar la descolonización en detalle se saldría del propósito de estos artículos, pero no es un tema desligado de lo que discutimos aquí. Es, en primer lugar, una consecuencia de las épocas anteriores, sus sistemas políticos y los choques entre países, religiones o ambiciones personales; pero, en segundo lugar, es una consecuencia de la democratización de las sociedades, incompatible con el colonialismo. En la medida en que los países colonizados o los sectores de sus sociedades empeñados en la descolonización chocaban con los países europeos que habían sido potencias colonizadoras, el sistema de alianzas a favor o en contra de la expansión comunista se ponía en marcha tanto por intereses geoestratégicos como por el discurso de liberación de la opresión o el de defensa de los países democráticos. A lo largo de la historia ha habido invasiones y colonizaciones de muy diverso tipo y resistencias de las sociedades invadidas y colonizadas con muy diverso éxito. Pero lo que caracteriza los procesos de descolonización modernos es que la potencia colonizadora ya no es una sociedad controlada por una minoría gobernante sino una sociedad compleja formada por sectores diferenciados y en mutuo conflicto, con los cuales los partidarios de la descolonización podrían tejer diversas alianzas. El discurso de la descolonización no se integra así ya sólo en los planes de las sociedades colonizadas o de sus diversos sectores sino en el del antagonismo entre las clases dirigentes de los países europeos colonizadores y las que aspiran al poder en ellos.<br /><br />El desarrollo económico había creado primero un gran número de comerciantes y artesanos que se habían enfrentado a la nobleza y a los reyes buscando su parte de poder, y en segundo lugar a masas de obreros suficientemente especializados para que la huelga o la rebelión fuesen armas en sus manos con las que exigir también su parte. Esos obreros y, como vimos anteriormente, los intelectuales que los organizaban formaron partidos políticos y sindicatos y se enfrentaron, como antes lo habían hecho los burgueses, a la alternativa entre la reforma del sistema político o la revolución. Pero la posibilidad de la reforma democratizadora de las sociedades había llevado como vimos a que los partidos socialdemócratas llegaran a gobernar. La vía revolucionaria y totalitaria triunfó en Rusia y, a partir de ahí, en China y en los países de Europa controlados por el ejército soviético en su ofensiva contra los nazis, mientras que la vía democratizadora había triunfado en los países occidentales, con lo cual el choque estaba planteado.<br /><br />El triunfo de los países democráticos fue el de un sistema social y económico basado en la libertad y el consenso sobre otro basado en el monopolio del poder por el Partido Comunista y que trató de expandirse explotando todos los conflictos internos y externos de los países democráticos, desde las iniciativas políticas de los partidos comunistas legales hasta el terrorismo de los grupos de ultraizquierda, o desde la alianza con los movimientos anticolonialistas hasta la organización de guerrillas y grupos terroristas. Pero el gasto de ese intento fue demasiado grande para un sistema rígido e ineficaz, que cayó colapsado por el peso del coste de la inversión militar y del apoyo a todas las guerrillas y movimientos terroristas.<br /><br />Sin embargo, el triunfo del sistema democrático no implicaba la desaparición de sus conflictos internos sino -y afortunadamente- su gestión pacífica. Estos conflictos internos y el expansionismo soviético y los procesos de descolonización -guerras en bastantes de los casos- entraban en interacción en todos los sentidos. No sólo el gobierno comunista de la URSS trataba de encontrar aliados dentro de los países occidentales para debilitar su fuerza tanto en el aspecto de la opinión pública como en el de la fortaleza económica o militar hasta, llegado el caso, dinamitarlos desde dentro mediante el terrorismo, sino que los partidos occidentales de izquierda veían en la llamada <i>guerra fría</i> una ocasión para pregonar su pretendido pacifismo frente a la dureza diplomática o militar de los partidos de centro o derecha. No sólo la URSS trataba cada conflicto colonial como una fase local y temporal de su lucha contra el llamado <i>imperialismo</i> sino que cada dictatorzuelo o grupo pretendidamente anticolonialista tenía garantizados el suministro de armas y la financiación con tal de presentar su lucha de un modo utilizable estratégica o argumentalmente por la URSS. Y, de modo similar, la izquierda democrática y los conflictos coloniales se reforzaban mutuamente. Por otra parte, las contraalianzas y las contraargumentaciones eran consecuencias tan lógicas como esperables, transformando cada guerra o conflicto en una parte de la <i>guerra fría</i> contra la URSS y presentando como aliados a favor de la democracia a gentes que ni la practicaban ni la conocían ni la deseaban.<br /><br />Nada de esto es extraño ni ha dejado de ser así en todas las épocas de la humanidad. Podemos leer por ejemplo a Orosio:<br /><br /><span><blockquote>A pesar de ello, [Filipo de Macedonia, que había sido herido en un ojo en el sitio de Motona] asaltó después la ciudad y la tomó. Luego sometió con la fuerza de las armas a casi toda Grecia, a pesar de que ésta conocía de antemano sus planes. Y es que las ciudades de Grecia, por querer todas gobernar independientemente, perdieron todas su imperio; y, por buscar sin mesura la ruina unas de las otras, al final, sometidas y esclavizadas, se dieron cuenta de que para todas se había acabado lo que lo que habían ido perdiendo una por una.</blockquote></span><br /><br /><span><blockquote>Historias contra los paganos. Libro III. Cap. 12, 10. <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a></blockquote></span><br /><br /><br />Siempre los enfrentamientos internos han sido aprovechados por los enemigos externos tanto como que los diversos partidos internos enfrentados han buscado aliados en el exterior, aunque fueran enemigos de todos ellos. Y esta característica universal se manifiesta con mayor intensidad en una sociedad segmentada en clases o incluso fragmentada en grupos antagónicos por sus situaciones, intereses o ideologías. Pero siendo, como es, algo inevitable, es oportuno conocer que se trata de una debilidad que puede ser explotada por intereses enemigos o que puede, en casos de crisis graves, degenerar hasta el enfrentamiento violento o la guerra civil. Parece también resultado de la valoración necesariamente relativa de los bienes o males pues, de una manera análoga a como funcionan nuestras percepciones, no los valoramos por una intensidad absoluta sino en cuánto proporcionalmente son mayores que los de una intensidad tomada como fondo. Así, lo mismo que las estrellas destacan sobre un cielo oscuro pero no entre el aire luminoso del día, los pequeños males parecen molestar más en una situación de bienestar que en medio de males mayores o comparables. Los conflictos pequeños pueden parecer grandes porque la situación de bienestar de base parece dada incondicionalmente, como si nunca pudiera estar en peligro ni pudiera disminuir. Imaginamos, por lo tanto, que cualquier apuesta va a llevar a una ganancia pero sin riesgo alguno de pérdida. Y de este modo, si creemos que podemos perder definitivamente nuestra vida, libertad o prosperidad, podemos tratar de salvarlas, o las de aquellas personas que amamos, arriesgándolas en una apuesta valiente o acaso desesperada. La parte perdida es vista como un sacrificio para conservar otra, sea la nuestra o la de nuestros seres queridos. Pero si vemos una pequeña pérdida como un gran mal en medio de un bienestar que creemos poder conservar con solo evitar la lucha, o si creemos que la pérdida afectará sólo a otros o sobre todo a otros, llamaremos "mantener la paz" a la inactividad cobarde o a todo lo que creamos que evitará nuestro sufrimiento por más que implique el de otros.<br /><br />Ahora bien, en las sociedades democráticas tal estado político se ha alcanzado como solución pacífica de tensiones sociales entre grupos enfrentados y, por tanto, en la raíz de las cosas está más el desarrollo social, científico, ideológico y económico que da lugar a la complejidad social y los conflictos entre los grupos que la democracia como finalidad o como método óptimo para la convivencia y el desarrollo de las máximas potencialidades. La raíz de la democracia no es una idea sino un conflicto social y sobre él una ideología capaz de gestionarlo de la mejor manera posible, por lo que podrá haber sociedades en conflicto interno sin democracia, pero no democracias sin conflictos, al menos soterrados. Cuando el desarrollo violento de los conflictos amenaza la destrucción de la sociedad o tras de que ésta sobreviva a tal destrucción, la idea de que se puedan gestionar de manera pacífica parece una buena idea, al menos para quienes son conscientes de que el lugar del ser humano es necesariamente una sociedad y, en cualquier caso, las sociedades que no optan por la democracia caen víctimas de ellas mismas.<br /><br />Pero debemos señalar dos cosas: la democracia no elimina los conflictos sino que los gestiona y no es la única opción para todos los individuos o grupos ni la que necesariamente preferirán a corto y medio plazo. Por lo tanto no podemos imaginar la historia como un camino de progreso y perfeccionamiento predeterminado o inevitable sino como algo mucho más complicado y caótico. Y en cada una de las inevitables crisis económicas y sociales hay un gran número de perjudicados que calculan instintivamente si lo que entregan a la sociedad se ve compensado por lo que reciben de ella, si deberían entregar más, menos, o tratar de cambiar el tipo de pacto social, de modo que habrá diferentes estrategias de actuación que darán mayores o menores resultados, diferentes apuestas individuales sobre qué estrategia seguir y diferentes "metaestrategias", en el sentido en que funcionan gestionando las estrategias de otros.<br /><br />Todo lo que definimos como vida consiste en procesos que mediante el consumo de recursos son capaces de ampliarse, extenderse y replicarse. La extensión de la artesanía, el comercio y la industria consistió, por ejemplo, en que eran capaces de obtener mayores beneficios y extenderse pues, como modelo de éxito, era reproducido sin cesar. No se trataba de nada diferente a como una especie de ser vivo que aprovecha mejor los recursos que otras se extiende excluyendo a las otras. En épocas de estabilidad o desarrollo, los progresos de la ciencia y la ampliación de la producción, de los mercados, del comercio, dan lugar a beneficios para los que adoptan estas estrategias y son cada vez más los que lo hacen y cada vez más los que gestionan los comportamientos de los demás. La mecanización hace mayor la producción, el comercio amplía los mercados y el resultado es mayor riqueza para el que trabaja en ello, pero sobre todo para el que organiza al mayor número de personas participando en estas actividades. Del mismo modo, en épocas de crisis el descontento hace que muchas personas deseen cambiar el modelo social o económico creyendo que así obtendrán algún beneficio o menor perjuicio que con el vigente y algunas tratarán de gestionar estas actitudes. El hecho de que se extiendan unas o las otras dependerá de cuáles usen de modo más eficaz los recursos dados para extenderse y replicarse. Y aunque los comportamientos humanos tienen de particular y de avanzado que son capaces de anticipar los resultados futuros y modular sus acciones en función de esos resultados previsibles, eso sirve tanto para evitar las crisis como para acentuarlas ya que todo razonamiento limitado puede ser erróneo. Por lo tanto, el éxito en la extensión de una estrategia social no depende, obviamente, de su éxito en un futuro sino en su capacidad para aprovechar los recursos del presente y el pasado, pero obviamente también, su éxito en el futuro no dependerá exclusiva ni principalmente de su éxito en el presente sino de cómo se adapte a ese momento futuro en las condiciones reales, que no serán necesariamente las previstas.<br /><br />Toda acción humana y, en realidad toda acción de un ser vivo, implica una adaptabilidad positiva o negativa al futuro. Todo lo que se hace o se deja de hacer implica resultados diferentes que serán adaptativos o no. Por tanto, podíamos decir que todo ser vivo especula con el futuro. Así, las especies adaptadas a medios constantes suelen especializarse tanto a ellos que un cambio drástico en el medio excede su capacidad de mutación, por lo tanto de adaptación, y lleva en general a la extinción. Ese mismo tipo de comportamiento podemos encontrarlo en toda acción humana pero con una diferencia que acentúa ese carácter "especulativo": mientras que todo cambio genético implica una única apuesta, aunque modulable, por individuo acerca de la relación entre el individuo y su medio, la inteligencia humana supone un máximo en la capacidad para modular el comportamiento en función del entorno y equivale a continuas apuestas acerca del futuro. Las especies pueden extinguirse a ritmos de eras geológicas, al mismo ritmo en que se adaptan, pero el ser humano consigue acelerar su adaptación tanto para el éxito como para el fracaso, es capaz de cambiar en siglos su cultura para llegar del ábaco al microprocesador y de la rueda a la nave espacial, pero es capaz de destruir los elementos de su civilización aún a mayor ritmo. Los cambios culturales son apuestas de comportamiento por más que estén racionalmente fundados y el desarrollo de la sociedad, el pensamiento y la economía libres ha encontrado no sólo resistencias en las condiciones materiales y culturales sino en la opinión de muchas personas, pero una vez implantados parecen evidencias que nadie discutiría y la gran mayoría se adapta a ellos como a un entorno constante modulando su comportamiento de manera que se adapte a la tendencia. El proceso es análogo en todos los casos y todas las burbujas financieras han comenzado y terminado de la misma manera y por las mismas causas: un valor, una actividad, un bien en principio valioso puede subir de precio y puede llegar a ser deseado en función de esa subida de precio como si el futuro fuera a ser siempre una continua subida. Y es precisamente cuando se cree que la situación no va cambiar cuando se pierde la capacidad para adaptarse al cambio, como ocurre cuando uno se sobreendeuda para invertir. Los cambios sociales, de la misma manera, pueden chocar en un principio con resistencias pero una vez alcanzan cierto éxito, parece que éste les fuera a acompañar para siempre y se pierde la capacidad para responder a los cambios e incluso para pensar que pueden suceder. Sin embargo, cuando la crisis financiera estalla ya nada parece seguro, todo se vende a cualquier precio, se busca la mejor salida posible y cada uno se conforma con sobrevivir; y cuando estalla la crisis social, ni siquiera lo que se había dado por firme y tan inmutable como la Naturaleza se salva del ataque de quienes buscan su propia salvación.<br /><br />Las crisis de las sociedades no implican, además, sólo alguno de sus aspectos sino que frecuentemente todo se pone en cuestión y se pide su cambio, ya que ha traído a un presente que no se desea. En las crisis económicas de las sociedades desarrolladas, todos los que se ven o se sienten perjudicados por comparación con otros conciudadanos, otros países, otros momentos históricos o bien otras expectativas desean un cambio y el alcance de ese cambio es muy variable, tanto quizá como el daño sufrido o imaginado o como la impaciencia o la falta de moderación de quien lo experimenta. Parecería obvio desde un punto de vista de comparaciones históricas o entre modelos sociales y países que la libertad general en las opiniones y en la realización de los proyectos sociales, económicos o políticos ha traído más felicidad, prosperidad y libertad que cualquier otro modelo conocido. Y el hecho es que cuando la felicidad, la prosperidad y la libertad son generales o muy amplias, al menos, todos los ciudadanos creen que la situación es buena, perfecta y tan arraigada en la naturaleza de las cosas que nada podría cambiarla. En cierto modo es un sentimiento o pensamiento no menos especulativo que otros y que se basa en la esperanza de que todo seguirá yendo bien más que en la experiencia de que en otras ocasiones ha ido bien o habido problemas inesperados. <br /><br />Por lo tanto es natural que en las sociedades democráticas los perjudicados o que se hayan sentido como tales, y especialmente en momentos de crisis, hayan deseado, pedido, exigido o tratado de forzar el cambio y que haya habido personas y corrientes de pensamiento dispuestas a organizarlo. Tan natural como que los beneficiarios o los que se sientan tales hayan deseado seguir en el modelo o intensificarlo y haya habido personas y grupos dispuestos a encabezarlos. Y, con frecuencia, para las urgencias del presente o las impaciencias acerca del futuro, las historias del pasado no suelen ser buen remedio, la historia de progreso social y económico no disuade a todos y siempre hay partidarios de cualquier cosa, tantos como grave sea el problema del momento. Pero veíamos cómo la democracia avanzó entre la resistencia de los que perdían sus privilegios y el ataque de quienes deseaban cambiar todo a cualquier precio. Es lamentable cómo los historiadores de izquierdas suelen hacer énfasis sobre los acontecimientos violentos como si la capacidad para el pacto fuera inexistente o los resultados del acuerdo no hubieran sobrepasado a los de todas las revoluciones incluso sin considerar la destrucción que éstas originaron. Pero los cambios democráticos triunfaron y los partidos moderados de todas las tendencias consiguieron mejorar la sociedad sin costes de fuego y muerte y habíamos llegado a describir cómo tras la Segunda Guerra Mundial los países democráticos alcanzan su mayores cotas de progreso. Sin embargo las crisis inherentes a toda sociedad humana fueron el sustrato para todo tipo de ataques contra las libertades.<br /><br /><br /><a name="Nota 1"></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>Orosio. Historias. Libros I-IV. Biblioteca Clásica Gredos 53. p. 215</i> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-30.html"><b>« anterior</b></a> <b>:</b> <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/07/la-sociedad-bipolar-32.html"><b>siguiente »</b></a><br /></div><br /><br /></br>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-8656656786738910822008-02-17T19:22:00.043+01:002008-12-13T19:30:39.543+01:00La sociedad bipolar. 30Ningún ser de la Naturaleza es estático, salvo en apariencia, y el ser humano, como ser vivo, consciente y racional, menos que ninguno. Las acciones humanas, además de las meramente vitales, los reflejos nerviosos y los comportamientos instintivos propios de todo ser vivo y animal, son el resultado de integrar en ellas un proceso de deliberación en el que se crea un modelo imaginario de una situación que se compone de los elementos conocidos comportándose como se cree que se comportan y dando lugar a resultados que se prevén o que se procuran. Estos resultados se valoran según patrones de preferencia y la acción es el resultado de escoger el proceso que se cree que lleva a un fin deseado que es lo que se supone que va a suceder si existe esa supuesta situación y realizamos esos determinados procedimientos. Por lo tanto, cuando estudiamos las acciones humanas debemos comprender qué se pretende en cada caso, qué medios se utilizan, qué resultados son los previstos y cuáles son accidentales.<br /><br />Y si la evolución de las sociedades humanas es un conjunto de conflictos basados en que cada uno aporta a la sociedad algo como coste para obtener unos resultados mejores que en solitario y en que valora subjetivamente lo que aporta y lo que obtiene y tratando de minimizar el coste y maximizar el resultado, el proceso total vendrá dado por la agregación de procesos individuales y frecuentemente antagónicos, con fines y medios valorados subjetivamente, y por los resultados reales, no necesariamente los previstos, en una situación real y con unos medios reales, no necesariamente los imaginados. La democracia es el sistema social, político y económico que ha alcanzado el éxito en la actualidad ¿Fue, por lo tanto, prevista como fin y los medios se adecuaron a conseguirlo o ha sido un medio para otros fines? ¿Ha sido algo planeado o un resultado accidental al buscar otros fines?<br /><br />Estas preguntas no sólo conciernen a la explicación de cómo se ha llegado al estado actual sino a saber cómo se puede evolucionar en el futuro, y tienen un interés no sólo teórico sino práctico pues nuestro futuro es lo que nos interesa primordialmente. Podríamos interesarnos por los motivos por los que cayeron las sociedades de la Edad del bronce pero, sin duda, podríamos vivir sin saber nada de aquellos hechos. Sin embargo, lo que va a suceder en torno a nosotros de modo que nos afecte es algo que nos interesa en cualquier caso. Las diferencias están, entonces, en qué fines tenga cada uno, qué alcance dé a su acción y qué profundidad de análisis desee realizar sobre el mundo que le rodea. Así una persona puede desear ordenar su entorno más inmediato y prever a corto plazo lo que va a necesitar o lo puede hacer bien o mal. Otra puede aspirar a planes de más largo alcance por muchos motivos. El resultado de esos deseos de acuerdo con la fuerza relativa de cada agente es lo que va a suceder y será tan previsible o imprevisible como lo que el sistema social tenga de caótico, pero en cada paso podremos estudiar las causas y resultados parciales.<br /><br />Siempre tenemos la tendencia a simplificar las explicaciones pues eso está en la naturaleza de la explicación: la reducción de lo cambiante a unos patrones constantes, pero lo simple que pueda ser una explicación viene dado por la aproximación de los resultados previstos a los reales. Así, tendemos a creer que hay unas pocas leyes simples que explican por qué la sociedad es como es y ha llegado a ser como es, y el tipo de esas explicaciones es el propio del estado del desarrollo del conocimiento. Pero son las discrepancias con lo observado las que llevan a buscar nuevas explicaciones de por qué los hechos se alejan de lo previsto según la explicación más simple.<br /><br />Las teorías más sencillas incorporan el modelo de la acción humana: un agente produce como resultado de su conocimiento, de sus preferencias, de su voluntad y de su acción cambios en un mundo desordenado o bien ordenado por otros agentes. Todo el mundo tiene ese modelo en la cabeza en cuanto que es con él como ordena su vida: espera que el pan y el agua estén donde se dejaron anoche, salvo que alguien los haya consumido o cambiado de sitio. Pero, al aplicarlo a otras situaciones por analogía, imagina seres sobrehumanos como agentes supuestos de los cambios que ve en la Naturaleza o aplica los elementos de su modelo social inmediato a una teoría de la sociedad en general, con genealogías y relaciones tempestuosas entre héroes que combaten por sus pasiones cuando vive en sociedades clánicas donde las relaciones sociales son relaciones de parentesco y los conflictos apenas van más allá de diferencias entre individuos con grupos de parientes.<br /><br />En las sociedades más complejas, la estructura social involucra clasificaciones generales donde el individuo ya no es meramente un pariente o un amigo sino un campesino, un artesano, un comerciante, un guerrero, un administrador o un sabio y, por lo tanto, los modelos teóricos de interpretación de la Naturaleza incorporan ideas y clasificaciones generales. Y el tipo de ideas y relaciones reflejan las existentes en la sociedad pues entran en consonancia con ellas. Así, las ideas son vistas como en un orden jerárquico donde la fuerza de las conclusiones deriva de la fuerza de los axiomas, en consonancia con una sociedad jerarquizada y desigual por esencia. Por el contrario, el rechazo de la jerarquía y la desigualdad se traduce en un modelo teórico en que cada hecho tiene un valor igual y en que cada razonamiento válido tiene la misma fuerza de cualquier otro razonamiento válido. Los modelos de explicación de la sociedad renuncian, por tanto, a creer en una estructura ideal y perfecta, para la que todo cambio es un desorden, y formulan una estructura que es resultado de interacciones entre ideas, preferencias y acciones iguales en valor por principio.<br /><br />Por lo tanto, la democracia será el resultado de numerosas decisiones individuales en diferentes sentidos, cada una de las cuales tendrá en cuenta los fines propios de cada individuo. No se opta por gobernar y adoptar decisiones generales por mayoría porque se deduzca de algún tipo de axiomas evidentes para cualquiera o porque sea en sí más estético sino porque afecta a los bienes o males que pueden disfrutar o padecer los individuos, pues no hay otros bienes o males sociales que las agregaciones de bienes o males individuales. La defensa de la vida, de la libertad o de la propiedad no afecta a nada ni nadie aparte de los individuos pues son éstos los que viven, son libres y tienen propiedades, de modo que los derechos de los grupos resultan de la agregación de los individuales. Sin embargo los derechos individuales no son independientes de la existencia y organización del colectivo social del que se forma parte pues el colectivo y su organización son los que los hacen posibles.<br /><br />Y siendo esto así, la defensa del sistema democrático por parte de cada individuo dependerá en general de cómo vea éste que se refleja en sus intereses individuales y no de un ideal abstracto desconectado de éstos, que será el caso de algunos idealistas como mucho. Si atendemos al medio o largo plazo, la libertad y la prosperidad están unidas al sistema democrático, pero si alguien ve que en el corto plazo su libertad o su prosperidad no son las que espera o desea y esos son sus fines es difícil argumentarle que va a salir perjudicado más adelante. Los grupos izquierdistas que siguieron a los líderes bolcheviques quizá creyeron que la dictadura era algo provisional y que no les perjudicaría. Que era mejor que un gobierno dirigido por un socialdemócrata. Que sólo era un arma para salir victoriosos. Pero a muchos de ellos también les esperaban las purgas de Stalin y las torturas de la policía secreta. Los alemanes nacionalistas de derecha también pudieron creer que Hitler era un dique de contención contra el bolchevismo y que era necesario el orden en un momento excepcional. Pero lo pretendidamente excepcional era en realidad la regla de acción de los nazis y, una guerra mundial y varios millones de muertos después, pudieron comprobar que la dictadura nunca es inocua, ni siquiera para los que la apoyan.<br /><br />Las democracias, por el contrario, se basaron en el consenso social para resistir los ataques primero del nazismo y sus aliados y después los años de la <i>guerra fría</i> consecuencia del expansionismo comunista. Y el modelo social y económico democrático resultó suficientemente satisfactorio para una gran mayoría en sus resultados como para que ese consenso subsistiera y sostuviera una sociedad funcional, fuerte y productiva. Es muy probable que la mayoría de los ciudadanos no analizaran mucho más allá de sus intereses individuales, trabajando en la medida en que eso les producía riqueza al alcance de sus salarios o votando a partidos en la medida en que veían que influían en el gobierno de sus naciones. Quizá unos cuantos menos defendieran unos principios con los que se hallaban vinculados de forma emocional. Pero probablemente pocos, una minoría, fueran racionalmente conscientes de que cualquier opción antidemocrática, aunque a corto plazo o en lo inmediato les pareciera beneficiosa a algunos sectores, era un desastre como sistema y una vía segura a la destrucción a medio y largo plazo. La sostenibilidad de las democracias no estuvo, en mi opinión, basada en que una mayoría creyera que era el sistema adecuado en cualquier caso sino en que esa mayoría lo creyó mientras le fue bien y es un hecho que este bienestar fue duradero y generalizado. Pero ¿lo habría creído igualmente si hubiera sufrido en su libertad o prosperidad?<br /><br />Quizá esta pregunta sea contradictoria en sí misma pues podemos decir que la Segunda Guerra Mundial supuso un gran sacrificio de vidas y de riqueza pero no debilitó el apoyo de las sociedades democráticas a su sistema, y que un deterioro manifiestamente desigual de la libertad o de la prosperidad que llevase a una mayoría a retirarse del consenso social implicaría que otros antes habían deteriorado ese consenso al sacrificar la libertad o la prosperidad de unos en favor de las de otros. Pero todo esto puede ser más cuestión de percepción que de realidad. Es decir, que el deterioro generalizado de las libertades o del bienestar puede ser visto por algunos como desigual y desequilibrado sin serlo y dar lugar a una ruptura del consenso y cohesión sociales.<br /><br />Es obvio, como decía arriba, que cada persona analiza sus acciones para conseguir unos resultados abarcando más o menos datos y profundizando más o menos en el análisis, que unos se limitarán a desear un cambio cuando la situación no les parezca provechosa o que permanecerán inactivos si no les causa un daño insoportable, mientras que otros tratarán de mirar al futuro incluso a pesar de lo agradable o desagradable del presente para procurar que sea mejor o menos malo. El problema es que si una mayoría sólo es sensible a las condiciones presentes, la dirección en que evolucione la sociedad dependerá mucho de lo imprevisible y poco de unos planes bien meditados. Y aquí nos enfrentamos a una cuestión clave: si la planificación rígida es incapaz de superar las adversidades y la falta de planificación de una forma política la hace sensible a esas mismas adversidades ¿cuánta planificación social y política es necesaria sin llegar a ser perjudicial, o es flexible sin llegar a ser rígida? ¿Cuánta cohesión social es necesaria sin que limite la libertad o cuánta libertad sin que limite la cohesión?<br /><br />Los dos polos entre los que debemos movernos siguen ahí.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-29.html"><img src="http://lh3.ggpht.com/surscrd/SE2YBRMUNgI/AAAAAAAAAW4/MaJeF1mqVzg/s144/Atr%C3%A1s.png" /></a> <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/03/la-sociedad-bipolar-31.html"><img src="http://lh6.ggpht.com/surscrd/SE2YBPCY_sI/AAAAAAAAAWw/ctEWl8iIHzQ/s144/Adelante.png" /></a></div><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-29.html"><b>« anterior</b></a> <b>:</b> <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/03/la-sociedad-bipolar-31.html"><b>siguiente »</b></a></div><br /><br /></br>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-18119915652720005952008-02-16T20:00:00.042+01:002008-12-13T19:26:32.778+01:00La sociedad bipolar. 29En los países desarrollados el crecimiento de la economía ha pasado por la mecanización de las actividades como el medio más eficiente y barato de producción y el desarrollo de la tecnología sólo ha sido posible con personas formadas en ciencias y técnicas cada vez más avanzadas y complejas. Y como la producción es mayor y mejor debido a esa unión de ciencia y científicos, de técnica y técnicos, el precio de su trabajo y el valor de su participación en la economía ha crecido. Este precio que ha debido pagar cada empleador a unos trabajadores que le proporcionan más valor ha debido y podido ser más alto y no sólo en términos económicos, como un aumento progresivo de la riqueza pagada como salario, sino también en términos políticos y sociales.<br /><br />Parece evidente que cada individuo sólo invierte en su propia preparación si la puede rentabilizar, es decir, si puede considerarla como una inversión que le reporte en el futuro una prosperidad que le compense suficientemente por lo que ha dejado de ganar con su trabajo mientras estudiaba. Por lo tanto, lo que cada individuo pueda invertir en su formación dependerá de la estabilidad del sistema en que vive y de la justicia con la que se le retribuya por su participación en la economía y en la organización social. En el <a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-14.html#Subir 1" target="_blank"><b>artículo 14</b></a> de esta serie habíamos visto que el Juego del Ultimatum <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> explica un comportamiento que se sale de lo estrictamente racional de aceptar cualquier trato en el que se gane algo dado que se tiende a rechazar una ganancia si se percibe que la otra parte gana en una proporción mayor que la considerada como justa. Según este experimento, los individuos sistemáticamente sólo aceptan un trato si consideran que es mínimamente justo, y en una sociedad concebida como aportación de una colaboración o papel social a cambio de un mayor bienestar y seguridad, o en un empleo concebido como entrega de un trabajo a cambio de una retribución económica, los individuos que perciban que son tratados injustamente tenderán a rechazar esos tratos con lo que ni el trabajo ni la estabilidad social podrán continuar. Y las dos cosas son necesarias en una sociedad tecnificada por lo que la negociación a cambio de bienestar y derechos políticos será imprescindible para su estabilidad y funcionamiento. Podemos decir, por lo tanto, que el progreso y las mayores ganancias en todos los aspectos sólo han sido posibles por la unión de ciencia y científicos, de técnica y técnicos, y de democracia y ciudadanos libres.<br /><br />Es un hecho que no se ha tratado de una evolución sin enfrentamientos violentos, sin intentos de revolución y de involución, y que, si incluimos la totalidad de países con desarrollo industrial los casos del golpe de estado bolchevique, la guerra civil y la dictadura soviética o el auge del fascismo y su difusión por la mayoría de los estados de Europa central y del sur dejan, al sistema democrático como la excepción, refugiado en los países del norte o oeste de Europa, los EE UU y Canadá. Pero son esos países, precisamente, donde la industrialización y el libre mercado habían aparecido, habían arraigado antes y habían dado sus mejores frutos económicos y sociales. En todo momento, una mayoría pudo pactar antes que llegar a la destrucción del sistema porque una mayoría lo veía ventajoso y así se extendieron los derechos y el voto hasta la totalidad de la población adulta, y la garantía del Estado a unas condiciones de vida mínimas.<br /><br />El entusiasmo suficiente para que la población de un país esté dispuesta a participar en su defensa no es, sin embargo, exclusiva de un sistema democrático ya que la religión o el nacionalismo pueden movilizar en una misma dirección los sentimientos de manera tan eficaz o más que el bienestar y la libertad. Podemos ver que en las regiones más atrasadas del planeta las minorías en el poder usan la cohesión religiosa o étnica para conseguir la unidad de masas de gente en el conflicto de cualquier tipo o en la guerra y la resistencia militar de los alemanes bajo una dictadura nazi no se hundió espontáneamente sino bajo una enorme presión. Tampoco hubo conflictos sociales internos en la URSS y que provocaran, aceleraran o actuaran en el mismo sentido que la decadencia del sistema sino que afloraron sólo una vez debilitado éste. Parece como si incluso los individuos más perjudicados por un sistema actuasen antes usándolo contra otros ajenos a él que contra los que mantienen la estructura si su acción a corto plazo les supone una ganancia, salvo quizá hasta donde entra en funcionamiento el mecanismo psicológico del Juego del Ultimatum. Pero lo frecuente son los enfrentamientos violentos interétnicos o intersectarios y no los internos. Sólo cuando la sociedad se estructura de una manera compleja y aparecen formas de encuadramiento y acción, no muy diferentes en la realidad de su esencia y funcionamiento de las etnias y sectas religiosas, los obreros o los comerciantes forman partidos políticos antagónicos capaces de modificar la estructura social. Mi hipótesis, no obstante, es que estos movimientos no integran necesariamente realidades sociales sino opciones en las que participan individuos de todas las clases sociales que piensan, como decía Marx, que "se adhiere(n) a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir". <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2";></a><br /><br />No se trata, por lo tanto, de nada diferente a como una serie de individuos de una sociedad atrasada se unen al grupo étnico o religioso que creen que les defiende y que puede ayudarles a salir victoriosos en el conflicto. Lo definitivo no es ser obrero o industrial, católico o protestante, hablante de una u otra lengua, sino formar parte, sobre la base de afinidades, de un grupo capaz de proporcionar algo valioso cuando se le ofrece el compromiso personal. En la búsqueda de la supervivencia o aun del éxito, el individuo entrega parte de su vida si con esto cree que va a encontrar una situación mejor que no haciéndolo. La diferencia estriba en que una ideología u otra proporciona un sentido diferente a la agrupación social y a su función, y mientras un grupo sectario lucha porque los del otro asesinaron a su profeta como símbolo que encubre la necesidad de agruparse con unos contra otros en un mundo limitado y lleno de conflictos, los de un partido político lo pueden hacer porque creen -o dicen creer- que luchan por una forma de sociedad justa o porque en realidad tan sólo lo están haciendo como agrupación de unos contra otros por unos recursos limitados.<br /><br />Las luchas sociales no se producen entre clases definidas sólo por su papel dentro del sistema productivo sino que tales situaciones generan unos intereses similares en un conjunto numeroso de individuos y dan sentido a sus conflictos gracias a veces a ideólogos que no pertenecían de partida a esa clase. En los partidos comunistas se pueden encontrar obreros pues son los perjudicados en un determinado momento del sistema industrial, pero a su cabeza se pueden encontrar un Marx, filósofo y periodista, o un Engels, hijo de un industrial, o toda una variedad de personas de la procedencia más diversa. Por otra parte, se puede encontrar obreros o industriales o militares en los grupos religiosos o ideológicos más variados pues la acción humana está más orientada por sus fines que por su procedencia.<br /><br />Parece, por tanto, que el sistema democrático de los países desarrollados ha sido visto por muchos como un fin deseable y ha orientado las negociaciones que lo han modificado hasta el estado actual o que pueden seguir modificándolo de aquí en adelante. Pero la razón de su éxito es también que se ha tratado del sistema más eficaz gestionando los recursos y que ha podido sostenerse con más firmeza y desarrollar más fuerza que sus competidores. No fue la fuerza de la razón la que dio la victoria a los aliados sobre los nazis sino la pura razón de la fuerza, pero esa fuerza consistía no sólo en sus industrias sino en una sociedad organizada de modo sólido y eficaz con el consenso de sus ciudadanos y no guiada de modo delirante por un jefe absoluto. Pero ¿será capaz de afrontar el futuro de manera que gestione pacíficamente sus conflictos y que sobreviva a ellos?<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <i>Explicación del experimento llamado Juego del Ultimatum</i> <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Ultimatum_game" target="_blank">"Ultimatum Game" en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2";></a><b>Nota 2:</b> <i>Ver: </i><a href="http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i1.htm" target="_blank">Mf. Com. I Burgueses y proletarios</a>. <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-28.html"><b>« anterior</b></a><b> : </b><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-30.html"><b>siguiente »</b></a><br /></div>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-44186373656883426272008-02-04T00:08:00.068+01:002008-12-13T18:49:00.816+01:00La sociedad bipolar. 28La democracia no es sólo la mejor o quizá la única forma pacífica de gestionar un estado de conflicto social sino que parece históricamente un resultado de conflictos. Son pocas las épocas y pocos los lugares donde se ha dado la democracia o algo que se pueda considerar parecido, y nuestras sociedades parecen disfrutar de una excepción histórica. La cuestión es si la democracia como sistema de libertades políticas se puede dar en cualquier circunstancia o sólo tras unos conflictos que se han desarrollado históricamente, han crecido y no se han podido solucionar hasta adoptar ese método.<br /><br />Quizá hay sólo un debate de terminología en todo ello, pero la vida de las bandas de cazadores recolectores contendría mucho de vida familiar y poco de relaciones políticas. Es decir: las relaciones entre los individuos serían concretas, entre hermanos o primos lejanos, quedando definidas por esos parentescos o por el recuento de favores y ofensas entre unos y otros, pero no tendrían un nivel de complejidad que pudiera reflejarse en algo similar a la ciudadanía moderna. No, obviamente, porque no hubiera ciudades ni estado sino porque no se tendría en cuenta un papel igual de los individuos en un colectivo sino las relaciones concretas entre padres, hijos, hermanos, primos o parientes lejanos. En ese contexto, la relación debería de ser forzosamente desigual y referida a diferencias de edad, sexo, experiencia en la caza o en la fabricación de herramientas y más que un jefe habría un padre o un tío con fuerza y varios parientes y amigos, fuertes también, capaces de ayudarle.<br /><br />Cuando las sociedades se hacen complejas al disponer de mayores recursos y aumentar su población, como en el caso de las agrícolas o de algunas preagrícolas, las relaciones de clanes revelan que lo que se tiene en cuenta son esas mismas relaciones familiares pero elevadas a un tipo institucionalizado, quizá a través de una historia o de un mito. Y esa organización desigual lleva a concentraciones de riqueza y de poder, con lo cual, el éxito de la riqueza y el poder garantizan que el modelo de desigualdad se extienda por imitación o por conquista. Y es en esos modelos sociales desiguales donde la fuerza cohesiva de las relaciones familiares se va debilitando mientras que la desigualdad y la concentración de poder en pocas manos lleva a que el débil sufra su pertenencia a la sociedad perdiendo libertad y prosperidad.<br /><br />Pero la concentración de poder lleva a que choquen los intereses de los poderosos y en una ciudad como Atenas los combates entre facciones aristocráticas dan lugar a la toma del poder por los tiranos y en reacción contra éstos es como aparece la democracia. La sociedad de propietarios, comerciantes y artesanos atenienses se había hecho demasiado compleja para que la gobernara un pequeño número de poderosos pues eran muchos los dispuestos a reclamar su parte de poder. Es así como la estructura de grandes familias nobles con sus clientelas deja paso a una asamblea donde el poder puede ser compartido y se puede buscar un apoyo popular. Pero la cuestión es si en una sociedad donde no se diera esa lucha entre poderosos se podría llegar a la democracia pues el hecho es que no se llegó y que los experimentos de las ciudades griegas fueron ahogados por las formas monárquicas. Incluso la república aristocrática romana, que debió negociar con los plebeyos y admitir sus tribunos, acabó convirtiéndose en una dictadura militar con tendencia a un despotismo de tipo oriental, rechazado visceralmente por los romanos antiguos que se habían rebelado contra sus reyes.<br /><br />Posiblemente las minorías poderosas en el Imperio llegaron a controlar suficiente riqueza mediante su capacidad para utilizar el Estado en su beneficio y fue su cohesión lo que al eliminar los enfrentamientos hizo que se consolidara el sistema imperial, más aún cuando se usó la religión como estructurador de la sociedad marcando un criterio de pertenencia y un orden de subordinación a un poder consagrado por el mismo Dios. Y sólo son las crisis de un Imperio que no puede controlar la llegada de los diversos grupos bárbaros lo que acaba con su estructura, pero para ser reemplazada por jefes militares que hacen retroceder la sociedad hacia formas políticas de grupos de partidarios armados que sostienen a un rey. Estos reyes y sus seguidores se limitaron a apropiarse de las estructuras romanas, desde la política hasta la cultura, pasado por la religión cristiana, y a superponer a esos restos una clase superior guerrera.<br /><br />Durante el periodo imperial, las clases poderosas o las facciones descontentas del ejército podían controlar el Estado o enfrentarse en batallas entre tropas reducidas, pero no buscaban en la población campesina o urbana unos aliados que permitieran a éstos exigir una parte de poder. Podemos ver sólo esos intentos de buscar el respaldo popular en la adopción por el Estado del cristianismo, que parecía haber conseguido un nutrido apoyo, aunque quizá el apoyo se buscaba y se encontró dentro del ejército. Y las únicas rebeliones constatables desde las de los esclavos de Espartaco son las <i>bagaudae</i> <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1"></a> de la época de decadencia e invasiones. Estas <i>bagaudae</i> han sido interpretadas como campesinos descontentos en una época de carestía y falta de control imperial o como grupos de población local buscando consolidar su poder en medio del vacío que deja el Estado, pero en cualquier caso fueron derrotadas y sometidas por las tropas de los señores germánicos.<br /><br />Podemos preguntarnos cómo durante siglos de Imperio romano no hubo un desarrollo económico y social que diera lugar a que las clases en ascenso se rebelaran contra las clases en el poder. Quizá es el estado de la ciencia y la tecnología lo que limitó la agricultura, la artesanía y el comercio de manera que no hubo clases numerosas que pudieran expresar su descontento durante alguna crisis y aliarse con las clases medias para romper el monopolio del poder imperial. Quizá la forma política alcanzada permitía que las clases de mercaderes y artesanos tuvieran una existencia razonable, unas expectativas de beneficios participando de la estructura del Estado y no buscando su destrucción y unas escasas expectativas de cambiar el sistema por otro. O quizá su número nunca fue grande.<br /><br />Pero el colapso del Imperio ante las oleadas de grupos invasores compuestos por guerreros o capaces de movilizar grandes contingentes militares contra un Imperio incapaz, a pesar de su población, de movilizar tropas en número suficiente, convierte una sociedad no habituada a movilizarse y dependiente de un ejército profesional o mercenario en presa de quienes tuvieran fuerza para conquistarla. Y es así como los diversos grupos germánicos se apoderan de la parte occidental de Imperio creando sus reinos y convirtiendo la sociedad en un instrumento para el sostenimiento de los guerreros, permanentemente enfrentados unos con otros. En esas circunstancias, las sociedades se derrumban en sus estructuras y quedan reducidas a campos que alimentan a los reyes, sus nobles y sus tropas y a pequeños núcleos urbanos donde se desarrolla la vida cortesana, religiosa, artesana y comercial. Y pequeños contingentes de tropas señoriales podían controlar grandes extensiones pobladas por campesinos desarmados y desorganizados.<br /><br />El retroceso de las sociedades durante este periodo se manifiesta en todos los órdenes, desde el empobrecimiento de la arquitectura y la desaparición de las obras públicas, salvo algunos palacios y edificios religiosos, hasta la reducción de los ejércitos a grupos de guerreros sin una infraestructura comparable a la de las legiones, y esta situación dura siglos en los que un lento avance va a dar lugar a un desarrollo de la agricultura, la artesanía y el comercio, por una parte, y de las ciencias y la filosofía por otra, de manera acumulativa y cada vez más acelerada. La división en periodos históricos apenas tiene otra utilidad que la de clasificación y los cambios son constantes. Pero el progreso en la agricultura y el crecimiento de la población da lugar a centros urbanos, a progreso en los conocimientos que, a su vez, hacen progresar las técnicas y los puntos de vista ideológicos y los medios para difundirlos. Y es así como unos reinos que apenas eran infraestructuras agrarias y artesanales al servicio de un modelo de orden militar reflejado en el feudalismo van transformándose en sociedades más complejas donde ya no sólo los nobles pueden arrancar parcelas de poder al rey, al modo de la Carta Magna en Inglaterra, sino donde los habitantes de las ciudades, desprovistos hasta el momento de las únicas fuerzas operativas durante la Edad Media: la militar de los nobles y la ideológica de los eclesiásticos, todos ellos sustentados por los campesinos a su servicio, van acumulando la nueva fuerte de poder que es la riqueza basada en la artesanía y el comercio y se encuentran capaces de exigir a los reyes algunas de las libertades que quedaban garantizadas en los fueros.<br /><br />Durante la Edad Media los reyes o algunos nobles habían fomentado el crecimiento de ciudades garantizando a sus pobladores legislaciones favorables en forma de fueros. Los historiadores podrán decirnos hasta qué punto se mantuvo parte de la estructura social urbana en algunas zonas de lo que fue el Imperio romano o cómo ésta se desarrolló en territorios cada vez más al norte y al este, pero lo interesante es que esta tendencia de progreso va dando lugar a núcleos de población y de riqueza con cuyos habitantes los reyes y nobles necesitan contar de algún modo y cada vez más. Y dado que los diferentes intereses son la oportunidad para cualquier conflicto, no tardan en aparecer los que enfrentan a los reyes o nobles con las ciudades y sus habitantes. Se rompe de este modo la estructura simple de señores de la guerra con un rey en el vértice de la pirámide social y cuyas relaciones se basan en la fuerza militar en disputas sobre el poder y la riqueza de la tierra y aparece otra que, entre los campesinos y los nobles, integra a un número cada vez mayor de ciudadanos prósperos dedicados a la artesanía y el comercio. Es en el aumento de la riqueza de esta clase donde se encuentra la base material para que se den nuevos conflictos contra los distintos señores y para nuevas alianzas de los nobles y los burqueses contra el rey, o del rey y los burqueses contra los nobles. Y estos conflictos son cada vez más frecuentes e intensos dado que el número y la fuerza de los miembros de la burguesía aumenta sin cesar.<br /><br />Los reyes, por ejemplo, buscan en algunos casos el poder absoluto contra los nobles y lo consiguen con alianzas con los núcleos urbanos, acabando con el sistema feudal. Pero en otros, son los nobles junto a los ciudadanos más ricos los que buscarán el modo de limitar el poder del rey. Lo importante, en cualquier caso, es que el desarrollo político y social que da lugar al mundo moderno es el fruto de luchas de poder en las que poco a poco la fuerza económica gana peso contra la mera fuerza militar y la organización militarizada de las sociedades va siendo sustituida por una organización civil. La diferencia en la evolución de las sociedades es si estos conflictos se gestionan de manera constructiva, tratando de minimizar los daños, o si el choque es violento y abierto. Y tenemos casos de todo tipo, desde las revoluciones inglesas que van limitando el poder del rey hasta la Revolución Francesa, que lo elimina tras el éxito de los jacobinos.<br /><br />Pero las complejidades sociales que producía el desarrollo de los países europeos se tradujeron primeramente en una actitud de tolerancia, capaz de dar cabida en un Estado a pensamientos diferentes e incluso rivales. Podemos ver la tolerancia no sólo como un logro del pensamiento y una virtud individual sino como una necesidad social pues los grupos de diferentes religiones habían crecido en Europa de modo que ninguna guerra había conseguido que unos eliminaran a otros del continente, si bien algunas confesiones alcanzaron el monopolio del poder dentro de un Estado o una región. El estudio de las relaciones entre opiniones teológicas y posición social es muy fructífero pues lo que aparentemente son enfrentamientos entre grupos religiosos son, en el fondo, enfrentamientos por la posición social. Y es, por lo tanto, el reconocimiento de que la violencia no puede acabar con la pluralidad, sea cual sea su tipo, o que el coste social es inasumible en todos los sentidos, lo que da lugar a políticas de tolerancia, diálogo y negociación. Nada mejor para ello que reconocer la igualdad de partida entre toda opinión y razón para alcanzar la verdad y la necesidad del razonamiento y el diálogo como vías para la paz constructiva.<br /><br />Tenemos así que en Inglaterra se desarrolló el parlamentarismo y un régimen económico y político que creaba un lugar para los burgueses en ascenso sin grandes violencias, por debajo de la nobleza y el rey, pero sin un límite infranqueable a efectos prácticos para las ambiciones de los burgueses y sin un cambio sentido como amenaza peligrosa por nobles y rey. Sin embargo, en los países en los que el cambio no fue gestionado de forma pacífica, estalló violentamente. Una vez que los reyes habían perdido la capacidad de controlar la sociedad y que los burgueses lograban más riquezas y se convertían en la fuente de ingresos para el Estado, no resultaba posible una vuelta atrás y el conjunto de conflictos, inevitables ya, sólo podían ser gestionados mejor o peor, pero no suprimidos.<br /><br />Lo mismo sucedió tras el éxito del parlamentarismo o la república como accesos de la burguesía al poder político pero con respecto a las clases obreras y campesinas. El crecimiento de las industrias y la acumulación de población alrededor de los centros industriales daba lugar, por un lado, a la acumulación de conflictos por las condiciones de trabajo y de vida, y por la medida en que industriales y trabajadores veían recompensadas sus funciones; pero, por otro, a la acumulación de una clase de obreros de cuyo trabajo dependía la industria pero con un salario que contrastaba fuertemente con los beneficios de los industriales. Todo eso fue evidente a partir de Marx, al menos para quienes no lo veían evidente ya. Pero, si bien podemos decir que la explicación marxista de que los conflictos se resuelven a favor de los que tienen los recursos, sus predicciones concretas fallaron porque no tuvo en cuenta algunas cosas dichas por él mismo. Si leemos el Manifiesto Comunista <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2"></a> encontramos esto:<br /><br /><span><blockquote>Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción. La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de súbita barbarie: diríase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no favorecen ya el régimen burgués de la propiedad; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? [117] Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.<br /><br />Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar el feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía.<br /><br />Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, <i>los proletarios</i>. <a href="#Nota 3"><b><i>(3)</i></b></a><a name="Subir 3"></a></blockquote></span><br /><br />El diagnóstico de Marx es que el sistema capitalista crea las crisis y aumenta el número de perjudicados por ellas de manera que sólo sale de cada una poniendo las condiciones para más crisis y más graves. Se trata de una explicación absolutamente determinista y lineal de la historia, con un solo resultado esperable a partir de cada situación conocida sin que sea posible para los capitalistas prever o evitar el resultado que prevé Marx. Pero los industriales, los comerciantes o los obreros, a pesar de ser categorías homogéneas vistas sólo desde su posición en el sistema productivo, no lo son ni en su actuación ni en el resto de relaciones entre sus miembros o con respecto a otros individuos de la misma sociedad o de otras. No se puede creer que la mera posesión de una industria o la condición de obrero en ella haga que todas las personas actúen igual y sin relación con otras actitudes personales o de grupo. La industrialización de la economía y el sistema de libre mercado dan lugar a intereses definidos y contrapuestos a otros pero no difuminan los que han agrupado a los seres humanos desde milenios antes pues es natural la tendencia a buscar grupos solidarios en los que integrarse e ideologías que den sentido a la acción y sirvan de identificador. Las religiones, las nacionalidades y las diversas facciones que aparecen en esos grupos han demostrado a lo largo de la historia una dinámica permanente de búsqueda de cohesión y de fragmentación de los grupos a la que la condición de propietario o de obrero sólo aporta unos intereses más y unas señas de identidad más.<br /><br />Sin embargo, la importancia de la economía en la organización social y el número creciente de personas involucradas en la industria y el comercio, y posteriormente en los servicios, hacen que los conflictos que procedan de este contexto o influyan sobre él puedan ser decisivas en algún momento. Lo interesante es que Marx vio algunas de las características del desarrollo de la economía industrial pero dio importancia sólo a un supuesto empobrecimiento progresivo de los obreros que afectaría después a todas las capas de la sociedad de abajo arriba. Por lo tanto, su predicción no pudo sino fallar. Veamos algunos párrafos más:<br /><br /><span><blockquote>El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo [20], como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios. Más aún, cuanto más se desenvuelven la maquinaria y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas, etc.</blockquote></span><br /><br />Pero el desarrollo económico no ha ido en ese sentido sino en el opuesto: el uso de máquinas cada vez más complejas y especializadas implica que los trabajadores que las usan deben tener conocimientos y habilidades especializados, e implica igualmente que su diseño, fabricación y mantenimiento involucren a trabajadores cada vez más especializados con mayores conocimientos y con un mayor coste para su preparación. La mayoría de los trabajadores dejan así de ser "un simple apéndice de la máquina," al que "sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje" para ser unos agentes especializados y capaces de exigir un mayor precio por su trabajo.<br /><br />Un poco más adelante, el análisis se demuestra erróneo también:<br /><br /><span><blockquote>Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve depreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.</blockquote></span><br /><br />Muy al contrario, nuevas actividades surgen alrededor de la industria y el gran comercio y su especialización e importancia hace que su valor suba. Cada vez son más las personas que hacen un trabajo valioso y menos los "apéndices de las máquinas", que hacen mucha parte de su trabajo de forma automática.<br /><br />Incluso limitándose a consideraciones sobre los obreros industriales, Marx concluye que:<br /><br /><span><blockquote>Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político, vuelve sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero resurge, y siempre más fuerte, más firme, más potente. Aprovecha las disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley algunos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez horas en Inglaterra.</blockquote></span><br /><br />Es un hecho que la fuerza del número y de la organización de los trabajadores -y más en un contexto en que son más especializados, se dedican a actividades más variadas y acumulan en su conocimiento y habilidad, o incluso en su capacidad como empresarios de pequeñas industrias, un valor enorme- permite "reconocer por la ley algunos intereses de la clase obrera" y que ello abre un cauce para la gestión democrática y pacífica de los conflictos. Sin embargo Marx sigue viendo como inevitable la lucha violenta a la que el capitalismo y sus crisis están abocados:<br /><br /><span><blockquote>Además, como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita a las filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o, al menos, las amenaza en sus condiciones de existencia. [120] También ellas aportan al proletariado numerosos elementos de educación.<br /><br />Finalmente, en los períodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el progreso de desintegración de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan agudo que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasó a la burguesía, en nuestros días un sector de la burguesía se pasa al proletariado, particularmente ese sector de los ideólogos burgueses que se han elevado hasta la comprensión teórica del conjunto del movimiento histórico.<br /><br />De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.<br /><br />Los estamentos medios —el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino—, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la rueda de la Historia. Son revolucionarios únicamente por cuanto tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.</blockquote></span><br /><br />Si, como en el caso de Marx o Engels, los ideólogos y organizadores pueden acercarse al proletariado procedentes de "capas... de la clase dominante" bien "para salvar de la ruina su existencia como tales estamentos medios" o porque "una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir" la dinámica de los conflictos va a ser forzosamente diferente de una lucha violenta, instintiva e irremediable e integrará, como virtud o como vicio, la capacidad de negociación y de pacto de intereses.<br /><br />Tenemos, por lo tanto, no una masa de obreros "simples apéndices de las máquinas" opuesta a una clase de burgueses cada vez más ricos y más enfrentados desde su minoría a una mayoría social cada vez más amplia, sino a conjuntos de trabajadores de tipos muy diferentes, algunos con sus propias empresas, que producen riqueza y que pueden perjudicar a quienes dependen de ellos y salir perjudicados, simultáneamente, en una crisis económica y social; y tenemos también a personas procedentes de profesiones liberales o de las administraciones y que pueden organizar intelectualmente partidos o sindicatos que, como decía Marx en una de las citas anteriores, hagan al Estado o a los poderosos "reconocer por la ley algunos intereses de la clase obrera". Y esto es lo que ha sucedido en los países desarrollados en vez de las revoluciones violentas pronosticadas.<br /><br /><br /><a name="Nota 1"></a><b>Nota 1:</b><br /><i>El término bagauda, (bagaudae en latín; en bretón bagad. En galo significaba «tropa»), se utiliza para designar a los integrantes de numerosas bandas que participaron en una larga serie de rebeliones, conocidas como las revueltas bagaudas, que se dieron en Galia e Hispania durante el Bajo Imperio, y que continuaron desarrollándose hasta el siglo V. Sus integrantes eran principalmente campesinos o colonos evadidos de sus obligaciones fiscales, esclavos huidos o indigentes. El vocablo puede tener un doble origen, bien una raíz latina que significa «ladrón», bien una de origen céltico que significa «guerrero».</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Bagaudas" target="_blank">Bagaudas en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2"></a><b>Nota 2:</b><br /><i>Tenemos el Manifiesto Comunista en internet en dos ediciones:</i><br /><br /><a href="http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/index.htm" target="_blank">Manifiesto Comunista</a> con división en capítulos.<br /><a href="http://www.marxismoeducar.cl/me05.htm" target="_blank">Manifiesto Comunista</a> en una sola página. <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 3"></a><b>Nota 3:</b><br /><i>Ver: </i><a href="http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i1.htm" target="_blank">Mf. Com. I Burgueses y proletarios</a>. <a href="#Subir 3"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-27.html"><b>« anterior</b></a><b> : </b><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-29.html"><b>siguiente »</b></a><br /></div>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-89495043343685784522008-02-02T15:39:00.006+01:002008-12-13T15:42:24.109+01:00La sociedad bipolar. 27La democracia y las libertades son un resultado de la evolución social de la humanidad como el sistema de gestión pacífica de los conflictos que aparecen entre diferentes personas o grupos tanto más cuanto más se diferencien por su posición relativa dentro de una sociedad compleja y segmentada o por la ideología con la que se representan y explican esa posición. En las etapas más primitivas de la humanidad, los grupos familiares de cazadores recolectores <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> no podían estar formados por muchas personas pues la cantidad de alimentos disponible limitaba la densidad de población y su dispersión. Y en esas circunstancias las diferencias individuales sólo se podían basar en los diferentes papeles por la edad y el sexo.<br /><br />La evolución de las sociedades fue posible donde la densidad de recursos y su disponibilidad regular hizo posible el aumento de población y su concentración en algunos puntos. A partir de ese momento un individuo podía especializarse en determinada función y la eficacia de su trabajo aumentaba sus resultados, pero la consecuencia fue la formación de grupos diferenciados y que podrían verse a sí mismos como diferentes de otros y con diferentes intereses. Por otra parte, no sólo la producción de bienes o servicios económicos se especializaba sino las funciones sociales. Es evidente que en los grupos familiares algunos adultos están especializados en la crianza o en la defensa y que la experiencia de algunos los hace servir de guías y de depositarios de la experiencia acumulada. Pero estas mismas funciones adquieren otro papel en un grupo numeroso, pues la defensa o la experiencia será mejor administrada por los más fuertes, hábiles o valientes, mientras que la experiencia cultural lo será por los más sabios y prudentes y es así como aparecen los administradores, los guerreros o los sabios. Y en cuanto que la diversificación y la especialización hace aparecer una escala de capacidad y habilidad la sociedad se segmenta por sus funciones.<br /><br />Por otra parte, las relaciones familiares instintivas son reconocidas de modo inmediato y los hijos buscan protección en sus padres o parientes adultos o en los afines a éstos. El contacto frecuente establece un hábito de buscar y dar protección y de crear alianzas entre iguales o entre desiguales a través de la consideración de unos como familiares o amigos de otros y de la elaboración de un registro individual y social de cooperaciones o enemistades. Hoy se ve claro que los comportamientos humanos están orientados a la cooperación e incluso las rivalidades y enemistades tienen lugar en un sistema de alianzas en que el individuo involucra en el ataque o la defensa a los que considera como de su cercanía. Sin embargo al ir creciendo el número de personas de una sociedad la relación inmediata como familiar o como dador o acreedor de favores y cuidados se desdibuja salvo donde se estructura en forma de ideología. Es imaginable que la idea de parentesco lejano y de antecesores comunes evolucionó de una visión concreta a una abstracta y se pasó de ideas de hermanos o primos lejanos a una idea de miembro de un clan, sin necesidad de recordar una linea de parentesco determinada. Y del mismo modo, la idea de antepasado común pudo ser reelaborada en forma de recuerdo de los antepasados, de mito o de culto donde se imaginó una presencia de los muertos en una forma o mundo paralelos a los de los vivos.<br /><br />Las ideologías más básicas debieron contemplar dos aspectos: la pertenencia de un individuo a un grupo y su posición dentro de éste. La ascendencia, los aspectos culturales, desde el idioma y el vestido hasta las costumbres y cultos, y en general, todo lo que podía crear una idea de pertenencia, diferenciación y especialización son el material de esas ideologías mientras que su función es la estructuración de colectivos cohesionados capaces de ser eficaces frente al ambiente, a otros individuos o a otro colectivos. La idea de clan podía incluir las de relaciones familiares y antepasados puramente legendarios y, fueran conscientes o no de ello, los individuos que argumentaban conforme a esa ideología le daban un papel práctico y concreto. Es decir, la ayuda requerida o debida a miembros del clan en función de una ascendencia común es el objeto real buscado mientras que la idea de un antecesor común puede creerse y valorarse en función de los beneficios de esa ayuda. Obviamente, una persona busca la ayuda en otro debido no a que ambos tengan de hecho un antecesor común sino a que ambos creen tenerlo y pueden argumentar que lo tienen o no, convencidos de lo importante de ese hecho. No son conscientes de que su ideología tiene una función práctica, pero eso es lo que buscan, pues si argumentaran sólo sobre lo práctico parecería probable que un individuo diera o negara la ayuda según su capricho mientras que, al referir la obligación a una realidad no puesta en discusión por una sociedad o grupo, la garantía de que un miembro del grupo cumplirá su obligación es mayor y cuenta con la sanción moral del colectivo.<br /><br />Cuando las sociedades se hacen más complejas y aparecen ciudades en un entorno agrícola y ganadero aparece también la posibilidad de reconocerse como miembros de colectivos por la función social según las que van surgiendo, pero no se puede olvidar que hasta la época industrial, la proporción de agricultores y ganaderos fue muy alta, quizá del 80% por lo menos, y que su dispersión por el territorio no daba lugar a las concentraciones urbanas donde unos se pueden reconocer como trabajadores industriales, comerciantes o cualquier otra clase social. La posibilidad de que un individuo buscase un grupo en el que considerase miembro y sujeto de deberes y derechos -que es la función del grupo para el individuo- pasaba por reconocerse miembro de un clan, una raza, una religión, tal como sucede hoy en las sociedades más atrasadas. Tenemos siempre unos hechos reales: la pertenencia a un colectivo familiar, religioso o racial y las relaciones sociales que existen entre sus miembros como sociedad de cooperación, y un uso práctico de esos hechos buscando para la cooperación las relaciones de pertenencia mutua a un colectivo. Se supone que es un hecho natural la relación de deberes y derechos mutuos entre los miembros de un colectivo social y se busca argumentar la existencia de ese colectivo o la pertenencia a él como base para esos derechos y deberes. Lo cual significa que si se busca la cooperación se crea un colectivo, incluso inventándolo o fingiendo su existencia ya que lo importante no son unos hechos remotos sino sus consecuencias prácticas en el momento deseado.<br /><br />También es obvio que si se concibe que las relaciones sociales se basan en la pertenencia a colectivos naturales como los de ascendencia común, cultura o religión comunes, los conflictos se expresen como antagonismos entre esos colectivos naturales y los grupos enfrentados se definan y se imaginen como clanes distintos con relaciones familiares problemáticas, culturas diferenciadas o religiones opuestas, por mucho que la mayoría de los individuos no elaboren de forma completa una teoría de esas oposiciones como historias o teologías diferentes sino que se adhieran a ellas cuando alguien las elabore partiendo de su pertenencia a los colectivos enfrentados y no por su verdad. La ideología suele surgir arbitrariamente y sin una relación necesaria con la realidad, pero son las consecuencias las que seleccionan qué ideologías funcionan como ventajas para los que las adoptan como identificación y mecanismo de cooperación y cohesión de grupo y por lo tanto qué ideologías están presentes dado que los grupos que las siguen han tenido un éxito que los ha hecho extenderse o, al menos, perdurar.<br /><br />Tenemos, por lo tanto, que el desarrollo de la industria y el comercio creó funciones específicas y un conjunto de personas con esas funciones y con circunstancias e intereses paralelos, tal como los cambios históricos anteriores habían creado la agricultura y a los agricultores como clase social, es decir, como conjunto de individuos con circunstancias e intereses similares o paralelos. Y la artesanía y el comercio, la administración o la guerra, crearon otras clases. Pero de un modo transversal, en forma de otros ejes de un espacio social, la pertenencia a colectivos étnicos o religiosos reflejaba los diferentes intentos del ser humano de formar parte de colectivos sociales que le aporten ayuda y protección y que le sitúen en un entorno donde la vida y el futuro resultan seguros o, al menos, predecibles.<br /><br />Todos esos colectivos y sus posibles subdivisiones entran en conflicto unos contra otros por el mismo hecho de definirse e imaginarse como diferentes y opuestos, con obligaciones de ayudar a los que pertenezcan al mismo grupo y contra los intereses de los demás grupos, vistos o creídos como opuestos e incluso incompatibles. Los intereses y relaciones diferentes o coincidentes o los proyectos diferentes o coincidentes establecen zonas de ruptura y de colisión que ponen a todos los miembros de un grupo a un lado frente a los de otro y activan la cooperación interna contra un enemigo externo, creando así una mayor ruptura y realimentando cualquier tipo de conflicto por mínimo que fuera en su inicio. La dinámica de esos conflictos socializados suele ser tan sencilla como preocupante pues el conflicto crece en la medida en que un colectivo crea que le beneficia o que le va a beneficiar en un futuro cercano, con una tolerancia a que los hechos se desvíen de lo previsto tan grande como lo sea el fanatismo que anima al grupo.<br /><br />Sin embargo, la naturaleza compleja y segmentada de las sociedades desarrolladas mantiene la estructura en grupos diferenciados y hace imposible que unos eliminen a otros ya que se pueden eliminar personas pero no las funciones sociales y económicas diferenciadas, salvo que la sociedad se desmorone y se retroceda a un nivel de agricultura primitiva o más abajo. Por lo tanto, las sociedades se ven inmersas en conflictos abiertos o latentes que se intensifican en las crisis, y quedan obligadas a alguna de las consecuencias posibles: la gestión pacífica en la forma de democracia, la dictadura de unos grupos sobre el resto por el engaño o la violencia o la perpetuación violenta de los conflictos y sin victoria definitiva de ningún grupo. Lo que podemos afirmar es que cualquiera de esas situaciones es posible, incluso el retroceso en el desarrollo económico y social si la destrucción alcanza un grado suficiente y que la probabilidad de evolucionar de una a otra está en función, como dije antes, de los recursos disponibles, el conocimiento y las ideologías y de la interacción de miles de personas, pero que ninguna es un estado definitivo e inmutable dado que en cualquiera de ellas persiste algún tipo de conflicto.<br /><br />Podíamos preguntarnos si la democracia, al permitir la gestión pacífica de los conflictos dentro de una sociedad compleja y realizar las mayores potencialidades de las sociedades humanas será el estado más estable y, por lo tanto, el más duradero una vez alcanzado. Parece claro que las sociedades basadas en la desigualdad generan más conflictos pues los perjudicados son muchos mientras que una basada en la igualdad y en el diálogo como vía para resolver los conflictos tiene, como mínimo, la ventaja de evitar la violencia y sus resultados destructivos. Y, si las ocasiones para los conflictos son menos frecuentes y las crisis no desembocan en daños que se convertirían en motivos para nuevos conflictos, la estabilidad no sólo será mayor sino que será valorada por los individuos como un bien que defender. <br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Caza-recolección" target="_blank">Caza-recolección en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-26.html"><b>« anterior</b></a> <b>:</b> <a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-28.html"><b>siguiente »</b></a><br /></div>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-614225083719027422008-02-01T22:16:00.000+01:002008-02-02T18:12:28.308+01:00La sociedad bipolar. 26El ser humano necesita esquemas con los que comprender el mundo bajo la forma de reglas, y la analogía antropomorfizante es la más fácil por ser el modelo más cercano a la intuición y la que presumiblemente ha sido la primera en la historia y la que ha dado lugar a las religiones e inicio al movimiento filosófico hacia el conocimiento positivo. Por ello no es extraño que la tendencia a entender los resultados históricos en términos de finalidad, de propósito, de <i>teleología</i>, sea tan frecuente y parezca tan poco problemática. Y uno de los casos con respecto al conocimiento de las sociedades es suponer que el estado social actual es una especie de finalidad hacia la que se han dirigido los hechos anteriores, incluso cuando ya no se cree en un <i>supremo hacedor y legislador</i>.<br /><br />Lo difícil de explicar esto evitando la ambigüedad y las discusiones sin fin está en que lo actual es necesariamente el resultado de las situaciones anteriores y no de otra cosa, incluso aunque se introdujeran los actos de un <i>sumo hacedor</i>, y que a dos situaciones idénticas les sucederán consecuencias idénticas conforme a regularidades. En esto consiste el determinismo. Sin ello no podríamos decir que nada se debe a nada anterior pues cualquier sucesión sería posible. Pero el estudio de la historia, como el de cualquier fenómeno complejo se enfrenta a dos problemas: el primero es conocer si dos situaciones son idénticas y el segundo consiste en que las leyes históricas parecen ser las de un caos determinista. <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a><br /><br />Dos situaciones nunca serán idénticas si tenemos en cuenta todos sus detalles, pero se puede establecer qué hechos son irrelevantes para algún fenómeno porque su influencia sobre el resultado es nula o inapreciable. Así que la cuestión queda limitada a los hechos que experimentalmente sean relevantes. Pero esto no es posible hacerlo con exactitud en la Historia ya que no podemos poner y quitar factores a voluntad sino que debemos limitarnos a observar hechos dados y tratar de comprenderlos como resultados de una causalidad multifactorial. E incluso eso es complicado pues sólo tenemos datos del pasado que pueden no ser lo suficientemente exactos para que las conclusiones sean definitivas y siempre quedará espacio a la interpretación. Si tratamos, por ejemplo, de la evolución de las sociedades y de por qué las revoluciones liberales aparecieron en Europa y no en otros países, sólo podemos observar qué factores se dieron y cuáles pudieron ser diferentes y causa de cada resultado, pero esta cuestión está aún abierta y la importancia de cada factor sigue en discusión pues el comercio, la artesanía y las ciudades se dan en el desarrollo de todas las sociedades pero sólo en las de tradición europea se produjeron las revoluciones que han dado lugar al mundo moderno.<br /><br />El segundo problema afecta a sistemas complejos en los que sus elementos interaccionan constantemente con otros y una pequeña diferencia inicial no produce diferencias proporcionales en los resultados sino que puede significar resultados imprevisibles. Se suele poner de ejemplo una bola que cae por un plano inclinado lleno de obstáculos pues resulta imposible predecir la posición en que acabará partiendo de la inicial pues un error menor que el que podemos diferenciar en la posición de salida con respecto a una primera ocasión implica que no chocará con un primer obstáculo en el mismo punto y que eso la llevará a chocar con otro punto en segundo lugar alejándose cada vez más de lo observado en la primera ocasión. La idea del determinismo suele ser que conocidas las condiciones iniciales de un sistema se puede predecir sus evoluciones sucesivas pues asume que esas condiciones iniciales son conocidas con detalle o que las interacciones sucesivas alterarán poco o en cantidades previsibles el resultado final, como la resistencia del aire la trayectoria de una bala. Pero, si la bala debiera atravesar una nube de obstáculos en posiciones conocidas con precisión insuficiente, su posición final no sería previsible. Una sociedad es también un conjunto de elementos que interaccionan y la idea determinista de que o bien su trayectoria histórica depende de pocos elementos o de unos cuantos relevantes, siendo los demás irrelevantes a efectos prácticos, o bien todos, en cualquier caso, son suficientemente conocidos para poder prever el resultado final es poco verosímil y choca con la realidad de la Historia tal como la conocemos por experiencia.<br /><br />Sin embargo un sistema caótico puede no evolucionar fuera de unos límites. Imaginemos la previsión meteorológica a mucho tiempo, que es un caso típico de caos determinista. Es evidente que no se puede calcular la temperatura o las precipitaciones en un lugar dentro de, digamos, seis meses, pero sí una serie de medias y probabilidades tales que en verano será mucho más probable calor que una helada. Pues bien, del mismo modo que el ángulo con el que inciden los rayos de sol o la duración del día o la posición geográfica de un punto concreto hacen posible prever calor en verano y no heladas, determinadas variables sociales pueden hacernos prever situaciones con probabilidades razonables y siempre que se asuma que es mucho lo que no se conoce ni se puede conocer en cada momento. Nadie podría haber previsto hace años, por ejemplo, el papel de internet en la acción y propaganda de los grupos terroristas pues sólo en la imaginación de unos pocos cabría una red de información de ese tipo o la capacidad de los ordenadores actuales. Pero si en el clima se trata de aire a unas determinadas temperaturas y presiones y el comportamiento del vapor de agua y de la superficie del mar y la tierra, los conocimientos teóricos del comportamiento de esos elementos son suficientes para que se pueda crear un modelo que contrastar con los datos reales y que anticipe algunas regularidades, como la circulación de los vientos y los patrones de precipitaciones debido a celdas de convección. En la sociedad, del mismo modo, se puede anticipar modelos teóricos basados en regularidades del comportamiento humano individual y social. Las regularidades y el caos determinista ponen los límites de las explicaciones sociales tanto de lo que no pueden prever como de lo que no deja de ser regular y previsible a pesar de lo variable. Si leemos a Tucídides o a Polibio, dos autores especialmente atentos a las causas reales de los fenómenos y no a los pretextos, podemos ver que nos encontramos ante hechos similares a cualquier conflicto entre Estados modernos, con la diferencia de que los trirremes han sido sustituidos por cruceros acorazados. Y es que la naturaleza humana individual y social no ha cambiado aparentemente en dos mil años.<br /><br />Creo que un modelo realista de la sociedad humana debe tener en cuenta en primer lugar la naturaleza social del individuo humano, como he dicho tantas veces en los artículos anteriores, y su cálculo de costes y beneficios para escoger entre las opciones de pertenecer a un grupo o quedar fuera que tiene o imagina tener. En segundo lugar, el aporte de energía y de recursos que da el ambiente a la sociedad y las capacidades de ésta para usarlos. En tercer lugar, la segmentación a que da lugar una sociedad compleja y la especialización de los individuos, tanto mayor cuanto mayor sea el desarrollo científico y social que permita la explotación de los recursos. En cuarto lugar, el papel cohesivo y de organización del grupo de diversas ideologías como representaciones y explicaciones de la sociedad y sus estructuras. Y, en cuarto lugar, los conflictos a que da lugar la segmentación y especialización social y el papel práctico y simbólico de las ideologías en esos conflictos. Si integramos esto en un modelo de caos determinista podemos tener una visión adecuada de cómo han evolucionado las sociedades humanas y cómo es previsible que evolucionen en respuesta a diferentes situaciones que, obviamente, no conocemos ni podemos prever precisamente en sus puntos más críticos, que son los inesperados y fuera de las regularidades conocidas.<br /><br />Lo que podemos excluir es un modelo ingenuo de progreso ilimitado, perfeccionamiento constante y felicidad creciente o final, tanto como uno de decadencia irremediable y descenso a los abismos. Los modelos de sociedad en cada momento dependerán de la interacción entre los factores que he mencionado: la disponibilidad de recursos y la capacidad científica y técnica para gestionarlos, la complejidad de la sociedad y los conflictos a que dé lugar junto con las ideologías que gestionen estos conflictos en función de las opciones de libertad individual y cohesión social, los dos polos inevitables. Pero estas interacciones no se producen entre unas pocas variables: recursos, conocimientos, segmentación social e ideologías sino entre millones de personas con desigual acceso a los recursos, desiguales conocimientos, desiguales posiciones sociales y desiguales opiniones, y que modifican su situación con respecto a estas variables debido a estas interacciones. La ideología o las opiniones de una persona acerca de su entorno físico y social no son algo estático sino que vienen dados por su conocimiento y opiniones acerca del mundo y acerca de lo que otras personas conocen u opinan. Este factor es el que convierte los cambios sociales en algo caótico y no es diferente al proceso de especulación en los mercados pues el valor que una persona atribuye a una mercancía depende en mucho de lo que otras personas le atribuyen y las alzas de precios se pueden convertir en procesos retroalimentados que terminan por sobrepasar todos los límites razonables y derrumbándose. De la misma manera, lo que una persona puede opinar acerca de lo que existe o de lo que es preferible depende no sólo de sus opiniones como individuo aislado sino también de su tendencia a creer lo que otros piensan o a adaptarse a lo que otros afirman. De esa forma aparecen creencias aceptadas socialmente, ideologías, filosofías o especulaciones en los mercados que pueden ir más allá de lo que cualquier persona individualmente podría haber creído.<br /><br />En artículos anteriores he dicho que los momentos de crisis económicas o sociales son los que hacen que más gente busque soluciones que rompan con las situaciones que a su juicio han causado o permitido la llegada de las crisis. Es muy fácil creer que una situación actual es permanente como creemos que lo que tenemos en la actualidad es, en su forma, definitivo. Podemos creer que los ordenadores del futuro serán más potentes y rápidos pero no podemos saber qué novedades reales se encontrarán nuestros descendientes, del mismo modo que a finales del siglo XIX podían imaginar mejores telégrafos, pero no internet. En la Edad Media la mayoría de la gente podría imaginar señores feudales más justos o fueros más ventajosos pero no un sistema de igualdad y libertades democráticas y sólo en épocas de carestía los hasta entonces tranquilos vasallos se sublevaban contra sus señores. Y sólo, además, cuando se creaba de algún modo una ideología capaz de organizar la suma de descontentos individuales en forma de movimiento social con una dirección, fase en la que interviene qué es lo que cada uno piensa en función de lo que piensan los demás. Así los movimientos de descontento popular o burgués asumían ideologías religiosas al ser éstas las propias del momento y las capaces de dar sentido a las experiencias cotidianas.<br /><br />Conviene analizar en esos términos fenómenos sectarios tales como los paulicianos y los bogomilos, las guerras campesinas en la Alemania del siglo XVI o el puritarismo burgués de Cromwell. Como afirmarían los marxistas, hay una base económica o social en todos esos casos y que se viste de ideología, y no debemos creer que fuera por mera apariencia conveniente sino porque, en primer lugar, las ideas aceptadas en tales momentos consistían en un ordenamiento divino de la sociedad y la moralidad y, en segundo lugar, porque las personas formadas y capaces de dar un sentido unitario al descontento general habían sido educadas en una ideología y filosofía religiosas, y era el molde mental en el que volcaban todas sus experiencias.<br /><br />La combinación de iglesias cristianas institucionalizadas y de un monopolio ideológico de la religión incapaz de asumir los cambios que traía un constante aumento en los conocimientos hizo que no sólo la autoridad filosófica de la religión tuviera que ser desafiada por los nuevos filósofos y científicos sino que donde la religión se apoyó en el poder, o el poder en la religión, las clases burguesas en ascenso chocaron con el poder nobiliario y con su ideología legitimadora religiosa. La misma religión, al menos en sus formas externas, llevó a los anabaptistas a una actitud revolucionaria, por lo que debemos decir que no es el conjunto de ideas básicas religiosas las que chocaban con los campesinos o los burgueses sino la forma específica que tenían en contraposición a éstos en sus movimientos revolucionarios. Pero la ideología de cambio era más coherente como revisión total de las bases del pensamiento, de la ciencia y de la sociedad y no como reacomodación de viejas creencias en un nuevo contexto, por lo que quienes comenzaron poniendo en duda la autoridad filosófica o teológica para dar preeminencia a la razón acabarían por poner en duda el orden desigual y la autoridad de los reyes.<br /><br />Pero las ideas no mueven el mundo sin la fuerza de los recursos materiales más que lo que podría moverlo un cerebro sin manos fuertes, y sólo cuando los burgueses o los nobles dedicados a sus negocios pudieron movilizar recursos contra el sistema estamental que los paralizaba las revoluciones fueron posibles, tanto los cambios forzados de una monarquía absolutista a una de tipo constitucional en Inglaterra como la Revolución francesa que estalló al chocar grupos más extremistas tanto entre los burgueses revolucionarios como en los partidarios del Antiguo Régimen. Pero esos recursos no consistían solamente en riquezas sino en una nueva ideología capaz de movilizar y cohesionar a otras capas sociales, desde nobles de creencias democráticas hasta campesinos y obreros que veían en los cambios la vía a su propio progreso.<br /><br />Sin embargo podría haberse dado una situación contraria al cambio y una alianza de los nobles y los campesinos bajo la ideología religiosa podría haber frustrado las revoluciones burguesas. En algunos casos así sucedió mientras que en otros fue la idea de una unión nacional puesta en peligro por la extensión de la revolución por los soldados franceses o por naturales de los países invadidos y que eran vistos como agentes de intereses franceses más que revolucionarios. Es posible que el cambio encabezado por los burgueses revolucionarios tuviera en esos momentos la clave del éxito ya que acumulaba no sólo el descontento contra la nobleza sino los recursos de industriales y comerciantes y, en general, de los habitantes de las ciudades, más prósperos que los campesinos que podían responder a las llamadas en nombre de la religión o de la nación. Pero el propio éxito de las revoluciones burguesas llevaba a que una nueva clase y unos nuevos países entraran en conflicto con las sociedades existentes. Era Francia o eran los propietarios de las tierras enajenadas a la Iglesia los que ahora chocaban con los tradicionalistas de España y el éxito del carlismo para conseguir apoyos en las tres guerras civiles que inició, debe llamarnos la atención.<br /><br />Quizá la clave del éxito de los intentos antirrevolucionarios, tanto temporalmente en países de Europa como parece que de un modo más sistemático en Asia hasta la influencia europea, consistió en una doble vía: por una parte en un freno al progreso material y, por tanto, a los recursos materiales de los que podía disponer la clase capaz de crearlos y apropiárselos; por otra, a una ideología que no dejaba opción al cambio sino a la integración en el sistema o a la exclusión o la muerte. La fuerza del progreso podía ir en la dirección de las revoluciones y éstas en la dirección del progreso económico y social, pero si los poderosos eran capaces de apropiarse de los recursos de los artesanos y comerciantes y de enfrentar a cada persona con un sistema ideológico fuerte y resistente a las ideas de cambio, ni había progreso ni cambio ni posibilidad de revoluciones. Una persona no suele pensar a tan largo plazo que arriesgue su presente y su futuro inmediato por un lejano futuro improbable. y menos cuando no hay a su alrededor un numero de personas suficiente para procurar ese futuro improbable, por bueno que parezca. En general buscará la opción que al menos a corto plazo dé los mejores resultados del mismo modo que será difícil que arriesgue en un negocio posiblemente lucrativo pero muy arriesgado frente a un negocio menos lucrativo pero más seguro. No creo, por lo tanto, que la vía a las revoluciones y al progreso social y político haya estado siempre marcada sino que ha dependido de azares históricos. Por otra parte, el papel de la ciencia en Europa es inseparable de la maquinización de la industria y del comercio, de la creación de grandes industrias y del transporte por ferrocarriles o barcos y, consecuentemente, de la aparición de hombres de grandes fortunas deseosos de llegar al poder por sus riquezas desafiando a los nobles poderosos por sus tierras, por sus glorias militares o las de sus antepasados. En el resto del mundo o no se dio un progreso tan acelerado de las ciencias o lo que se avanzó no repercutió sobre la tecnología capaz de desarrollar la máquina de vapor y otras aplicadas a la industria, al transporte, a la vida social como la imprenta para libros y diarios o a la guerra.<br /><br />Es decir, resulta dudoso que, sin el desarrollo económico basado en el desarrollo científico y técnico y sin el conflicto paralelo que las nuevas ciencias libraban con la filosofía tradicional y el orden consagrado por ella, los comerciantes y artesanos hubieran podido exigir una parte del poder o su totalidad a los reyes y la nobleza y con recursos suficientes para hacer efectivas esas exigencias. Con frecuencia chocaron comerciantes y burócratas con los militares por el mando en los Estados y la situación osciló alrededor de esas clases como minoría de poder, pero sin que hubiese un cambio direccional definido. Podríamos argumentar que el cambio científico traería el técnico, éste el económico y éste, a su vez, sería la base para el cambio ideológico y el político. Pero esa hipótesis de una dirección irreversible, e infrecuente en la Historia, ignoraría los procesos caóticos y la posibilidad de que la conciencia del peligro del cambio político para las clases en el poder llevara a que hicieran difícil o imposible el cambio ideológico, el científico y el técnico, con lo que el cambio económico se ralentizaría o se detendría, paralizando todo el proceso durante tiempo indefinido.<br /><br />En mi opinión, la democracia de la que disfrutamos no es un fin que ningún <i>Ser Supremo</i> ni <i>Naturaleza</i>, vista como algo con una teleología inmanente, ha previsto, y menos poniendo los medios para que se logre, ni ningún resultado inevitable de unas condiciones iniciales con tal de que pase el tiempo suficiente. <br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Caos_determinista" target="_blank">Caos determinista en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-25.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-27.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-8579713985074188102008-02-01T16:40:00.002+01:002008-02-14T20:58:15.400+01:00La sociedad bipolar. 25El interés de quien desea un cambio es demostrar que el cambio es necesario o inevitable y en cualquier caso beneficioso y, del mismo modo, el interés de quien defiende la estabilidad es demostrar que ni hay necesidad de cambio ni éste va a llevar a otra cosa que a un desastre. Y como el ser humano es esencialmente racional nadie se limita a enunciarlo sino que trata de elaborar alguna teoría que sirva de explicación y justificación de lo que se desea. En la práctica lo peor de esa actitud no es que sea falsa sino que puede cegar al que la mantiene convenciéndole de que sus intereses son, además, verdaderos. En algunos casos puede que se elabore una teoría sólo para engañar a los demás y disimular las verdaderas intenciones, pero creo que muchos reyes no sólo afirmaban tener derecho divino a ser soberanos sino que creían en ello firmemente. Es posible que estar convencido de lo contrario de lo que se afirma produzca un miedo a que la verdad se haga realidad y que la tensión sea tan incómoda que favorezca creer que lo que uno afirma es verdad y que los más fanáticos sean los más convencidos de lo que sostienen.<br /><br />Por otra parte, sostener con convicción que el cambio o la estabilidad son necesarios, inevitables o positivos contribuye a ganar partidarios pues lo que se afirma se afirma como verdad y los convencidos de la misma idea se sienten sólidamente unidos por una causa objetiva y esto los convierte en más eficaces. Y es obvio que en las etapas de estabilidad las teorías de la estabilidad ganan partidarios porque parecen verdaderas, del mismo modo que en las de inestabilidad triunfan las de cambio. Simplemente sintonizan con lo que se observa y con la necesidades y capacidades de los que las protagonizan. Por ejemplo, en un periodo de estabilidad se hacen gastos en bienes duraderos que pueden ser arruinados por uno de inestabilidad, cosa que hace que el que se edifica una casa no quiera ni imaginar en sus pesadillas. Por el contrario, en uno de inestabilidad triunfan los dispuestos a arriesgarse por un resultado potencialmente muy grande. Y esas tendencias están siempre en la naturaleza humana, más en unos o en otros, pero no son novedades que aparezcan de modo absoluto sino que parecen más o menos válidas y se extienden a más o menos personas de acuerdo con las circunstancias.<br /><br />El caos es un estado en el que ningún resultado es previsible y en el que pequeñas diferencias en las condiciones iniciales no llevan a pequeñas diferencias en las consecuencias sino a enormes diferencias. Imaginemos que conducimos nuestro vehículo a una velocidad moderada que nos permite corregir la trayectoria a tiempo e imaginemos que vamos acelerando hasta que llega un momento en que no tenemos tiempo de corregir las desviaciones o esquivar los obstáculos. Llegados a esa situación, prácticamente cualquier cosa que hagamos dará un resultado imprevisible pero ciertamente nada quedará como estaba. En un periodo histórico estable los cambios son previsibles y cuando la fuerza social de un individuo o colectivo es suficiente puede modificar los sucesos dentro de un marco de posibilidades conocidas. Sin embargo, si se produce una situación en la que los resultados de los cambios no responden a lo previsto casi cualquier cosa que se haga llevará a una situación inesperada, pero radicalmente diferente de la inicial. Y lo curioso es que parece existir una tendencia a ir forzando cada vez más los sistemas y la capacidad de respuesta a los obstáculos. Por ejemplo, tras una época de estabilidad, la tendencia es a creer que va a continuar la estabilidad y a crear una teoría que explique y justifique la estabilidad como si esta fuera a ser eterna de ahí en adelante. El resultado es la incapacidad para prever y afrontar los cambios. En una de inestabilidad se favorece la organización dispersa y la adaptación al momento inmediato, cosas que llegada la estabilidad le convierten a uno en un ser diminuto incapaz de acciones concertadas.<br /><br />Pues bien, cuando se analizan los periodos de revoluciones comunistas o fascistas, o cualquier otra, podemos ver que algo ha desequilibrado el sistema social: una guerra, una carestía, un enfrentamiento civil y en esos momentos el futuro se vuelve aún más imprevisible y las decisiones, sean las que sean, difícilmente llevan al punto que uno esperaba al tomarlas. No es extraño que, al igual que conduciendo un vehículo se toman decisiones precipitadas como frenar de golpe o girar la dirección en un sentido equivocado, se tomen decisiones políticas que convierten la situación en más caótica. Y cuanto más caótica es la situación menos probable es poder tomar una decisión correcta ni tener tiempo para ello. Bajo la situación de tensión, cada vez más personas van creyendo que las decisiones habituales hasta ese momento no son adecuadas y opta por tomar decisiones excepcionales y eso raramente disminuye el caos sino que en general lo aumenta. Sólo en algunas ocasiones se mantienen los nervios y se sabe qué hacer y se sobrevive, pero los periodos de profunda crisis económica en países arruinados por la guerra en Europa que estamos revisando no fueron propicios para las decisiones reflexivas y templadas sino que los que tomaron la iniciativa y consiguieron seguidores fueron los que proponían medidas excepcionales para tiempos excepcionales. En Alemania y el Rusia había partidos democráticos pero resultaron sin iniciativa suficiente, o sin fortuna en tiempos de azar, y triunfaron los partidos extremistas. Y una vez perdido el sentido de la racionalidad y glorificada la verdad absoluta del partido o del jefe nos encontramos, como hemos visto antes, en una situación en la que los errores no se transmiten al que toma las decisiones porque se aísla de ellos y la catástrofe llega tarde o temprano.<br /><br />La ideología de las monarquías que defendía su existencia como <i>orden natural</i> de las cosas debía rechazar que la sociedad fuese el resultado de conflictos y de colaboración y entre los conservadores se podrán encontrar abundantes condenas del concepto de lucha de clases o de revolución en cuanto que la inestabilidad era o una rebelión contra el único orden o la demostración de que tal orden era injusto. Por eso, la puerta que abre el liberalismo al considerar la sociedad como resultado de distintos intereses abre la posibilidad de considerar la forma en que se produce el encuentro de los diferentes intereses y al marxismo a hacer la crítica de las estructuras sociales. Y esto, la dinámica social, puede ser uno de los grandes avances que Marx y su época impulsan. Ya no se podrá creer en un orden natural estable sino en el resultado de múltiples conflictos en medio de unas circunstancias determinadas. En este aspecto, la huella de Marx en la sociología es definitiva y queda a salvo de su error al prever la forma en que realmente va a transformarse una sociedad industrial. Podemos leer en el <i>Manifiesto comunista</i> <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> una predicción totalmente opuesta a lo que ha tenido lugar, ya que las industrias no han creado una mayoría de puestos de trabajo que no requieran habilidad sino todo lo contrario. La industria ha requerido cada vez más trabajadores especializados, técnicos e ingenieros expertos en el diseño, la construcción, el uso y el mantenimiento de máquinas complejas. Imaginemos la fuerza que puede tener en sus reivindicaciones un trabajador del que depende el funcionamiento de las redes de internet. Y los conflictos no han ido creando una oposición violenta entre una minoría explotadora y una mayoría cada vez más explotada y pobre, sino que la fuerza relativa de los trabajadores especializados ha creado la democracia al darles el arma de su saber y experiencia.<br /><br />Sin embargo, es cuando las crisis alteran el orden en el que las cosas son previsibles, aunque no tengan nada de naturales ni de inevitables, cuando el papel relativo de cada individuo en la sociedad se vuelve también imprevisible y cuando éste reevalúa constantemente si su participación en el orden presente le reporta beneficios o perjuicios. Los profetas del caos sólo pueden encontrar partidarios para aplicar sus recetas cuando el caos es visible. Lo normal será que el agorero sea visto como un ser extraño del que compadecerse, en el mejor de los casos. Pero cuando el caos que predice se presenta empieza a ser visto como alguien capaz de dar certidumbre en medio del caos y es entonces cuando mucha gente cree en las ideas más extravagantes, ridículas e incluso criminales. Y es entonces cuando las tendencias a la cooperación o a salvarse a uno mismo o al colectivo de aliados afloran en todo su dramatismo.<br /><br />Podemos tender a considerar y a querer demostrar, como un rey en su trono, que el mundo y la sociedad estable que conocemos son los únicos posibles o aquellos a los que la Naturaleza tiende de forma espontánea, olvidando que la naturaleza de la sociedad es el conflicto. O creer que las valoraciones que hacemos en tiempo de prosperidad y paz son las misma que todo el mundo haría en tiempos de carestías y guerra. Y eso, además de que podamos engañarnos a nosotros mismos en una tarde de debate amistoso, nos incapacita para prever los cambios y para orientarlos en el sentido que deseemos. ¿Acaso el instinto criminal de los SS nazis apareció de la nada en la culta sociedad alemana de entreguerras? ¿Acaso la opción del golpe de estado era incompatible con la naturaleza de los rusos de 1917? Todo eso está presente siempre y se activa y se refuerza en medio del caos hasta parecer natural al número suficiente de personas para que se lleve a la práctica.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, son organizados en forma militar. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de toda una jerarquía de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del burgués individual, patrón de la fábrica. Y es despotismo es tanto más mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.<br /><br />Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los niños. Por lo que respecta a la [118] clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significación social. No hay más que instrumentos de trabajo, cuyo coste varía según la edad y el sexo.</i><br /><br /><a href="http://www.marxismoeducar.cl/me05.htm" target="_blank">El manifiesto comunista. Capítulo I. Burgueses y proletarios.</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-24.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-26.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-13188126305054334442008-01-15T01:45:00.000+01:002008-01-30T16:41:52.011+01:00La sociedad bipolar. 24Se suele decir con humor que los economistas son expertos en pronosticar el pasado. Evidentemente, lo difícil es pronosticar el futuro, y cualquier historiador o escritor de blogs puede pronosticar el pasado y decir que la derrota de los fascismos era previsible o inevitable dado que se declaraban enemigos de la mayor parte del mundo y se enfrentaban a sus ejércitos y sus economías, y a que, por otra parte, la concentración de poder en un jefe absoluto no es capaz de evitar los errores sino que tiende a poner la mayor de sus locuras al margen de la critica.<br /><br />Sabemos que los fascismos fueron derrotados y sabemos igualmente que la URSS se desplomó, por lo que parece verificada la idea de que todo totalitarismo concentra el poder de tal manera que su rigidez lo hace débil y más si se enfrenta militarmente o en una carrera de gasto militar al resto del mundo que no es totalitario y que sabe adaptarse a los cambios. De hecho la URSS desde su creación siguió un camino de avance en un modelo anticuado de economía basado en las grandes industrias siderúrgicas, lo cual le permitió superar en capacidad militar al ejército nazi y derrotarlo en toda la Europa oriental. Pero la adaptación a una economía moderna que requería descentralización de las decisiones, precios realistas e incentivación de las innovaciones era incompatible con el modelo de economía y política centralizadas. Y más si la centralización se llevaba al límite gobernando Stalin.<br /><br />No sé si se puede hacer una afirmación semejante de la política económica de los Estados fascistas ya que toda su retórica revolucionaria y anticapitalista no se tradujo en otra planificación central que la orientada a la guerra y la sujeción absoluta a la ideología gobernante, la guerra se inició a los pocos años de llegar Mussolini o Hitler al poder y la duración de todo el fenómeno fue menor de veinte años. Las industrias siguieron dirigidas por sus anteriores propietarios y en este aspecto los fascistas no cometieron el mismo error que al creer en la jefatura absoluta de un <i>Duce</i> o un <i>Führer</i>, especialmente en la dirección de la guerra. Por otra parte, la principal diferencia con una sociedad democrática y una economía de mercado consistía en poner todo al servicio de una idea de la comunidad nacional enfocada a la guerra. Evidentemente el gobierno, las leyes y la justicia pero, con una visión perspicaz del papel de la propaganda sobre la opinión pública, todos los medios de comunicación más los actos de masas.<br /><br />La idea de las minorías gobernantes de las sociedades estamentales durante los periodos de estabilidad acerca del pueblo es la de un ente semipasivo con el que no es necesario ni útil contar políticamente. Si acaso, en los periodos de crisis se podrá rebelar y habrá que dominarlo por la fuerza. La noción de clase superior por naturaleza implica desvalorizar todo lo que pertenezca a clases supuestamente inferiores, pero ni el más necio de los gobernantes medievales olvidó algo tan importante como el control social a través de la religión. Hoy podemos ver en cada pueblo una iglesia medieval o varias, la mayoría de ellas de maravillosa construcción, sobre todo comparadas con la de las viviendas de la gente común, y algunas prodigios del arte y la técnica de la época. Y podemos imaginar el coste de su construcción para poblaciones reducidas incluso en zonas de agricultura o comercio prósperos. Por lo tanto, de la apariencia monumental y de su coste podemos deducir la importancia real de los templos como demostraciones de poder político, económico e ideológico. En unas épocas en las que la teoría comúnmente aceptada sobre el origen del mundo, del ser humano, de la sociedad, de la enfermedad, de las causas de la guerra y la paz y, en general, de todo, era la que implicaba un Dios, la integración en la sociedad o la contestación se traducía en religiones oficiales o en herejías del descontento.<br /><br />La integración en la sociedad era equivalente a la integración en una comunidad religiosa, dirigida desde lo más alto por Dios y, en lo cercano, por sus representantes. Y la enseñanza, los hospitales o los cuidados a los pobres, en lo que no fuera una necesidad familiar, pasaban por las iniciativas de la Iglesia. Así que no podemos creer que la propaganda es un invento de anteayer cuando el control ideológico de la disidencia o la ortodoxia podía significar guerras, como la cruzada contra los albigenses. O bien, al ver que el descontento social se expresaba en forma de variantes religiosas enfrentadas al poder y a su teología, pero reflejando un enfrentamiento básico que no se puede reducir a disquisiciones filosóficas acerca de entidades incomprensibles para casi todos, incluyendo buena parte de los religiosos.<br /><br />La primera lucha del liberalismo para abrirse paso como alternativa a la sociedad estamental consistió en criticar la ideología que la sustentaba. Si observamos el <i>Tratado Teológico-Político</i> <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> de Spinoza desde su título hasta su contenido consiste en una crítica de la capacidad de los profetas o los reyes para dictar leyes a la sociedad en nombre de la religión. Más adelante, los descontentos con la ideología religiosa y con la ideología monárquica coincidían en las mismas razones pues ya no era una autoridad suprema la que dictaba las leyes o la que representaba la verdad sino la razón individual, esencialmente idéntica en cada persona. Y esa labor de crítica se difundió a través de los libros de los filósofos y de la <i>Enciclopedia</i> y a través de reuniones de descontentos. No se podría entender la Revolución Francesa sin las organizaciones políticas. Esa misma labor se realizó en otros países con diferentes formas y éxito, pero consistió igualmente en desarticular el Antiguo Régimen desde sus mismos cimientos ideológicos.<br /><br />Los liberales ya en el gobierno no parecieron tan conscientes del papel de la cohesión ideológica social, de la ideología compartida que precede y es requisito necesario para la acción compartida salvo en el aspecto religioso. Así vemos que el anticlericalismo y la <i>Kulturkampf</i> eran sinónimos de liberalismo. Por la otra parte no faltaron textos que criticaban la sociedad liberal <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> y "sin Dios" y elogiaban la monarquía ni papas ni sacerdotes dispuestos a difundir esas ideas. Pero quizá son los socialistas y específicamente los marxistas los que son más conscientes de la importancia de la labor de propaganda por escrito y mediante charlas a los obreros. Debemos insistir en que los seres humanos deciden en función de su comprensión de las cosas y del posible futuro que les espera y que la modificación del futuro pasa necesariamente por un modelo ideal acerca de lo que existe y de cómo debe conservarse o cambiarse. Así que los marxistas tomaron las críticas de los liberales anticlericales y les añadieron su propia crítica hacia el modelo de sociedad y economía liberales anunciando a los obreros su futuro empobrecimiento y la necesidad de la revolución violenta. La respuesta fascista fue replicar esa importancia relativa de la propaganda, la "predicación" de su ideología y la acción violenta como camino de transformación social contra los mediocres gobernantes monárquicos o liberales y contra las revoluciones marxistas. Creo que no podemos entender el fascismo salvo como fenómeno de masas. Es decir, podemos entender que algunas personas elogiaran la violencia y la irracionalidad como aparece ya en el Romanticismo, pero uno por uno y en ausencia de circunstancias de crisis social, no parece posible que un número elevado de ciudadanos siguiera tales actitudes. Y es lo que sucede en general pues sin fenómenos de crisis la gente no busca un rey, ni se rebela contra él mientras la vida es soportable, ni los obreros se lanzan a la revolución mientras prosperan.<br /><br />En cualquier caso, la comprensión del fenómeno del fascismo es difícil gracias -literalmente- a su pronta derrota y sólo podemos imaginar qué crisis internas habría sufrido, qué capacidad de enfrentamiento habría tenido contra las naciones democráticas o marxistas de haberse estabilizado la guerra o haberla ganado parcialmente, si habría salido victorioso, si se habría derrumbado por sus propios errores o por revoluciones internas o si habría iniciado nuevas guerras. Lo que no podemos olvidar es que se trataba de un sistema totalitario que habría seguido la evolución predecible de otros sistemas totalitarios. No debemos dejarnos engañar por los nombres de las cosas pues si llamamos trigo a la uva y uva al trigo no dejará de cosecharse uno antes del verano y otro después.<br /><br />La URSS tuvo una vida relativamente larga y podemos analizarla. La de los países de Europa oriental es un mero apéndice de la de la URSS y parece que el destino de Varsovia no iba a ser diferente en ningún caso del de Vladivostok. La de la República Popular China es un caso aparte pues nominalmente sigue siendo un país comunista a pesar de que la centralización de las decisiones afecta a lo militar y al control político pero ya no a la economía, curiosamente del mismo modo que en los Estados fascistas. Pero lo que caracteriza a la URSS es la dictadura del Partido Comunista en todos los aspectos de la sociedad. No fue un tipo cualquiera de socialismo ni de marxismo, sino la versión que más acentuaba el aspecto de <i>dictadura del proletariado</i> de la teoría marxista.<br /><br />Se podría entender que la socialdemocracia ponía las mismas ideas de la Revolución Francesa como objetivo y consideraba que la política debería ir en el sentido de garantizarlas pero extendía la cuestión no sólo a la capacidad para participar en política o a ser ciudadano con igualdad de derechos sino a las relaciones económicas. Es decir, que si el sistema capitalista disminuía la libertad o la igualdad o dejaba abandonados a algunos individuos a su suerte, tal sistema debía ser eliminado o modificado para restituir los derechos a los perjudicados. El comunismo de Lenin, por el contrario, iba en el sentido más tradicional de Marx de aplicar unas teorías supuestamente científicas al margen y por encima de la voluntad y opinión de la sociedad. Al creerse en posesión de una ciencia objetiva, la libertad, la igualdad o la fraternidad quedaban sometidas a las necesidades de implantar el socialismo, y prueba de ello es que Lenin dio un golpe de Estado contra un gobierno presidido por un socialdemócrata, Kerensky.<br /><br />Y, si la finalidad y el resultado de un golpe de estado no puede ser negociar ni pactar con los que han sido considerados en grado de enemigos que deben ser combatidos, está claro que las divisiones van a ser irreconciliables y que toda identificación de cada persona con la línea del partido comunista en el poder o con sus opositores va ser planteada en esos mismos términos de enemigos y combate. No es de extrañar, por lo tanto, ni que Stalin persiguiese a Trotsky hasta el asesinato ni que las purgas, las cárceles y los campos de concentración sustituyesen al debate político. En eso, no hay ninguna diferencia con las prácticas fascistas y nazis de dominar la sociedad de forma totalitaria ni con la de eliminar cualquier rastro de oposición ni es extraño como posibilidad dentro de las relaciones humanas. No podemos caer aquí en la fe ingenua en que el mundo es un oasis de estabilidad interrumpido de vez en cuando por periodos excepcionales de barbarie ya que los periodos de barbarie sólo manifiestan de forma caótica lo que ya está presente en los periodos de normalidad, y me explicaré en el siguiente capítulo sobre este tema.<br /><br />Pero, una vez definido un límite absoluto entre amigos fieles y discrepantes enemigos, resulta imposible permanecer en un estado intermedio de crítica y es necesario aparentar la unanimidad de un ejército combatiente y asentir a las órdenes sin dudar de ellas, con lo que el que percibe algún error o necesidad de reforma se librará de manifestarlo para no aparecer como traidor, y cualquier línea de gobierno se volverá rígida e insensible a la información sobre la realidad y los posibles fracasos. Nada diferente a como los planes de Hitler de atacar a la URSS <a href="#Nota 3"><b><i>(3)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> sin prever material para el invierno no pudieron ser corregidos por ningún general alemán amante de su propia cabeza. La centralización despótica de las decisiones puede parecer un logro para quienes estén convencidos de que van a tener éxito, y es razonable que acaben purgando sus propios pecados con su ruina, pero es objetivamente un suicidio en fases desde que renuncia a conocer la realidad de los efectos de las decisiones adoptadas. Y los comunistas de la URSS adoptaron muchas de este tipo desde la organización absurda de la economía hasta la guerra permanente contra los países no comunistas en todas las formas y momentos sin ver, o sin querer o poder rectificar una linea de gasto desmesurado sobre una economía ineficiente y en decadencia. Fueron subvenciones a todos los partidos y grupos capaces de entorpecer o debilitar a los <i>países capitalistas</i>, dinero y material para guerras y guerrillas a lo largo de todo el mundo y de toda la llamada <i>Guerra fría</i>. Hasta que el sistema amenazó ruina y en una serie de intentos de reformas apresuradas se acumularon los errores en forma de gobiernos de Andropov, Chernenko y Gorbachov y la URSS se desintegró.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>Tratado Teológico-Político de Spinoza.</i><br /><br /><a href="http://www.google.com/books?id=gl42XSjdF6wC&printsec=frontcover&dq=Tractatus+theologico+spinoza&as_brr=1&ei=lvKMR-_gE4Gc6wKwqJiVBg#PPP1,M1" target="_blank">A Theologico-Political Treatise en Google Books</a><br /><br /><a href="http://www.yesselman.com/ttpelws1.htm" target="_blank">A Theologico-Political Treatise</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2";></a><b>Nota 2:</b> <br /><i>Pío IX. Encíclica Quanta cura y Syllabus. 8 diciembre 1864<br /><br />"Por lo cual, los mismos Predecesores Nuestros se han opuesto constantemente con apostólica firmeza a las nefandas maquinaciones de los hombres inicuos, que arrojando la espuma de sus confusiones, semejantes a las olas del mar tempestuoso, y prometiendo libertad, siendo ellos, como son, esclavos de la corrupción, han intentado con sus opiniones falaces y perniciosísimos escritos transformar los fundamentos de la Religión católica y de la sociedad civil, acabar con toda virtud y justicia, depravar los corazones y los entendimientos, apartar de la recta disciplina moral a las personas incautas, y muy especialmente a la inexperta juventud, y corromperla miserablemente, y hacer porque caiga en los lazos del error, y arrancarla por último del gremio de la Iglesia católica."<br /><br />"Pues sabéis muy bien, Venerables Hermanos, se hallan no pocos que aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio que llaman del naturalismo, se atreven a enseñar «que el mejor orden de la sociedad pública, y el progreso civil exigen absolutamente, que la sociedad humana se constituya y gobierne sin relación alguna a la Religión, como si ella no existiesen o al menos sin hacer alguna diferencia entre la Religión verdadera y las falsas.» Y contra la doctrina de las sagradas letras, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dudan afirmar: «que es la mejor la condición de aquella sociedad en que no se le reconoce al Imperante o Soberano derecho ni obligación de reprimir con penas a los infractores de la Religión católica, sino en cuanto lo pida la paz pública.» Con cuya idea totalmente falsa del gobierno social, no temen fomentar aquella errónea opinión sumamente funesta a la Iglesia católica y a la salud de las almas llamada delirio por Nuestro Predecesor Gregorio XVI de gloriosa memoria (en la misma Encíclica Mirari), a saber: «que la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida; y que los ciudadanos tienen derecho a la libertad omnímoda de manifestar y declarar públicamente y sin rebozo sus conceptos, sean cuales fueren, ya de palabra o por impresos, o de otro modo, sin trabas ningunas por parte de la autoridad eclesiástica o civil.» Pero cuando esto afirman temerariamente, no piensan ni consideran que predican la libertad de la perdición (San Agustín, Epístola 105 al. 166), y que «si se deja a la humana persuasión entera libertad de disputar, nunca faltará quien se oponga a la verdad, y ponga su confianza en la locuacidad de la humana sabiduría, debiendo por el contrario conocer por la misma doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, cuan obligada está a evitar esta dañosísima vanidad la fe y la sabiduría cristiana» (San León, Epístola 164 al. 133, parte 2, edición Vall)."</i><br /><br /><a href="http://www.filosofia.org/mfa/far864a.htm" target="_blank">Encíclica Quanta cura y Syllabus</a> <br /><br /><a href="http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=2768&cat=biografiasuelta" target="_blank">Pío IX, Papa en Gran enciclopedia Rialp</a> <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 3";></a><b>Nota 3:</b> <br /><i>La Operación Barbarroja (en alemán: Unternehmen Barbarossa) fue el nombre en clave dado por Adolfo Hitler para el plan de invasión de la Unión Soviética por las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.<br /><br />La operación abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el teatro de operaciones más grande de la guerra, escenario de algunas de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa.<br /><br />La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojo contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler de ganar la batalla de Moscú.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Operación_Barbarroja" target="_blank">Operación Barbarroja en Wiki</a> <a href="#Subir 3"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-23.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/02/la-sociedad-bipolar-25.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-15066040016166963732008-01-14T20:57:00.000+01:002008-01-15T23:50:35.572+01:00La sociedad bipolar. 23Conocer la estructura de la sociedad y sus cambios históricos es una información que reduce nuestra incertidumbre tanto si tratamos de comprender la naturaleza de los hechos como si tratamos de conseguir determinados fines prácticos. Y, al menos en cuanto que los cambios sociales nos afectan directamente, parece conveniente y necesario conocer la naturaleza de esa estructura y esos cambios. Pero conocer algo sobre un conjunto es conocer los elementos que lo forman, su naturaleza y cómo interaccionan, es decir, en el caso de la sociedad, conocer la naturaleza social de los seres humanos.<br /><br />Creo que hay poco de excepcional en todas las épocas, salvo los avances científicos y tecnológicos, y que lo que varía en la estructura social general lo hace en función de la cantidad de recursos disponibles. Pero el curso concreto de los acontecimientos y su resultado en cualquier momento no podría conocerse de forma determinista pues el resultado social del conjunto de ideas y acciones humanas no puede reducirse a una mera suma de ideas y acciones individuales aisladas sino al resultado de que cada individuo interaccione con los de su alrededor. Como decía en el artículo anterior, algunos fenómenos sociales son consecuencia de que cada persona varía sus ideas, preferencias y decisiones en función de lo que los demás manifiestan sobre lo que piensan, prefieren y deciden acerca del mismo tema. Por lo tanto, es necesario conocer no sólo los elementos constantes de la naturaleza humana sino los hechos puramente históricos acerca de lo que se pensó en cada momento, cómo se difundió y en qué circunstancias.<br /><br />La ideologías totalitarias del siglo XIX y XX de que tratamos ahora deben ser explicadas de esa manera, como el resultado de unas ideas en unas determinadas circunstancias y de la manera en que las ideas cambian las circunstancias y éstas modifican la ideas. El menosprecio de la razón, de la paz y del modelo de sociedad vigente en unas circunstancias inestables de finales del siglo XVIII y del XIX parece explicar tanto la estética del Romanticismo como el ambiente ideológico que permitió germinar, crecer y fructificar a los totalitarismos, cosa que quizá en otro ambiente no habría sido posible. Pero eso es una muestra de lo que decía antes ya que son hechos y crisis concretos y no leyes deterministas los que tienen como resultado la Revolución Francesa y las guerras por toda Europa que le sucedieron. Y los cambios que todo esto produce junto con el desarrollo económico los que dan lugar a nuevas crisis, nuevas revoluciones y la desconfianza en la estabilidad o el progreso para empezar a preferir la violencia.<br /><br />Los conflictos en Europa dieron lugar en algunas personas a una añoranza de un tiempo pasado en el que supuestamente no había revoluciones ni diferencias abismales entre ricos y pobres. Se idealiza la Edad Media de una forma tan falseadora como que en el Renacimiento se la calificara de bárbara, y surgen la ficción histórica con santos, caballeros y damas virtuosos frente a un presente supuestamente de decadencia moral. Pero eso tiene tan poco de reflejo de la realidad pasada como los mitos del buen salvaje o las alabanzas de los imperios chino o turco tan de moda en el periodo anterior. Cuando los ilustrados nos hablan del buen salvaje no nos hablan de ese hecho, que apenas conocen y que sobreestiman, sino de su rechazo de la civilización en la que viven, y cuando los románticos nos hablan de la religión y la caballería nos están hablando realmente de su desprecio por la sociedad irreligiosa e industrial.<br /><br />De todos modos, tampoco sería posible hablar de una ideología coherente ni de excesivas coincidencias pues así como un Carlyle añora la espiritualidad y los tiempos caballerescos para rechazar el presente y valorar el papel de los héroes, Nietzsche exalta al superhombre, desprecia al presente, pero carga las culpas de la mediocridad en la religión. Creo que lo importante no está en la coincidencia en lo que afirman sino en la coincidencia en lo que rechazan. Y es en ese desprecio de la economía industrial y de la sociedad y sus crisis en donde puede crecer la idea de que por encima de la razón están el sentimiento o la voluntad, que por encima del diálogo está la estética de la fuerza y el combate, que por encima de la gente común están los seres humanos superiores en conocimiento, virtud o fuerza.<br /><br />Sería absurdo negar que la ciencia ha contado con genios que han destacado sobre la media y que los grandes descubrimientos e inventos son fruto de algunos privilegiados que se adelantaron en mucho a sus contemporáneos partiendo de un mismo acervo cultural común. Y sería absurdo negar que ha habido creadores geniales en todos los campos e individuos capaces de dirigir la sociedad con una capacidad extraordinaria. Pero lo que les hizo extraordinarios a todos ellos no es una cualidad o conjunto de cualidades exclusivas de los genios sino la inteligencia, el razonamiento, la fuerza de voluntad y la constancia que en otros están menos desarrolladas o mezcladas con intereses tan mundanos como buscar el alimento diario. La virtud del genio científico no está en razonar como otros no lo hacen sino en poder hacerlo cuando los demás se distraen o se rinden ante el fracaso. La virtud del héroe no está en no temer el peligro sino en poner por encima de su temor la necesidad de cumplir un fin. La prudencia del buen político no está en alejarse de los sentimientos humanos comunes sino en aplicar plenamente esos sentimientos de amor por sus conciudadanos. Y el peligro de los héroes y sus seguidores cercanos está en que son individuos, meramente otros individuos cuyos intereses pueden ser diferentes o contrapuestos a los del pueblo que cree que va a ser salvado por ellos.<br /><br />La valoración de los héroes y en general de las personas excepcionales es tanto mayor cuando mayor sea el peligro o la incertidumbre. Es la gente pobre la que más confía en la suerte y la ignorante la que más confía en los milagros. Y es la gente que se siente débil la que más cree en los héroes como si la apuesta viniese garantizada por alguna señal presente en ellos y que sea prueba definitiva de éxito. O quizá es debido a que en la situación en que se encuentra sólo puede hacer una apuesta personal pequeña y esperar que el resultado sea grande aunque parezca improbable. Sería psicológicamente comparable a que un pobre apueste el poco dinero que tiene en un juego donde cree ingenuamente que puede ganar el mayor premio ya que no puede iniciar ningún negocio ni sobrevivir con esa cantidad. Creo que los mismos mecanismos psicológicos que puedan explicar el comportamiento de un jugador arriesgado y sus apuestas absurdas pueden explicar la confianza de algunas personas en los héroes.<br /><br />Pero, al menos, el héroe modelo de los periodos medievales estaba moderado por la espiritualidad y el refinamiento. Es obvio que en alguna época brutal la guerra estuvo tan presente que los jefes bárbaros brindaban en copas hechas de cráneos de enemigos para demostrar su capacidad en la batalla, pero el caballero medieval es un cristiano devoto y un amante cortés. Posee la fuerza pero la usa con medida. Y el Romanticismo comienza valorando esto pero acaba glorificando la fuerza bruta sin límites, aparentemente propios éstos de seres mediocres. Porque si se comienza valorando al ser excepcional que salva al pueblo incluso de sí mismo, se acaba concentrando toda la virtud, la fuerza y la prudencia en el héroe y toda la culpa, la cobardía y el error en el pueblo. Algunos románticos parecen haber creído tanto en el monarca virtuoso que crean de él una imagen que concentra todo el bien mientras el mal se encuentra repartido por la sociedad. Algo similar a como dirían los teólogos medievales que Dios es el Bien mientras que el ser humano se hunde por su tendencia al pecado. Y ya no es el héroe el que se sujeta al bien o la justicia sino que lo que el héroe hace es el bien y la justicia.<br /><br />Posiblemente la combinación desafortunada de exaltación del héroe como salvación de la nación con la falta de reglas de una irreligiosidad creciente hace que mucha gente comience a creer en una forma de gobierno en la que el caos no es posible sólo si unos héroes defienden al mundo. Y cuando las revoluciones del siglo XX extienden la violencia y el desconcierto el papel de héroe es ofrecido instintivamente por cada vez más personas a algún individuo capaz de representarlo. Quizá el mecanismo es el mismo en todos los casos y sólo varía en los detalles: los conservadores confían en un rey cristiano, virtuoso y justo como los comunistas confían en la vanguardia consciente de la clase obrera, pero los que creen que la nación es un todo para el que la lucha de clases de los marxistas es un grave daño y confían de forma ciega en la fuerza del héroe se manifiestan como fascistas. Sólo la creencia de que nadie es superior a nadie propia de gente moderadamente satisfecha de sí misma, de sus logros y de su capacidad para gobernar los asuntos públicos siguió siendo la base de la democracia y el liberalismo contra los totalitarismos. Pero los fascistas no creen en sí mismos como individuos y no creen en los que son como ellos. No creen obviamente en los que ven como sus enemigos y han dejado de creer en unos reyes virtuosos y justos por débiles, de modo que depositan toda su confianza en unos nuevos jefes fuertes que hagan lo que nadie salvo ellos puede hacer. En cierto modo es el mismo fenómeno de la élite intermedia que se cree expropiada injustamente de su poder para gobernar y que desea eliminar a los gobernantes presentes para hacerlo ella. Los marxistas, intelectuales que jamás fueron obreros, serían otra élite con conciencia de ser capaces de crear y dirigir un nuevo orden social con sus lazos con los obreros industriales que creerían ciegamente en ellos.<br /><br />Podíamos decir en descargo de quienes apoyaron al fascismo o al nazismo en sus principios que, una vez que los jefes indiscutibles consiguieron el poder absoluto de unas gentes atemorizadas o deseosas de una victoria a cualquier precio sobre la amenaza revolucionaria, tales jefes hicieron uso absoluto de ese poder y ya nada se sometió a elecciones ni referendos públicos sino que la maquinaria totalitaria del Estado fascista acabó con toda posibilidad de réplica. El antisemitismo de los nazis y su violencia ilimitada ya estaba en su teoría y en su práctica desde los inicios, pero es muy dudoso que nadie pudiera imaginar que votar a Hitler en unas elecciones fuera equivalente a crear los campos de exterminio. Al fin y al cabo, los socialdemócratas y comunistas no desaparecieron de Alemania ni fueron presumiblemente convertidos en nazis convencidos pero, una vez Hitler en el poder, su relevancia y con más motivo la de cualquier otro alemán en el curso de la historia fue casi nula con excepción de algún espía o algún militar descontento. <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a><br /><br />Pero esa dinámica de concentración del poder y la capacidad de decisión en un jefe indiscutible fue la raíz de la derrota del fascismo. Hitler y los nazis infravaloraron la capacidad del ejército y de las industrias de la URSS para resistir su ataque y la fuerza conjunta de los EE UU junto a los ingleses por la otra parte. No es posible, tampoco en este tema, juzgar como inevitable la derrota de los fascismos pues algún suceso excepcional como un desarrollo temprano de bombas atómicas y misiles por parte de la industria alemana podría haber cambiado algo la historia. Pero aún con eso sería dudoso ya que unas pocas bombas sobre ciudades no podrían haber contrapesado la superioridad del Ejército Rojo en tanques, aviones o artillería y el poder militar y económico de los EE UU. Tengamos en cuenta que los gases venenosos ya eran conocidos y habían sido usados en la Primera Guerra Mundial y no se usaron como arma masiva en Europa. Probablemente los ejércitos de los EE UU o de Inglaterra cometieron errores, pero la capacidad de crítica de sus sociedades estaba en activo y era capaz de corregirlos, y en cualquier caso un Roosevelt o un Churchill no llevaron su liderazgo a tal punto -ni podían hacerlo- que sus militares sólo pudieran seguir sus ocurrencias. En cambio, las órdenes del <i>Führer</i> eran indiscutibles y las derrotas se traducían en cambio de generales pero no de ocurrencias de Hitler. <br /><br />Una parte de las sociedades europeas creyó que su vida, su libertad o su posición estaban en peligro por las revoluciones comunistas y optó por la irracionalidad y la violencia. Ante la posibilidad de perder su modo de existencia renunció a la libertad y rompió el pacto de cohesión social que hacía a todos ciudadanos, o lo consideró roto por esas revoluciones. No luchó a favor de la racionalidad ni en contra del totalitarismo y la violencia sino que construyó otro totalitarismo violento, enemigo de quien no fuese un partidario fiel, y se lanzó a combatir a todo lo que no fuese su misma imagen. La derrota era de esperar.<br /><br />Y si la derrota de los fascistas fue esperable al tomar como enemigo y tratar de combatir al resto del mundo, la situación tras la guerra también lo fue. Podemos recordar que los comunistas gobernaron Rusia tras una guerra civil en la que varias potencias europeas enviaron tropas en ayuda de los llamados <i>blancos</i> antibolcheviques. Y podríamos tener en cuenta también que Stalin había pactado con la Alemania nazi para quedar con las manos libres en su país, y que agredió a Polonia, a Finlandia y a los países bálticos. Y una vez sus ejércitos controlaron media Europa y con los comunistas chinos victoriosos en su propia guerra civil no era de esperar sino que, en una especie de parodia de Clausewitz, la política fuera la continuación de la guerra por otros medios.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>Was the Social Democracy the only party that collapsed without offering any resistance at the decisive moment in the early months of 1933? Did not the Communists, the pristine-pure revolutionists, free of any vestige of “reformism,” present the same picture? And what about the Centrists at the other extreme? For years they had fought against Bismarck, the Iron Chancellor, until they had forced him to capitulate. Today they bow before Hitler without the slightest sign of active opposition. Nor should we forget the German Nationalists, so militant and warlike, who controlled the army and the powerful Stalhelm, the war veterans’ organization. They too permitted themselves to be hurled into oblivion without any attempt of serious resistance.<br /><br />When seen from this broad, objective angle, the problem of the German Social Democracy becomes the problem of the German people. All its component classes and elements have for the moment lost the capacity for resistance against its oppressors. As regards the Hitlerites themselves, on the other hand, we can say what Tacitus said of the aristocrats of the Roman Empire: ruere in servitium. They rushed gladly into slavery. They demanded to become slaves of the “Leader.”<br /><br />Are we to conclude, therefore, that all elements of the German people have lost the capacity to assert their right to freedom? Are all Germans so cowardly, so unwilling to make sacrifices for a common cause? And yet, it was the same German people who in the war had asserted themselves with immense heroism against overwhelming odds! Whence, then, the seeming fear and cowardice of all classes and parties in Germany?<br /><br />Such a general development cannot be attributed to the false tactics of any single party or to the mistakes of individual leaders. On the contrary, the conduct of individual leaders is determined largely by the sentiments of the people as a whole. It would be erroneous, however, to regard the sentiments of the moment as reflecting the natural make-up and character of the people. They are merely the consequence of the special circumstances which have brought about this profound degradation of the entire nation.<br /><br />The prelude to this degradation was the war and the particular part played therein by the German people. The exhaustion into which the German people fell as a result of the war and post-war developments supplied the soil for counter-revolution.</i><br /><br /><a href="http://www.marxists.org/archive/kautsky/1934/hitler/ch01.htm" target="_blank">Karl Kautsky. Hitlerism and Social Democracy. I. The Collapse of the German Labor Movement</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-22.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-24.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-4799408079147327182008-01-13T00:22:00.000+01:002008-01-13T20:18:42.836+01:00La sociedad bipolar. 22Resulta más que llamativo que una de las frases más conocidas del fascismo italiano <i>"credere, obbedire, combattere"</i> parezca una directa oposición punto por punto al <i>"libertad, igualdad, fraternidad"</i> de la Revolución Francesa: al contrario de la libertad y la igualdad, creer y obedecer sin crítica y desde la subordinación, y al contrario que la fraternidad, combatir. Mientras que la finalidad de la revolución burguesa había sido hacer ciudadanos libres e iguales que fueran la autoridad suprema para los asuntos públicos derrocando a los reyes, el fascismo rechaza la igualdad y redistribuye a los ciudadanos como meros soldados de la nación, gobernados por dirigentes indiscutibles. No por nada, otra de las frases del fascismo es la de <i>"Il Duce ha sempre ragione"</i>.<br /><br />La sociedad para el fascista se estructura no como una asociación para el bien de los individuos en la que cada uno colabora y razona para conseguir ese bien por el esfuerzo común sino como un ejército en el que se sirve y en el que jamás se discute una orden superior. Y el motivo es que el fascismo ve la vida como una batalla, con exaltación de la fuerza, la violencia, el orgullo de los que se sienten superiores y la obediencia de los que deben seguirles. Y es la fuerza, no la razón, la que determina esa estructura. Quizá esa misma esencia antiintelectual se refleja en que el fascismo apenas tiene teoría ni gruesos libros comparables a los escritos por filósofos liberales o socialistas sino que su modo de actuar -pues sería abusivo llamarlo <i>pensamiento</i>- se expresa en forma de lemas <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a>. Aparte de esos dos, que reflejan la visión violenta y jerarquizada de la nación, el antiintelectualismo se demuestra con otra conocida <i>"datevi all'ippica"</i> <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2";></a>, "dedicaos a la hípica", similar en su intención a la de Millán Astray de <i>"muera la inteligencia"</i> <a href="#Nota 3"><b><i>(3)</i></b></a><a name="Subir 3";></a>, o a la de Göring <i>"cuando oigo la palabra "Cultura", quito el seguro de mi Browning"</i> <a href="#Nota 4"><b><i>(4)</i></b></a><a name="Subir 4";></a>. El fascismo es la práctica de un estilo y una estética más que una teoría.<br /><br />Todo esto no quiere decir que el fascismo no se pueda reducir a una serie de ideas básicas, como las que apuntaba arriba, ni que esas ideas no tengan un origen, un desarrollo y un contexto histórico para su desarrollo, sino a que ese estilo no viene de una reflexión sobre unos problemas que deben poder ser resueltos, al menos de forma teórica, mediante la razón, sino de una especie de concreción de sentimientos e instintos y del uso de la fuerza como método. El marxismo observa que la naturaleza de las relaciones sociales es conflictiva y que la violencia es natural y supuestamente necesaria dentro del proceso de cambio de las relaciones sociales, pero teoriza ampliamente sobre ello y Marx, como ideólogo o científico social, dejó miles de páginas, lo mismo que Engels, Lenin o el mismo Stalin. Por el contrario, Mussolini, un maestro de escuela y periodista, apenas dejó una novela y algunos artículos, y Hitler, un pintor, el conocido libro <i>Mein Kampf</i>.<br /><br />Todos los idiomas han sido hablados antes de que existiera una gramática que estudiara sus reglas y el pensamiento político es con frecuencia tan sólo la organización científica de ideas y prácticas que ya existían. La violencia y el conflicto forman parte de la naturaleza de las relaciones humanas tanto como el diálogo y la cooperación, y el esfuerzo de los que teorizan a favor de un estado de cosas vigente y en contra de nuevos cambios es demostrar que las cosas son tal como son de un modo natural y que sólo la alteración de ese estado natural conduce a la violencia. Los reinos europeos proceden de las invasiones de guerreros germánicos del Imperio Romano pero la teoría del héroe como ser con el poder por el derecho de su fuerza de las sociedades primitivas va dejando paso a la de un orden divino en el que el rey ya no es el individuo que por su fuerza ha conquistado el poder sino alguien consagrado por Dios como el encargado de defender al pueblo. Esa alusión al orden divino es una forma de remitirse a un absoluto que quede a salvo de los intentos humanos para cambiarlo, del mismo modo que las dinastías reales que surgían de una rebelión o regicidio podían tratar de legitimarse a través de genealogías inventadas, como si todo en el Universo procurase que las cosas llegasen de modo necesario y conveniente al estado presente. La conquista o el regicidio pueden ser formas de apropiarse del poder pero son actos momentáneos destructivos, de derrota de ejércitos o de asesinatos, y no sirven para mantener una estructura en la que son importantes muchas personas. Conquistar el poder sintoniza con un discurso de violencia pero cuando se debe consolidar el poder se debe crear un discurso de estabilidad y por ello las monarquías o, mejor dicho, el conjunto de personas que salen beneficiadas de su existencia, crean el discurso del orden natural. Y si la crítica de la burguesía es a un sistema estamental injusto, una de sus primeras labores debe ser la de criticar y desmontar la idea de orden natural y su legitimación religiosa. <br /><br />Pero la idea de las revoluciones burguesas de acabar con un sistema injusto por medio de la violencia donde es necesaria y de crear un sistema justo basado en la libertad, la igualdad y la fraternidad es vista por los marxistas como un nuevo intento de teorizar sobre un orden natural estable y no sometido a discusión y de protegerlo de los intentos de cambio. Marx, como el máximo teórico de esta idea, afirma, por el contrario, que la esencia de las sociedades hasta las revoluciones burguesas ha sido la injusticia y la lucha de clases y que una última revolución socialista acabará con las injusticias y con las revoluciones. La violencia, en todos los casos, tiene sólo un papel instrumental para llegar a un estado estable de justicia en el que desaparecen conjuntamente injusticia y violencia y triunfan la razón y la paz. Sin embargo, por el camino habían quedado muchas cosas desestabilizadas por las guerras de las monarquías contra la República francesa, las guerras napoleónicas, las revoluciones y los esfuerzos de las monarquías para recobrar el poder. Todo menos la estabilidad. Y en este contexto surgen o encuentran el medio adecuado para consolidarse las ideas que huyen del modelo de estabilidad, es decir, que huyen del orden natural, de la razón y de la posibilidad de acuerdo. Son ideas acerca de la fuerza, la voluntad y los modelos ajenos a la sociedad estable. Cabe preguntarse si la estética del romanticismo y su exaltación del individualismo y el sentimentalismo no son sino el terreno abonado para las ideas fascistas.<br /><br />Las ideas de irracionalismo, violencia y nación como entidad natural por encima de los individuos no podían ser las de las minorías conservadoras en el poder pues su papel en la sociedad estamental venía avalado por la estabilidad del orden dado por Dios y garantizado por la religión, pero podían ser las que sonasen bien en los oídos de miembros de sociedades de tipo tradicional que vieran en los cambios revolucionarios una clara amenaza contra su vida o sus intereses y que buscaran una organización social y política donde la revolución no fuera posible, apelando a la relación orgánica entre las partes de la nación y usando la fuerza contra los discrepantes y los vistos como enemigos. Y una situación así pero más amenazante se produce tras la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la revolución comunista en Rusia, con nuevos intentos en otros países. No parece extraño, por lo tanto, que esas mismas clases de personas creyeran que la razón, la democracia y la paz no eran lo que necesitaban o lo que deseaban para oponerse a los cambios revolucionarios y que la violencia y la irracionalidad les parecieran lo adecuado. Para ellos, el orden tradicional de los conservadores es débil, la democracia liberal y su individualismo ha dado lugar a las tensiones revolucionarias y éstas, protagonizadas por los comunistas, pueden acabar con su mundo y la reacción es triple: contra el orden tradicional religioso, la irreligiosidad sustituida por nuevos mitos; contra la democracia liberal individualista, el colectivismo irracional militarizado y violento; contra las revoluciones socialistas igualitarias, la sociedad como un ejército con un jefe al frente.<br /><br />Sólo en situaciones de fuertes crisis los trabajadores dejaron de ver resultados en las negociaciones y en la transformación del sistema liberal democrático y de mercado hacia un modelo que retribuyera a los obreros mejor tanto en términos de dinero como de derecho a intervenir en el gobierno del Estado. Y en esos casos triunfaron las revoluciones comunistas. O en casos donde el caos y la crisis vinieron provocados por los grupos comunistas dirigidos y financiados desde la URSS. Y sólo en casos de crisis políticas y económicas como las de los años 30 del siglo XX, los partidos fascistas pudieron encontrar suficientes seguidores para alcanzar el poder hasta el punto de que en Europa pocos países conservaron la democracia. No eran ideas sino ira y miedo lo que triunfaba con ellos. No era sino una consecuencia de lo que he dicho anteriormente: se paga libertad para ganar seguridad cuando la vida o el modo de vida está en peligro. Sólo en una crisis el obrero cree que puede obtener mejores resultados perdiendo libertad bajo una dictadura comunista y ganando igualdad. Y sólo en una crisis, cualquier ciudadano que no forme parte de la revolución comunista o que tenga intereses o convicciones incompatibles con el fascismo puede pagar su libertad y su igualdad para conservar algo que cree en peligro.<br /><br />No es que los comunistas teorizaran en cada una de sus llamadas a los trabajadores a la revolución sino que la práctica revolucionaria tenía mucho de manipulación y de guerra de ideas donde la razón y la verdad tenían poco que hacer, pero las actitudes del fascismo no tenían teorización de ningún tipo y se limitaban a una llamada similar a un "tenemos la fuerza, únete a nosotros". En esos casos, los libros y las discusiones no servían y eran reemplazados por actos de masas, estética militar o paramilitar y uso de la violencia. Nada de esto tiene un sentido determinista como si cada cosa sucedida fuese la consecuencia inevitable de unas causas dadas o lo esperable en un periodo histórico determinado. Son demasiadas las cosas que no se conocen en cada momento para poder prever con exactitud las consecuencias de alguna de las que conocemos. Sólo podemos aislar algunos factores y que los historiadores valoren su fuerza relativa como los efectos económicos y sociales de la crisis sobre la parte de la clase media y los obreros alemanes que sintonizaban con ideas nacionalistas y si fueron comparables o mayores que en otros países, la fuerza de las instituciones políticas y culturales en defensa de la democracia como el <i>New deal</i> frente a la salida fascista, o el mero papel del azar en los comportamientos de masas. En una sociedad donde se difunde la información se producen fenómenos de especulación, conocidos desde la manía de los tulipanes en Holanda en el siglo XVII <a href="#Nota 5"><b><i>(5)</i></b></a><a name="Subir 5";></a>. Las cosas dejan de apreciarse por algo intrínseco y se les da el valor que otros les atribuyen y esto es común al comportamiento humano desde las burbujas especulativas a la difusión de las supersticiones. Del mismo modo, en una sociedad en crisis como la alemana, la presencia de un grupo que alardeaba de fuerza y de organización y que había aumentado en militantes y simpatizantes podría haber sido suficiente para que su número aumentara aún más hasta estar en condiciones de acaparar el poder. Y esto nos debería hacer reflexionar sobre la capacidad de los seres humanos para buscar seguridad al precio de su libertad, como comento a lo largo de estos artículos.<br /><br />Lo decisivo de los procesos de especulación es que, en cualquiera de sus fases, los que participan en ellos están convencidos de que actúan correctamente y de que el sentido del movimiento va a continuar. Nadie compraba bulbos de tulipán en Holanda creyendo que su precio era exagerado y terminaría por desplomarse, salvo quizá algunos escépticos, y es presumible que ninguno de los que apoyaba al nazismo -como por otra parte ocurriría con los comunistas en la URSS- creyera que se encontraba apoyando una ideología autodestructiva. Porque lo paradójico en los movimientos totalitarios no es que sus partidarios no se den cuenta de que perjudican a los que llaman sus enemigos. Se dan cuenta y esto forma parte de las miserias humanas. Lo que es más paradójico es que no se den cuenta de que van a ser destruidos por su propia iniciativa y actuación. La mejor prueba de que el proceso de ascenso de precios de los bulbos de tulipán era un disparate especulativo es que acabó con muchos especuladores arruinados, seguramente muchos más que los beneficiados, y una crisis financiera general. Y la mejor prueba de que el nazismo era una catástrofe en varias fases fue que acabó con Alemania y toda Europa arrasadas por la guerra, la muerte de millones de personas, muchas de ellas asesinadas en campos de exterminio, y plantando las semillas de las guerras que siguieron. Pero en pleno ascenso del nazismo las ideas de irracionalismo, violencia y organización social militar parecerían idóneas a muchos de sus partidarios y las advertencias acerca del futuro tendrían el destino de las de Casandra. Nadie -o pocos- se acuerda de los que pierden ni se apiada de ellos mientras cree que va ganando y ni siquiera piensa si él mismo va a perder en un futuro mientras tiene las ganancias en las manos. Así que es difícil argumentar contra una política totalitaria mientras parece que proporciona éxitos o seguridad y hay que esperar a que los consejos sean perfectamente inútiles tras el desastre para que los alegres especuladores se transformen en apenados confesores de errores pasados.<br /><br />La actitud irracional, intransigente y violenta de los nazis no podía sino traer lo que trajo, a pesar de que los que no deseaban otra guerra como la Primera Guerra Mundial creyeran que su violencia era un medio limitado para unos fines limitados y no un fanático medio ilimitado para fines ilimitados de dominio universal. Y su irracionalidad y violencia fue causa de la guerra tanto como de su derrota al sobrevalorar sus capacidades contra enemigos mucho más numerosos y mejor dotados de recursos. Mientras los nazis mantuvieron una política de engaños inteligentes pudieron conseguir sus fines logrando la inacción de los franceses e ingleses durante su anexión de Austria o de los Sudetes checos, o firmando un pacto de no agresión con la URSS tras el que ambos invadieron Polonia y se la repartieron <a href="#Nota 6"><b><i>(6)</i></b></a><a name="Subir 6";></a>. Pero la guerra contra todos en varios frentes era algo que sólo el fanatismo y la irracionalidad puede explicar. Al fin y al cabo, el fin de cada sistema social, político o económico tiene mucho que ver con sus propios errores.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>La mayoría de los lemas fascistas hablan de violencia y de batallas.</i><br /><br /><a href="http://it.wikipedia.org/wiki/Slogan_fascisti" target="_blank">Slogans fascistas en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2";></a><b>Nota 2:</b> <br /><i>Fate ginnastica e non medicina. Abbandonate i libri e datevi all'ippica.</i><br /><br /><a href="http://it.wikipedia.org/wiki/Datevi_all%27ippica" target="_blank">Darsi all'ippica en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 3";></a><b>Nota 3:</b> <br /><i>Lo que sucedió, según cuenta en su magna obra La guerra civil española el hispanista inglés Hugh Thomas, es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado, tras las formalidades iniciales y un apasionado discurso de José María Pemán, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificando a estas regiones como "cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos.<br /><br />" Alguien grita entonces, desde algún lugar del paraninfo, el famoso lema "¡Viva la muerte!". Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: "¡España!"; "¡Una!", responden los asistentes; "¡España!", vuelve a exclamar Millán-Astray; "¡Grande!", replica el auditorio; "¡España!", finaliza el general; "¡Libre!", concluyen los congregados. Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared.<br /><br />Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice: "Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo , dice Unamuno señalando al arzobispo de Salamanca-, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!" y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor."<br /><br />En ese momento Millán-Astray exclama irritado "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!", aclamado por los falangistas. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!".<br /><br />Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: "Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."<br /><br />Millán-Astray, controlándose, grita: "¡Coja el brazo de la señora!" y Unamuno, haciéndole caso, se coge del brazo de Carmen Polo de Franco y abandona el recinto.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/José_Millán-Astray" target="_blank">José Millán Astray en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 3"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 4";></a><b>Nota 4:</b> <br /><i>The famous quotation, "When I hear the word culture, I reach for my Browning" is frequently attributed to Göring during the inter-war period. Whether or not he actually used this phrase, it did not originate with him. The line comes from Nazi playwright Hanns Johst's play Schlageter, "Wenn ich Kultur höre ... entsichere ich meinen Browning," "Whenever I hear of culture... I release the safety-catch of my Browning!" (Act 1, Scene 1). Nor was Göring the only Nazi official to use this phrase: Rudolf Hess used it as well, and it was a popular cliché in Germany, often in the form: "Wenn ich "Kultur" höre, nehme ich meine Pistole".</i><br /><br /><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Hermann_Göring" target="_blank">Hermann Göring en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 4"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 5";></a><b>Nota 5:</b> <br /><i>La tulipomanía fue un periodo de euforia especulativa que se produjo en los Países bajos en el siglo XVII. El objeto de especulación fueron los bulbos de tulipán, cuyo precio alcanzó niveles desorbitados, dando lugar a una gran burbuja económica y una crisis financiera. Constituye uno de los primeros fenómenos especulativos de masas de los que se tiene noticia.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Tulipomanía" target="_blank">Tulipomanía en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 5"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 6";></a><b>Nota 6:</b> <br /><i>El pacto de no agresión o también conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov fue firmado entre la Alemania nazi y la Unión Soviética en Moscú por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la Unión Soviética, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Molotov respectivamente. El pacto se firmó el 23 de agosto de 1939, poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial.<br /><br />El tratado secreto definía la repartición de la Europa del este y central bajo la influencia alemana y soviética, también se comprometían a consultarse sobre asuntos de interés común y abstenerse de unirse a cualquier alianza.<br /><br />La firma de este pacto causó gran conmoción en el resto de Europa, ni siquiera se disminuyó por el hecho de que Stalin hubiera estado intentando negociar una alianza con Gran Bretaña y Francia durante varios meses. Para muchas personas resultaba incomprensible que dos potencias tan enfrentadas pudieran ponerse de acuerdo en un pacto de no agresión amistoso en tan poco tiempo.<br /><br />La consecuencia directa fue la invasión conjunta de Polonia por Alemania y la URSS en setiembre de 1939 y el ataque a Finlandia por parte de la URSS poco después. Bajo este pacto en 1940 la URSS además se anexionó Estonia, Lituania y Letonia, y territorios de Rumania.</i><br /><br /><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_Ribbentrop-Molotov" target="_blank">Pacto Ribbentrop-Molotov en Wikipedia.</a> <a href="#Subir 6"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-21.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-23.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-63577991340560461392008-01-11T19:58:00.000+01:002008-01-21T18:18:17.743+01:00La sociedad bipolar. 21Quizá en cualquier momento se pudo prever que un experimento totalitario estaba necesariamente abocado al fracaso, y la toma del poder por los comunistas de Lenin no podía presagiar otra cosa que dictadura, exterminio de los críticos y disidentes e incapacidad para reaccionar a los errores. No podemos decir que muchos intelectuales vieran esto con claridad, a pesar de que un filósofo de simpatías laboristas como Bertrand Russell <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> advirtiera en 1920 de las posibles consecuencias. Pero parece que hubo que esperar a que Karl Popper escribiera contra el totalitarismo en sus dos obras sociológicas <i>La miseria del Historicismo</i> y <i>La sociedad abierta y sus enemigos</i> para que se viera claro que no es posible controlar totalmente una sociedad y que de ello no resulte un desastre.<br /><br />Sin embargo, los primeros intentos de la revolución comunista en Rusia parecían a sus contemporáneos como destinados a un éxito inevitable, como teme Russell en el segundo párrafo que cito, y muchos socialistas de la Europa occidental contribuían a dar una imagen favorable <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2";></a> de ella. Tras medio siglo de revueltas poco duraderas, era la primera ocasión en la que un grupo marxista conseguía el poder en un Estado y lo hacía en un escenario caótico común a los países derrotados de una u otra manera tras la Primera Guerra Mundial, como el Levantamiento espartaquista en Berlín, la República soviética de Baviera o la República soviética de Hungría, los tres ejemplos en 1919.<br /><br />Pero desde la Revolución Francesa y como consecuencia suya había surgido una doble reacción sobre ideas ya antiguas en ese momento y contra las iniciativas más extremistas de los movimientos jacobinos. Las ideas de un <i>orden estamental natural</i>, consagrado por Dios, y de <i>nación</i> como comunidad natural por nacimiento habían estructurado las sociedades durante milenios y eran defendidas por los principales beneficiarios del orden estamental o por quienes temían en esos momentos las consecuencias de las revoluciones liberales en sus versiones más radicales.<br /><br />La idea de orden natural cumple una función doble: por un lado se relaciona con el orden realmente existente como una teoría con la tecnología que deriva de ella; por otra, orienta la práctica social en el sentido de la conservación de ese orden y contra los intentos de cambiarlo. Los seres humanos poseemos la capacidad de representarnos realidades posibles e imaginar las consecuencias de cada posibilidad. De ese modo, el uso de la inteligencia permite introducir en la acción humana los datos de las experiencias pasadas, las reglas que aparentemente ordenan los sucesos y anticiparse a lo que va a suceder modificando la realidad o nuestra acción frente a ella. Pero eso tiene el requisito de imaginar la realidad ordenada por reglas. Sería inútil imaginar si uno debe atravesar un torrente o no o tender un tronco como puente si no asume como una regla que un ser humano caído a un agua turbulenta va a ahogarse con elevada probabilidad. Por ese motivo el ser humano tiene la necesidad de imaginar los sucesos como reglas, y el comportamiento humano y la comprensión del mundo que integra tienen sentido si y sólo si la realidad sigue, de alguna manera, procesos regulares.<br /><br />Por muchos motivos podríamos argumentar que las explicaciones más simples de la realidad deben integrar las ideas de acción y de intención humanas ya que esa es la apariencia más inmediata de todas las acciones regulares. Y, quizá por eso, la forma más primitiva de explicación de la naturaleza y la sociedad tiene aspecto de mito sobre seres sobrenaturales o de religión como conjunto de ideas y procedimientos acerca de esos seres y su relación con los humanos.<br /><br />El concepto de nación como comunidad natural puede extenderse hacia siglos remotos si no se confunde con la idea de que la nación es el sujeto de soberanía, propia de la época de la Revolución Francesa o de que constituye un ente al que los individuos están subordinados. Los griegos en la Guerras Médicas apelaban, por ejemplo, a otros griegos como miembros de una comunidad natural contra los persas, aunque no debe suponerse que en eso estuvieran ausentes otros intereses. La nación es una de las formas de identificarse un colectivo social, del mismo modo que lo puede ser la religión o la pertenencia a una organización política. Pero la esencia de cualquiera de esas ideas es que entre los miembros del colectivo, esté como esté definido, hay un conjunto de obligaciones recíprocas de cada uno en favor de los demás.<br /><br />Pues bien, tras las guerras que sucedieron a la Revolución Francesa se daban varias situaciones: la necesidad de los reyes y la nobleza de asegurarse la fidelidad de sus súbditos en virtud de un pacto en el que, por derecho divino, las funciones quedaban repartidas de modo desigual, pero quedando el rey y la nobleza obligados a proteger a sus súbditos y éstos a aportar los recursos para sostener el Estado; la necesidad de los campesinos o de los comerciantes de mantener un orden estable en el que no quedar sin recursos y sin ayuda; y, por último, la visión de las guerras que protagonizaban los franceses republicanos o napoleónicos, como una agresión de una nación contra otra nación y no como la pretendida extensión del modelo político revolucionario.<br /><br />Las ideas que podían estabilizar la situación de cada individuo o clase de individuos serían muy probablemente acogidas como garantías de que esa estabilidad se iba a mantener y debía contar con el apoyo de todos los individuos involucrados en el orden natural o en la comunidad nacional. Y así, por oposición a la revolución protagonizada por colectivos republicanos, se consolidan dos tipos de colectivos que tratan de sobrevivir: los conservadores del orden desigual tradicional o los que apelan a la asistencia mutua entre individuos de una misma nación, sea cual sea el papel social de cada individuo. Y en esas circunstancias aparecerán los defensores de la desigualdad natural y los ideólogos de la nación y de la raza.<br /><br />Podemos imaginar que esas ideas habían evolucionado durante los años que preceden a la Revolución soviética en Rusia y que alcanzan un momento en el que pueden resultar funcionales para los colectivos que las asumen. Decir <i>funcionales</i> no tiene ninguna relación con decir <i>verdaderas</i> sino con que pueden ser usadas para estructurar un colectivo de manera que tenga una cohesión y una fuerza resultante considerable y dotada de un sentido. En la Europa contemporánea de la Revolución soviética y sus imitaciones fracasadas en Alemania o Hungría, aparecen tres opciones de resistencia a esta amenaza: la profundización y consolidación de un orden democrático más o menos igualitario, las reacciones conservadoras ideológicamente cercanas al modelo de orden natural desigual legitimado por la religión y las que convierten la pertenencia a la nación natural en un nuevo orden totalitario que gobierna la vida del individuo y la de la sociedad y las subordina a un fin caracterizado como el bien de la nación.<br /><br />En sí, cada una de esas opciones se opone a las demás pues la democracia se enfrenta al orden estamental, y su laicismo choca frecuentemente con la religión que se propone como regla de la conducta individual y social, se enfrenta al igualitarismo antidemocrático de los comunistas y al orden totalitario de los nacionalismos y éstos se oponen unos a otros por igualitarios, por internacionalistas, por ateos, por religiosos y, en conjunto, a la democracia liberal por débil, por individualista o por irreligiosa. Sin embargo, la sucesión de hechos históricos tiene que ver con el papel que cada opción da a la violencia.<br /><br />La Historia de las ideas políticas debe investigar cómo determinadas personas asociaron los nuevos descubrimientos de las ciencias a sus preferencias, sus intenciones o sus temores porque no creo que la conexión de unas ideas con otras pueda disociarse de azares históricos incluso relativos al carácter o la historia personal de los individuos involucrados. Por ejemplo, el papel de darwinismo como sostén de la visión científica de la vida se opone en la opinión de otros al igualitarismo. Cada idea no es (creo que podría decirlo en general de todas) una mera fantasía o algo disociado de la realidad más cercana sino la base de un patrón de conducta y, por lo tanto, cada idea interfiere con otras en función de una resonancia o disonancia cognitiva, reforzándose o debilitándose unas a otras de manera que el comportamiento que refuerza a otro y es reforzado por él es más estable y preferido que el que nos condena a una contradicción irresoluble. La idea de igualdad irá contra los intereses de alguien que obtiene sus beneficios de la desigualdad y, por lo tanto, las mezclas al azar de ideas variadas persisten o se destruyen por su coherencia o falta de coherencia y el noble mantendrá con mayor convicción la idea de un orden desigual natural divino o biológico que la de la igualdad natural de los seres humanos. Pero, por lo demás, podríamos considerar que las ideas se barajan en las mentes de los individuos y salen unidas en diversas combinaciones al azar antes de ser así seleccionadas.<br /><br />Ahora bien, la circunstancia definida por las revoluciones soviéticas constituye un factor de selección de unas ideologías marcadas por la violencia y por la exigencia de un orden radicalmente distinto del liberal o del conservador como el único capaz de resistirlas. Si los intelectuales comprometidos con la democracia creían probable o inevitable el triunfo de las revoluciones soviéticas no es extraño que algunos grupos opuestos a tales revoluciones y que no encontraban en la democracia y el liberalismo una fuerza suficiente que oponer al comunismo creyeran que sólo la violencia y un orden social cerrado podía dar esa fuerza de un modo eficaz. La democracia liberal creía que un orden social abierto y racional era la única manera de oponerse al totalitarismo. Los conservadores podían creer que la solución venía de un orden tradicional en el que la religión moderaba los conflictos humanos y su superioridad natural personal era la garantía de una dirección sabia y capaz de los asuntos sociales por encima del caos al que creían condenado al simple pueblo. Pero los grupos que desconfiaban del individualismo y cuya fe en la nación venía acompañada de una irreligiosidad de fondo encontraron en la idea de la nación formada militarmente bajo un liderazgo de hierro la manera de sobrevivir a un periodo que veían como una decadencia inevitable bajo la democracia individualista, la inoperancia conservadora y el caos soviético. Y las ideas están extendidas por la población no porque sean verdaderas sino porque mucha gente cree que lo son o se comporta como si lo creyera.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>To understand Bolshevism it is not sufficient to know facts; it is necessary also to enter with sympathy or imagination into a new spirit. The chief thing that the Bolsheviks have done is to create a hope, or at any rate to make strong and widespread a hope which was formerly confined to a few. This aspect of the movement is as easy to grasp at a distance as it is in Russia—perhaps even easier, because in Russia present circumstances tend to obscure the view of the distant future. But the actual situation in Russia can only be understood superficially if we forget the hope which is the motive power of the whole. One might as well describe the Thebaid without mentioning that the hermits expected eternal bliss as the reward of their sacrifices here on earth.<br /><br />I cannot share the hopes of the Bolsheviks any more than those of the Egyptian anchorites; I regard both as <b>tragic delusions, destined to bring [16]upon the world centuries of darkness and futile violence</b>. The principles of the Sermon on the Mount are admirable, but their effect upon average human nature was very different from what was intended. Those who followed Christ <b>did not learn to love their enemies or to turn the other cheek. They learned instead to use the Inquisition and the stake, to subject the human intellect to the yoke of an ignorant and intolerant priesthood, to degrade art and extinguish science for a thousand years</b>. These were <b>the inevitable results, not of the teaching, but of fanatical belief in the teaching</b>. The hopes which inspire Communism are, in the main, as admirable as those instilled by the Sermon on the Mount, but they are held as <b>fanatically</b>, and are likely <b>to do as much harm</b>. Cruelty lurks in our instincts, and fanaticism is a camouflage for cruelty. Fanatics are seldom genuinely humane, and those who sincerely dread cruelty will be slow to adopt a fanatical creed. I do not know whether Bolshevism can be prevented from acquiring universal power. But even if it cannot, I am persuaded that <b>those who stand out against it</b>, not from love of ancient injustice, but <b>in the name of the free spirit of Man</b>, will be the bearers of the <b>seeds of progress</b>, from which, when the world's gestation is accomplished, new life will be born.</i><br /><br /><a href="http://www.gutenberg.org/files/17350/17350-h/17350-h.htm" target="_blank">The Practice and Theory of Bolshevism. Part I. The present condition of Russia. I. What is hoped from bolshevism.</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2";></a><b>Nota 2:</b> <br /><i>Even those Socialists who are not Bolsheviks for their own country have mostly done very little to help men in appraising the merits or demerits of Bolshevik methods. By this lack of courage they have exposed Western Socialism to the danger of becoming Bolshevik through ignorance of the price that has to be paid and of the uncertainty as to whether the desired goal will be reached in the end.</i><br /><br /><a href="http://www.gutenberg.org/files/17350/17350-h/17350-h.htm" target="_blank">Obra citada.</a> <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-20.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-22.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-29141900517198653982008-01-03T19:41:00.000+01:002008-01-11T23:34:40.039+01:00La sociedad bipolar. 20Los revolucionarios, que tienen la violencia como método, parecen creer que es necesaria o inevitable, y es famosa la frase de Karl Marx de que "la violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva" <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a>, aunque él no esté haciendo referencia a la violencia revolucionaria. Por otra parte, los pacifistas creen que la violencia es algo rechazable por principio. Sin embargo es sólo una de las formas de gestionar un conflicto y es peor que otras cuando sus resultados globales son peores. Ante una agresión violenta, en la mayoría de las ocasiones es necesaria una respuesta violenta o imprescindible si algo valioso que está en riesgo no puede salvarse de otra manera. Existe una ética de los principios que valora una acción o situación por su acuerdo con unos principios considerados como axiomáticos mientras que la ética de las consecuencias valora todo, incluso los principios, por la totalidad de sus consecuencias.<br /><br />Del mismo modo que la información es lo que nos permite decidir con acierto por encima del azar y el valor económico de algo es el valor de lo que nos proporciona por encima de lo que tendríamos sin su presencia o concurso, el valor moral de algo es el valor del conjunto de los bienes o males que tendremos por encima o por debajo de no tenerlo. Tengo información sobre si saldrá cara o cruz al tirar una moneda si acierto el resultado de una futura tirada más de la mitad de las veces; tengo una azada valiosa si con ella cultivo más terreno y obtengo más producción en el mismo tiempo que sin ella; tengo una conducta moralmente valiosa, por lo tanto, si con ella consigo un mayor número de bienes totales, descontando los males, que sin ella (y en esa definición nos debemos hacer cargo por una parte de la evidencia del bien y el mal inmediatos y de la valoración necesariamente subjetiva del bien o del mal). Así que si valoramos nuestra vida o la de algunas personas y están en peligro por algo, la conducta que salve esas vidas será moralmente tan buena como nos parezca valiosa nuestra vida o la de tales personas frente a las consecuencias negativas para otras vidas. Una persona altruista sacrificará su propia vida por la de otros en la medida en que crea que la salvación de esos otros es más deseable que la suya pereciendo los demás. O pensará lo contrario y actuará al contrario si considera que es mejor su salvación y la muerte de los otros.<br /><br />Pero creo evidente que cooperar en sociedad garantiza mejores resultados que mantenerse en aislamiento y que esos resultados son juzgados como valiosos. Y si juzgamos así, las conductas serán moralmente buenas desde un punto de vista social si mejoran el estado de cohesión y, por lo tanto, las consecuencias que juzgábamos serán socialmente buenas. Al hablar de la valoración moral es necesario incluir el sujeto que juzga pues el bien del que roba es el mal para el que sufre el robo y, contrariamente a la idea atribuida a Sócrates, el malvado no es un ignorante ya que elige su bien a costa del mal ajeno. Por tanto, el juicio sobre lo moralmente bueno desde un punto de vista social tendrá en cuenta el mejor resultado para la sociedad y el juicio desde el punto de vista de una parte de ella, el mejor resultado para esa parte, que no será necesariamente idéntico al bien de la sociedad. Y el bien social tendrá que ver con de qué modo se alcanza la mayor suma de prosperidad y satisfacción personal pues, como he dicho antes, cuando un agente en un intercambio cree que no recibe contraprestación suficiente por su aportación a la sociedad dejará de aportar o lo hará tan poco como pueda, con lo que el total deberá disminuir.<br /><br />Así, cuando la violencia se dirige contra partes que crean bienestar y prosperidad, esas partes dejarán de crearla, tanto los trabajadores mal pagados dejando de producir, los inversores dejando de invertir o todos vulnerando las leyes que regulan el orden social. Y me parece evidente que la suma del bienestar y la prosperidad de los individuos será menor, pero eso puede no importar a quien valora que las suyas o las del colectivo al que pertenece sean mayores que antes de que tal colectivo ejerza la violencia sobre los demás individuos y colectivos sociales. La idea revolucionaria es que un estado de cosas dado no puede ser transformado a mejor sino que es necesario destruirlo de raíz para crear uno nuevo, y que los individuos y colectivos que sostienen tal estado de cosas no pueden participar en el ordenamiento de los asuntos económicos o políticos. Y si la democracia consiste en gestionar los conflictos de modo que todas las partes involucradas participen con libertad de opinión y de acción, la revolución es esencialmente contraria a la gestión democrática.<br /><br />Las opiniones de los diversos agentes no son lo decisivo pues las consecuencias de sus actos no son las de sus opiniones sino las del estado de cosas que realmente consigan. Por lo tanto debemos considerar las opiniones como uno de los factores que lleva a que se den tales o cuales estados de cosas pero no el criterio para valorar esos estados. La democracia y sus resultados se valoran no porque unos opinen que es beneficiosa o porque otros opinen que la violencia es el procedimiento necesario sino por lo que realmente suceda con democracia frente a lo que ocurre sin ella. Es evidente que los revolucionarios podrán opinar, argumentar y dar sentido a sus acciones partiendo de la base de que la violencia es necesaria mientras que los que se opongan a la revolución harán a ésta la causa de los males; los primeros dirán que los defensores del estado de cosas vigente se oponen a la voluntad del pueblo mientras los segundos dirán que la revolución es una imposición que sólo puede triunfar por su fuerza y no por sus razones. El hecho decisivo es que un enfrentamiento violento ocurre porque las opiniones y la capacidad de acción de una parte van a ser suprimidos por otra y esta pérdida de libertad será vista como un perjuicio por los perdedores y un motivo para no colaborar en el estado de cosas resultante.<br /><br />Pero la violencia, además, tiene por naturaleza una tendencia a persistir y a acentuarse, y en eso se hace evidente la diferencia entre la agresión y la respuesta violenta a esa agresión. El que agrede divide la sociedad en dos partes sobre la base de un comportamiento agresivo y considera enemigos a los adversarios, a los que son partidarios del diálogo democrático con los adversarios y a los que no ven como enemigos a los partidarios del diálogo democrático. Así, el partidario de la violencia necesita mayores grados de violencia para mantener su acción. Lenin, por ejemplo, no dio su golpe de estado contra un Zar autocrático sino contra un Gobierno Provisional en que había socialdemócratas. Y si se inicia una estrategia que niega las opciones diferentes a la propia, la consecuencia inevitable es una concentración cada vez mayor de poder y una relación de desconfianza y represión con quienes no sean los partidarios más fanáticos. Stalin no parece un accidente en la revolución marxista sino su consecuencia esperable una vez que se ha optado por una línea de pensamiento y de acción intransigente que rechaza toda crítica como concesión al enemigo.<br /><br />En esas condiciones de concentración de poder no sólo se cuenta únicamente con una ideología y unas decisiones que no es posible criticar sino que los que discrepen se negarán a colaborar en la sociedad más allá de lo estrictamente obligatorio. Así, mientras en un Estado de derecho todo lo que no está estrictamente prohibido por las leyes está permitido, bajo un gobierno totalitario, todo lo que no está estrictamente prohibido es obligatorio. El fenómeno de degeneración de un gobierno totalitario viene, por lo tanto, de esa concentración absoluta de poder, de un hecho, no de una opinión o de una ideología. Esas concentraciones de poder incontestable se dan igualmente en las empresas privadas o son posibles en cualquier colectivo humano de manera que la opción de quienes gobiernan se hace rígida y vulnerable ante las situaciones cambiantes y los datos que el que gobierna no conozca o no sepa gestionar. Muchas empresas fracasan comercialmente cuando no se adaptan a los cambios porque sus dirigentes se aferran a una sola línea que es la suya y anulan a los críticos. Quizá no haya más razones para que fracase un gobierno comunista que una empresa familiar mal gestionada por un dueño despótico, pero la diferencia es que en una sociedad liberal o en una economía de mercado fracasan partidos o empresas particulares mientras que en un sistema marxista fracasa la nación entera.<br /><br />En algunos análisis de la situación de la URSS se incide en que la centralización y la sospecha generalizada contra los discrepantes hizo que la política y la economía fueran gestionadas por relativamente pocas personas y que se rechazasen innovaciones como las telecomunicaciones y la informática que resultaban difíciles de controlar. El gobierno nunca pareció interesado en extender las líneas telefónicas ni, mucho menos, la descentralización de las decisiones, ni permitió que se pusieran las bases tecnológicas que han dado lugar a <i>internet</i>. Y la falta de crítica hizo invulnerables a los errores y llevó al Estado a un desastre que quizá muchos preveían pero que nadie se podría atrever a denunciar. Podríamos ver una analogía en el disparatado plan nazi para invadir la URSS que ningún general alemán en su sano juicio habría aceptado en su concepto o en su conducción, pero que nadie se atrevió a criticar llevando la contraria al <i>führer</i>.<br /><br />Podríamos decir, por lo tanto, que la concentración de poder y el rechazo a la crítica constituyen una <i>apuesta de todo o nada</i> a una sola opción, y puede resultar exitosa durante un tiempo pero está destinada al fracaso a medio y largo plazo en primer lugar por motivos <i>estadísticos</i> pero, en segundo lugar, porque genera la oposición y el desapego de todos lo que no la comparten, que son forzosamente cada vez más entre quienes podrían corregir los errores o enfocarlos de otra manera que la oficial. Y a medida que se manifiestan los problemas y las dificultades, los que disienten de la linea oficial van acentuando sus críticas y su resentimiento por no ser capaces de poder manifestarlas ni de ponerlas en práctica. En una situación estacionaria parece que todo va bien, pero es durante las crisis cuando más necesaria es la crítica y la adaptación a los cambios y cuando más oposiciones se generan dentro de un colectivo, que necesariamente se debilita. Vemos, por ejemplo, que la situación económica y social en la URSS llegó a un punto de crisis por una política exterior de enfrentamiento con los EE UU y de gasto masivo en armamento y en apoyo a todo grupo que pudiera ser usado como aliado en la <i>guerra fría</i> mientras una economía atrasada era incapaz de proporcionar recursos suficientes. Y en el momento en que se abre la puerta a la crítica con las llamadas <i>perestroika</i> (reestructuración) y <i>glasnost</i> (apertura o transparencia) todo estalla.<br /><br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <br /><i>Los diversos factores de la acumulación originaria se distribuyen ahora, en una secuencia más o menos [940] cronológica, principalmente entre España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. En Inglaterra, a fines del siglo XVII, se combinan sistemáticamente en el sistema colonial, en el de la deuda pública, en el moderno sistema impositivo y el sistema proteccionista. Estos métodos, como por ejemplo el sistema colonial, se fundan en parte sobre la violencia más brutal. Pero todos ellos recurren al poder del estado, a la violencia organizada y concentrada de la sociedad, para fomentar como en un invernadero el proceso de transformación del modo de producción feudal en modo de producción capitalista y para abreviar las transiciones. La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva. Ella misma es una potencia económica.</i><br /><br />1. <a href="http://www.marxismoeducar.cl/marxel25.htm" target="_blank">El Capital. Libro I. Cap XXIV. La llamada acumulación originaria. 6. Génesis del capitalista industrial.</a> <br /><br />2. <a href="http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/24.htm" target="_blank">El Capital. Libro I. Cap XXIV. La llamada acumulación originaria. 6. Génesis del capitalista industrial. </a><br /><br /><i>The different momenta of primitive accumulation distribute themselves now, more or less in chronological order, particularly over Spain, Portugal, Holland, France, and England. In England at the end of the 17th century, they arrive at a systematical combination, embracing the colonies, the national debt, the modern mode of taxation, and the protectionist system. These methods depend in part on brute force, e.g., the colonial system. But they all employ the power of the State, the concentrated and organised force of society, to hasten, hothouse fashion, the process of transformation of the feudal mode of production into the capitalist mode, and to shorten the transition. Force is the midwife of every old society pregnant with a new one. It is itself an economic power. </i><br /><br /><a href="http://www.econlib.org/Library/YPDBooks/Marx/mrxCpA31.html" target="_blank">Capital, Vol. I. The Process of Capitalist Production. PART VIII. The so-called primitive accumulation. Part VIII, Chapter XXXI. Genesis of the industrial capitalist. VIII.XXXI.5</a><br /><br /><a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-19.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-21.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-42590488587652360542008-01-03T01:58:00.001+01:002008-01-04T20:08:10.601+01:00La sociedad bipolar. 19En el Antiguo Régimen, los nobles y el rey usaban la fuerza y una ideología legitimadora sostenida y difundida por intelectuales a su servicio para acaparar el poder y la riqueza, pero, en las circunstancias de desarrollo de la ciencia y la sociedad que dieron lugar a las revoluciones burguesas en Europa, muchos comerciantes y artesanos podían acumular riqueza y convertirse en unos agentes sociales imprescindibles. No era ya la posesión de la tierra lo que proporcionaba grandes beneficios sino la actividad artesana e industrial y el comercio, y esa riqueza era la que sustentaba la sociedad y el Estado que, sin embargo, era administrado exclusivamente por el rey y la nobleza. Por lo tanto, los comerciantes y artesanos podían comprender, siquiera confusamente, que ellos eran la base social y económica del progreso pero que no tenían capacidad de decisión sobre los fines y la organización del Estado, y en su imaginación, y claramente en la de los intelectuales que veían tal estado de cosas, apareció esa doble evidencia y el perjuicio que les suponía la sociedad estamental, y aspiraron a cambiarla.<br /><br />La exigencia del que se siente perjudicado es pedir un precio mayor por lo que aporta y los artesanos y comerciantes pidieron en muchos momentos y lugares el acceso al poder político y a la gestión de sus intereses, en manos de los nobles. Tenemos la Revolución Francesa, sobre todo, y la de los Estados Unidos por su independencia, como las primeras revoluciones liberales, y es cierto si caemos en la tentación de ver la Historia como un drama con unos pocos protagonistas y actos definidos más que como un continuo de acciones y transformaciones en las que participan numerosas personas de manera independiente y con papeles de mínima importancia en casi todos los casos. Pero tenemos el progresivo desarrollo de la economía industrial y comercial en Inglaterra, donde no hay ninguna revolución violenta. Bien porque la nobleza se interesó en las inversiones en la industria y el comercio, bien porque no cerró el camino de ascenso de la burguesía hacia la administración del Estado, bien porque la Monarquía ya tenía un cierto aspecto constitucional lejos del absolutismo, no hay un dique que trate de contener los cambios y que sea superado por ellos sino una transformación creciente de la sociedad de nobles poseedores de la tierra y las armas como riqueza y fuentes de poder en otra donde los artesanos industriales y comerciantes iban ascendiendo en su poder económico y político junto con una nobleza que también se enriquecía.<br /><br />Es una mala caricatura exponer cualquier periodo histórico como un enfrentamiento entre malvados que se oponen tozudamente al progreso y la justicia para mantener sus privilegios contra virtuosos partidarios y defensores de los avances de todo tipo. Siempre hubo personas más egoístas y otras más preocupadas por el bien social, o más inclinadas a ver las ventajas de las realizaciones prácticas que a mantener cerrilmente su postura. Siempre hubo burgueses que, tras abominar de la monarquía, colaboraron con los reyes, nobles capaces de asumir el cambio a una mayor igualdad por sus ventajas o por sus principios, reyes dispuestos a transigir y, del mismo modo, hubo quienes defendieron posturas irreductibles y abocadas al enfrentamiento. Pero la tesis debe ser que nunca el enfrentamiento es inevitable y que muchas personas pueden ver la conveniencia de encauzar las transformaciones para un mayor provecho general del que, no cabe duda, ellos tratarán de obtener la mayor cuota posible.<br /><br />La Revolución Francesa debe su curso violento a la victoria de los jacobinos sobre los girondinos y a la dirección de los jacobinos por un Robespierre extremista apoyado por grupos organizados. No hay ninguna ley histórica que haga pasar necesariamente la evolución de las formas sociales, políticas y económicas a través de revoluciones violentas más que a través de cambios progresivos y el hecho es que las etapas revolucionarias se vieron sucedidas por otras de signos muy diferentes, desde Napoleón a la monarquía constitucional. Y la evolución pacífica de Inglaterra, Holanda, Dinamarca y los países escandinavos, países entre los más desarrollados, debería demostrar que el desarrollo no depende de las revoluciones sino que éstas son la peor de las gestiones de los conflictos que constantemente se dan en toda sociedad si tenemos en cuenta no sólo el resultado concreto que se ha dado en la historia sino la suma de resultados en progreso y en tragedias humanas.<br /><br />El desarrollo de la industrialización y el comercio no generan, en sí mismos, un proceso violento o revolucionario sino que crean nuevas situaciones en las que se producen, por su propia naturaleza, conflictos entre individuos y entre grupos. La existencia de una colectividad lleva aparejada una cierta división de funciones o, simplemente, una diversidad de colectivos con intereses diversos por el mero hecho de ser distintos, como un ser humano lo es de otro y tiene, por tanto, intereses no necesariamente coincidentes. Se dan conflictos entre individuos por el mero hecho de que los recursos son limitados o porque uno puede creer que es más rentable aprovecharse del esfuerzo de otro que esforzarse él mismo. Lo mismo sucede cuando existen colectivos agrupados y cohesionados por algún tipo de seña de identidad, sea la ascendencia real o imaginaria, la religión, la cultura o cualesquiera otras. Y, evidentemente, en sociedades clánicas se producen conflictos entre clanes; en las de cohesión religiosa, los conflictos adquieren tintes ideológicos, sean éstos causa o mero pretexto para conflictos de naturaleza más básica. Y en sociedades diversificadas por las funciones de la economía industrial y del comercio, aparecen conflictos en los que se manifiestan todo tipo de tensiones, desde las de grupos de ascendencia común, ideología común, ideología común, hasta las que implican los papeles como productores, propietarios, comerciantes, rentistas o funcionarios. La clave del conflicto no es necesariamente el que existan productores y comerciantes, o propietarios y obreros, sino el hecho mismo de que se formen colectivos de intereses contrapuestos.<br /><br />La individualidad y los intereses puramente biológicos y culturales del individuo hacen inevitable la existencia de conflictos. La cuestión, a partir de este hecho es doble: en qué relaciones aparece el conflicto y de qué podo se gestiona. Como he dicho antes, el conflicto puede aparecer en cualquier tipo de relaciones ya que todas ellas pueden ser asimétricas. En una familia se dan conflictos entre los padres, entre éstos y los hijos, entre los hermanos y, en general, entre cualesquiera individuos o grupos, ya que uno puede dar más y recibir menos, o creer que es así. En la sociedad industrial y de libre mercado se darán conflictos entre todos los agentes por el mero hecho de ser personas diferentes o grupos de personas con intereses similares contrapuestos a otros, o por el hecho de que cada uno va a valorar subjetivamente lo que recibe a cambio de lo que aporta.<br /><br />Antes decía que el progreso por la especialización y la diversificación produce obviamente mejores resultados, pero que estos resultados se distribuyen conforme a la fuerza relativa de cada individuo o colectivo para conseguir más por lo que aporta. El inversor, el organizador de las industrias y comercios o el inventor van a exigir tanto como puedan, casi siempre creyendo que todo lo que el modelo que se desarrolla bajo su iniciativa produce de más sobre el antiguo se debe exclusivamente a esa iniciativa. Los trabajadores por un salario tratarán de exigir el máximo casi siempre creyendo, por su parte, que sin ese trabajo nada se produciría y que sin su sometimiento a la organización y a las leyes que protegen el sistema social y económico nada sería posible.<br /><br />Tenemos así el conflicto y se abre la posibilidad de un curso violento de los acontecimientos que lleve a una victoria de una parte sobre otra, a una violencia estabilizada o la posibilidad de una gestión democrática. La democracia es la gestión de esos conflictos una vez asumido que no se puede eliminar al diferente sino que es necesario como parte de un grupo funcional. Así las revoluciones marxistas no aparecen porque sean una consecuencia inevitable de un proceso histórico sino porque es una de las opciones posibles, hay quien la encuentra rentable y puede actuar con fuerza suficiente durante el tiempo suficiente.<br /><br />Si la Revolución Francesa fue violenta por la victoria de los más extremistas entre los jacobinos y la de éstos sobre los girondinos y los monárquicos tradicionalistas, la revolución rusa fue violenta debido a la victoria de los bolcheviques de Lenin sobre todos los demás y no por necesidades de la Historia. En una situación similar pero ligeramente desequilibrada a favor del Gobierno Provisional que había sustituido al Zar Nicolás, la evolución de Rusia habría podido ser pacífica y democrática. Pero no lo fue. Y ese hecho, no una ley histórica, da lugar a múltiples consecuencias.<br /><br />Los grupos socialistas pudieron ver como ejemplo la victoria comunista en Rusia y apostar por revoluciones similares en sus propios países. Y tras el fin de la Primera Guerra Mundial podríamos tomar como ejemplos los intentos revolucionarios en Alemania o la República soviética de Hungría. La URSS no sólo actuaba como modelo teórico sino como organizador y financiador de todos los movimientos comunistas mundiales, que es poco más que decir los europeos en esos momentos, y como realización en la práctica de todas las amenazas contra los no comunistas, desde los defensores de la sociedad más tradicional anclada en la monarquía y la religión, pasando por los liberales, los socialdemócratas hasta todos los disidentes del modelo leninista, primero, y stalinista, después.<br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-18.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-20.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-33423027264214286792007-12-22T16:59:00.000+01:002008-01-03T01:59:29.314+01:00La sociedad bipolar. 18Las revoluciones marxistas no son, en ningún caso, los resultados de la evolución del capitalismo previstos por Marx sino el triunfo por la fuerza de grupos organizados sobre los de menor organización como ocurre de modo general sin que el capitalismo o la ideología o discurso socialistas sean algo más que circunstancias. No son sino el triunfo de una política antidemocrática. Y tampoco son un paso adelante en el proceso de progreso económico y social sino, en el mejor de los casos, un frenazo, seguido frecuentemente de una marcha atrás. Significan, en el conjunto de las relaciones de relaciones sociales, y no sólo en las económicas, un intento de monopolio del poder por parte de los organizadores de los grupos marxistas y con el mismo resultado que todo monopolio cuando consiguen sus fines.<br /><br />El conflicto es el estado natural de toda sociedad pues los intereses de los individuos o de los grupos que forman no son idénticos sino esencialmente distintos, hasta poder llegar a ser opuestos, al menos en algunos aspectos, y sólo pueden coincidir en los fines por la colaboración. El que vende un producto tratará de conseguir el máximo a cambio y el que lo compra tratará de dar el mínimo, pero eso sólo funciona en la medida en que el que vende crea provechoso continuar vendiendo o el que compra, comprando y que eso permita un mercado con agentes especializados. O dos que vendan el mismo producto tratarán de competir entre ellos con el límite de que les resulte rentable seguir produciendo, o tratarán de pactar sus precios en contra de los intereses de comprador, con el límite de que éste desee seguir comprando. Pero, en la medida en que los individuos que participan en la economía sean libres, los valores relativos de los bienes y productos alcanzarán el equilibrio que más convenga a todos pues el que se sienta poco pagado dejará de producir o vender o producirá o venderá otra cosa, y la distorsión más grave en un mercado es que los que participan en él no sean libres porque en ese caso los precios no reflejarán ni las necesidades de los individuos ni los costes ni el valor de los avances técnicos y, por tanto, no se producirá lo necesario o en cantidades adecuadas y no se tratará de innovar si no resulta rentable.<br /><br />Pues bien, si la sociedad es un conjunto de individuos que intercambian su ayuda para vivir mejor que en solitario, podremos suponer que lo que cada uno aporta tiene un valor en la medida en que crea algo que antes no existía. Es decir, con su ayuda y participación se alcanza algo imposible sin ellas y esto es el valor de su ayuda y su participación. Y, del mismo modo que en un mercado de bienes y servicios, podemos suponer que el intercambio libre de aportaciones a la sociedad tendrá como resultado un mayor conjunto de realizaciones sociales en cuanto que cada agente verá que obtiene mejores resultados para sí mismo cuando entra en colaboración con otros. Esto, por sí mismo, es suficiente para que cada individuo vea provecho en colaborar, independientemente de que conozca el funcionamiento y los resultados en conjunto de la sociedad. Si además añadimos el efecto que explica el Juego del Ultimatum que mencionaba antes, tenemos que un individuo colaborará hasta donde vea que su esfuerzo revierte de manera suficiente en su propio beneficio. Por el contrario, si sus aportaciones benefician a alguien que no le devuelve en alguna forma lo que gana, tratará de subir su precio o dejará de estar interesado en colaborar.<br /><br />Ese conjunto de conflictos que surgen de la diferencia entre lo que cada uno cree que aporta su colaboración en la sociedad y lo que cree que le revierte de tal colaboración estará bien gestionado en cuanto que la sociedad alcance un máximo posible en unas circunstancias dadas como conjunto de satisfacciones individuales y de logros valiosos en sí mismos. Si la forma de gestión de los conflictos destruye bienestar y resultados con respecto a otra forma, es obvio que su valor es negativo pues se ganaría con la otra forma. Y parece que la mejor gestión de los conflictos debe incluir la satisfacción individual de algunos deseos de mejorar con respecto a la situación de no cooperación, como la seguridad de la vida, para disfrutar lo que cada uno consigue o para decidir lo que mejor le conviene, que cada uno cree que debe ser mayor en sociedad que en aislamiento. Cuando ni la vida ni la propiedad de lo que logra ni la capacidad para decidir están más protegidas en sociedad, el individuo ve que la relación social le perjudica y trata de liberarse, no colaborar o hacerlo tan poco como pueda y es evidente que en este caso, aportando lo mínimo o tratando de romper los lazos sociales, los resultados van a ser escasos y el valor de la sociedad mínimo.<br /><br />Los cambios sociales, violentos y drásticos o negociados y graduales, son intentos de reequilibrar unos valores relativos de unos papeles sociales que quienes protagonizan el cambio consideran que les perjudican. Son, como cualquier negociación sobre valores relativos, intentos de recibir más donde se cree que se recibe demasiado poco por lo que se aporta. No creo que nadie pueda encontrar un método objetivo e indiscutible para evaluar lo que cada uno aporta a unos resultados globales salvo compararlos incluyendo y excluyendo esa aportación, y si el deseo de Marx con su teoría del valor fue eliminar la situación en que unos se benefician del sistema de producción o del sistema político a costa de otros está claro que no lo consiguió. Nos encontramos, una vez más, ante un mercado de oferta y demanda en el que unos aportan compromisos personales que suponen obligaciones, es decir, recorte de su libertad propia y absoluta en favor de los demás, a cambio de los compromisos, obligaciones y restricciones de libertad de éstos en favor de los primeros.<br /><br />Un sistema democrático es el que se basa en la capacidad de cada individuo para ofrecer libremente su colaboración y pedir colaboración a cambio sin más restricciones que las de no actuar o situarse de tal manera que no permita a otros individuos actuar o situarse de igual forma. La base es, por tanto, no excluir a ningún individuo dado que la opción de vivir en solitario no se puede dar en la realidad. Se puede dar de hecho esa exclusión pero el sistema no será democrático lo cual, más que importar como definición, importa en sus consecuencias pues los que se sientan perjudicados y ligados a la fuerza a relaciones que van contra sus intereses, tratarán de romperlas, como decía antes. Está claro, por lo tanto, que si hay grupos que creen que se sienten perjudicados en un estado de cosas en el que su aportación a la sociedad no les beneficia, tratarán de cambiarlo y esto forma parte de la lógica del sistema con el límite de que el sistema no se rompa.<br /><br />La evolución democrática de las sociedades modernas tenderá a continuas renegociaciones del papel de cada clase de agentes y de lo que obtienen con su participación pues el total de prosperidad, de seguridad y de libertad se repartirá según unas relaciones de valor dadas por las circunstancias de oferta y demanda. Los valores extremos podemos verlos claramente cuando un grupo organizado políticamente se apropia del poder y excluye a los otros. En ese caso, los excluidos salen perjudicados con respecto a vivir en libertad y tenderán a romper las relaciones sociales de derechos y obligaciones recíprocos. <br /><br />Las revoluciones marxistas surgieron de la idea de que una clase dominante se apropiaba de la riqueza y la libertad de los demás y que el efecto de esto y el fin que debía buscar quien se sintiera perjudicado era excluir a esa clase del poder económico y político que primero había robado a la mayoría. Pero, aún si el caso hubiera sido ése, habría habido dos caminos: abrir el poder político y económico a la mayoría rompiendo el monopolio de la clase propietaria o crear un nuevo monopolio de poderes. Y mientras que la filosofía liberal e individualista fue siempre la de romper el monopolio de los reyes y los nobles, poderosos por nacimiento, y abrirlo a todo individuo por igual, la marxista y colectivista tendía a crear un contrapoder tan monopolizador como el anterior como única vía para oponérsele y organizado de forma cerrada subordinando a cada individuo a un mando centralizado que dirigiese el proceso. Es decir, lo mismo en un sentido político que en el rechazo marxista de que el valor de los bienes y servicios venga dado por la iniciativa libre individual y la capacidad de negociación en función del valor de lo que se aporta y de las necesidades de ello.<br /><br />El rechazo marxista de que la mejor organización de la economía y su mayor productividad vengan dadas por la concurrencia de agentes libres, con el pretexto de que unos roban a los otros, se extiende a un rechazo de la libertad de actuar políticamente con el pretexto de que unos oprimen a los otros. Se centraliza así el mercado y la administración de los asuntos políticos y se ponen en manos de individuos y grupos que, paradójicamente, se consideran como fuera de toda restricción. Si, obviamente, los marxistas definen el valor como trabajo, no hay necesidad de mercado libre sino que el valor meramente debe ser calculado. Y si la organización política no viene definida por la concurrencia de los derechos y obligaciones individuales sino por una ideología a la que se atribuye el título de ciencia, no hay necesidad de decisiones democráticas sino que unos meros administradores de la ciencia calculan las que son convenientes o necesarias pues cualquier otra irá en daño de la colectividad. Según los marxistas, los administradores no se apropian ni oprimen porque hacen lo único que es científicamente posible porque es lo mejor. Sin embargo, es fácil ver que ese sistema lleva en sí mismo la causa de su desastre, cosa que los marxistas veían en los otros pero no en el suyo.<br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-17.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2008/01/la-sociedad-bipolar-19.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-58869913572006137602007-12-20T00:14:00.000+01:002007-12-24T00:10:30.353+01:00La sociedad bipolar. 17Hemos visto que la tesis marxista es que hay un conflicto social basado en la existencia de la propiedad privada y en el que, a través del progreso de la economía, se va haciendo mayor la cantidad de recursos que los propietarios de los medios de producción se reservan, pagando a los trabajadores por su trabajo una proporción cada vez menor de lo producido hasta llevarlos a la miseria. Pero como en el mismo proceso los propietarios crean mayores industrias con cada vez más trabajadores y más pobres, están creando y armando sin saberlo, sin quererlo o sin poder evitarlo, la fuerza que los va a destruir como clase social y, con ellos, al modelo económico basado en la propiedad privada. Según esa idea, es la propiedad privada la que da origen al progreso y a las transformaciones económicas y sociales pero, como una parte de estas transformaciones, llegará a ser superada y suprimida cuando se oponga a los nuevos cambios a que ha dado origen.<br /><br />Hemos visto también que el mecanismo de creación de riqueza es otro muy diferente a lo que dice la teoría marxista y que no ha habido ese proceso de empobrecimiento de los obreros de las industrias que los haya llevado a la revolución ni que donde ha habido esas revoluciones se haya debido a los procesos económicos explicados según Marx. Pero la explicación de las revoluciones marxistas no está en que la teoría sea verdadera o falsa sino en la capacidad de unos grupos con un sentido de la estrategia a largo plazo para aprovechar circunstancias que movilicen a suficiente gente a su favor. <br /><br />Evidentemente, cada persona se integra por una combinación variable de convicciones y conveniencias en una estructura social dentro de la que espera obtener mejores resultados que en solitario. Pero lo que hace funcionar esa estructura no es, tal y como dirían los marxistas, su contenido ideológico sino la manera en que efectivamente produce resultados. Unas cuantas personas animadas y convencidas, incluso por una idea falsa e irreal, pueden obtener resultados por el hecho de estar organizadas y coordinadas y por actuar con la decisión que les da creer en que tendrán éxito, pero no necesariamente porque su idea sea verdadera ni porque en realidad vayan a alcanzar el éxito a medio o largo plazo. Y como la verdad y las consecuencias futuras son algo más difícil de determinar que el éxito actual y visible, lo más frecuente es que una persona juzgue del éxito futuro de una idea o de una colectividad a partir del éxito pasado y presente del mismo modo que en todos los fenómenos de masas, desde los seguidores de un personaje público hasta los procesos especulativos en los mercados. <br /><br />El ser humano, social por naturaleza, atiende a señales sociales evaluando la probabilidad de que algo sea verdadero por cuantos más datos independientes haya a su favor. Este mecanismo no es muy diferente del de una bandada de gorriones que pican en el suelo de manera que por puro azar unos estén picando mientras otros tengan la cabeza levantada. Basta que unos pocos inicien el vuelo para que todos o casi todos se lancen a volar sólo por la probabilidad de que los demás hayan visto un peligro. O lo mismo si se acercan a un sitio donde muchos picotean sólo por la probabilidad de que haya alimento. Pero el problema de los fenómenos de masas es que caigan en un bucle de datos aparentemente independientes pero que en realidad se amplifican de manera que un pequeño número de individuos coincidan en un comportamiento o idea y eso inicie un fenómeno de atracción basada en el instinto de suponer que hay algo real y más individuos compartan ese comportamiento atrayendo así a más y más.<br /><br />Que la sociedad es una estructura basada en gran parte en fenómenos de masas queda claro porque las modas o las costumbres, desde el modo de pronunciar al de moverse, están reguladas por la atracción de los individuos hacia un modelo que agrupa a muchos preferentemente a uno poco extendido y se concreta en fenómenos psicológicos tan llamativos como la búsqueda de aceptación pública o la valoración individual de algo o alguien a través de su valoración pública previa.<br /><br />Pues bien, el éxito de las ideas y prácticas marxistas no viene dado por su acierto al juzgar lo que es el valor económico de un bien o servicio ni por su acierto al desentrañar la esencia del cambio social o al prever su evolución sino por su capacidad para organizar a mucha gente con la convicción de que tendrán éxito y por dar fuerza práctica a esa creencia y voluntad de acción. Y en eso no creo que haya diferencia con el papel de ideologías sociales que tienen o han podido tener en otros tiempos las religiones.<br /><br />El marxismo nace como filosofía o ideología para grupos de trabajadores o que aparecen alrededor de éstos. Y en la economía, la capacidad de un individuo poco especializado para obtener un gran precio por su trabajo es baja. Tan baja como sea su utilidad marginal para quien lo compra. Por eso la tendencia de las industrias es a la absorción de los competidores y al monopolio, pues de esa manera desaparecen los que pueden ofrecer lo mismo y aumenta la capacidad para imponer un precio alto. Y, lo mismo que las empresas al monopolio, los trabajadores tenderán siempre a imponerse a su competencia que son los otros trabajadores o a absorberla en un colectivo de intereses idénticos y coordinados. He dicho siempre, además, que la coordinación y la especialización de los agentes dentro de un grupo, sea la sociedad o cualquier mercado, produce mejores rendimientos para toda la sociedad o todo ese mercado. Entonces, ¿cómo no apreciarán los trabajadores la mejora en su capacidad para exigir un precio mayor para su trabajo cuando sus demandas son colectivas y coordinadas? ¿No es eso lo que hace una empresa con una central de compras?<br /><br />Por lo tanto, la ganancia que da la teoría marxista a los trabajadores no viene porque sea verdadera ni los lleve por la vía del progreso sino porque, en cualquier caso, les permite organizarse en un colectivo dotado de una ideología y unos fines comunes. Y es esa ganancia de hecho y visible la que se juzga y no las verdades de la ciencia económica o la exactitud de las previsiones acerca del curso histórico de los acontecimientos. Y tanto más cuanto que el colectivo beneficiado sea amplio y vea resultados tangibles aunque pequeños, pero también grandes aunque ideales si se toma los primeros por signo y criterio de los segundos. Por estos motivos, precisamente, es por lo que la evolución de los colectivos marxistas y su papel en las sociedades actuales es tan diferente en las sociedades modernas y diversificadas de lo que lo es en las atrasadas y clasistas o las sometidas a graves crisis.<br /><br />En las sociedades industrializadas, lejos del empobrecimiento, los trabajadores han visto progresar su bienestar al convertirse en agentes especializados y ser capaces de hacer valer de forma creciente esa capacidad para crear riqueza como valor que exige un mejor pago. Y no sólo porque los propietarios de las industrias hayan considerado oportuno crear una demanda solvente para más productos sino por la capacidad de presión de unos sindicatos activos y los impulsos políticos de quienes creeen en el valor de una sociedad cohesionada con mínimos de vida garantizados <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> o ven utilidad en que exista.<br /><br />En esas circunstancias, la labor útil de negociación se demuestra por los resultados en las mejoras de vida y de condiciones laborales. Por el contrario, en sociedades atrasadas la negociación no proporciona resultados porque con frecuencia los trabajadores son meros peones de labores que cualquiera puede realizar con poco entrenamiento, de manera que cada trabajador puede ser reemplazado por otro si se niega a trabajar o porque, en realidad, la mayoría de la población apenas produce para algo más que su subsistencia importando nada o poco más que nada sus demandas. Con esos condicionantes se puede ver creíble o necesario un cambio absoluto, sea cual sea la teoría que dice sustentarlo. Alguien mal pagado por su trabajo o que apenas puede generar excedentes que vender se ve tantas veces cerca de la muerte o la miseria que puede apostar a un cambio que promete un resultado esplendoroso aun con cierto riesgo. O bien su riesgo de no hacer nada es muy grande o bien puede sobreestimar un gran premio prometido como el jugador de Lotería o el apostador por la vida eterna con los criterios de la apuesta de Pascal <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2";></a>. Es así como los grupos marxistas han convencido a masas empobrecidas de que les convenía apostar por sus tesis.<br /><br />El tipo de teoría que es el marxismo reúne las cualidades para tener mayor efecto en situaciones de miseria o desconcierto pues conjuga una teoría amplia y profunda con un impulso a la acción muy decidido. Un economista podría escuchar indefinidamente un debate entre un partidario del keynesianismo y otro del monetarismo. Un ciudadano de un país desarrollado, suficientemente formado y satisfecho, podrá tomar en consideración esos argumentos en los ratos libres. Pero alguien que ve de cerca la miseria no tiene tanta paciencia ni tanto tiempo para hacer algo provechoso que le permita salir de ella y menos distraerse con debates filosóficos. Probablemente escuche con más gusto una ideología que le asegura un futuro, y no como algo más o menos probable sino con una certeza directamente proporcional a la convicción y energía con que la acepte. En esos casos, además, como en otros fenómenos de masas, y especialmente en las supersticiones o en las creencias religiosas, el que duda no es visto tanto como un escéptico o un crítico sino como un enemigo o un traidor que impide o retrasa la llegada del momento deseado. Esa condición de situarse de un lado o del otro de una linea y de urgir a tomar postura no es propia del debate científico pero sí de todo fenómeno de masas donde se perciba un enfrentamiento entre dos posturas fuertemente antagonistas, y hemos visto que Marx traza esa oposición entre los propietarios y sus obreros explotados tan claramente y de forma tan irremediable como una religión o una raza fanáticas la trazan contra los que llaman sus enemigos.<br /><br /><br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <i>Aguien tan poco izquierdista como Otto von Bismarck implanta en Alemania la Ley del Seguro de Enfermedad en 1883.</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Seguridad_social" target="_blank">"Seguridad social" en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 2:</b> <i>Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la miseria. Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquí un punto vacío. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear.<br /><br />Pensamientos. Blaise Pascal (1670)</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Apuesta_de_Pascal" target="_blank">"Apuesta de Pascal" en Wiki</a> <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-16.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-18.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-15179176350116853702007-12-17T19:37:00.000+01:002007-12-20T20:48:42.930+01:00La sociedad bipolar. 16Probablemente en cualquier momento se pueda percibir que la distribución de la riqueza sea desigual en las sociedades modernas pero eso no es motivo para ninguna acción individual ni mucho menos para que reciba una respuesta social organizada, primero porque lo que se vive como habitual y sin especial molestia se percibe como natural, como los habitantes del desierto no se extrañan del calor o la sequedad ni los del ártico, del frío y el hielo; después porque forma parte del esquema de cada persona tratar de sacar provecho de sus ventajas y pocos se extrañan tampoco de que los demás lo hagan salvo que sea en su claro perjuicio y, por fin, porque puede existir una ideología aceptada que muestre que las cosas son así necesariamente. Pero en los momentos de escasez, de pobreza, falla la primera base porque la vida se hace muy difícil y nadie asume libremente estar condenado a la miseria o la muerte, la segunda por la sensación de que unos tienen en riesgo su vida mientras que algunos están a salvo y la tercera porque cualquier ideología casi siempre se abandona cuando es algo evidente lo que se le opone.<br /><br />Los momentos de crisis, sea económica o social, son aquellos en los que con mayor probabilidad los que se consideren desfavorecidos van a cuestionar la parte que les toca en el reparto y en los que pueden hacer subir el precio que exijan por su aportación a la estabilidad social. Por eso la historia es más bien la de periodos de equilibrio en los que las innovaciones se incorporan poco a poco frente a conflictos en los que el modelo vigente se muestra incapaz de gestionar el cambio y se buscan las salidas de una manera razonable o desesperada. No creo que se pueda argumentar que el progreso es constante ni inevitable ni que la existencia de cualquier modelo social o económico es la de un cambio imparable que genera sus crisis necesariamente. Parece que cada modelo social, ideológico, económico tiende a gestionar los recursos de los que dispone y que cambia cuando se enfrenta a un cambio de su entorno, incluida la presencia de grupos sociales, modelos o ideologías rivales. Digo esto porque en la actualidad se pueden ver grupos humanos de cazadores recolectores que quizá no hayan cambiado en lo esencial desde hace milenios y no es una especie de fuerza interna la que les hace cambiar o no cambiar en una dirección sino su adaptación a un entorno cambiante. Y cuando las presiones del ambiente se mantienen constantes puede ser una tendencia útil no invertir en innovaciones que llevan a un gasto que no reporta beneficios. Toda innovación implica un coste por lo que se hace más otro por lo que se deja de hacer y puede suceder que los resultados de una innovación no compensen ambos costes, que es lo que me inclina a pensar que los cambios en Europa se debieron a unas afortunadas circunstancias de desarrollo científico, social y disponibilidad de recursos naturales.<br /><br />Pero si la crisis es profunda o se prevé que pueda serlo se puede buscar un modelo alternativo al vigente como una especie de inversión en innovación tal que el resultado vaya a compensar los costes en un momento en el que el coste de no hacer nada puede ser demasiado grande. Y, a la hora de buscar un cambio, creo que cualquier persona busca aumentar su bienestar y, al menos, los de algunas personas que considera instintivamente su entorno natural y eso puede pasar necesariamente por alianzas para compartir ese bienestar ya existente o el que se espera conseguir entre todos. Lo que diferencia la sociedad humana de otras no es Cultura frente a Naturaleza sino una naturaleza que incorpora cultura en un grado mucho mayor que otras especies y una capacidad para imaginar, es decir, representarse mentalmente una situación no conocida ya sea sobre el pasado, el presente o el futuro. Las acciones individuales no se deben, por tanto, al resultado invariable de un rígido instinto sino a un proceso de decisión que incorpora conocimientos y preferencias anteriores y que evalúa las posibles situaciones que se puedan dar en el futuro conforme se tomen unas decisiones u otras. La idea de que los beneficiarios de una situación social van a ser indiferentes a sus consecuencias es absurda y va contra cualquier evidencia acerca de cómo actúa una persona consciente de sus actos.<br /><br />Un mecanismo ciego como el que describe la evolución del sistema económico según los marxistas es, por lo tanto, paradójico, si no es suficientemente paradójico que los marxistas crean en ello considerándose los paladines de modelos dialécticos y no mecanicistas. El hecho es que el desarrollo de la economía sólo es posible como un mercado en el que cada vez más agentes se especializan en sus funciones produciendo más e intercambiando sus bienes y servicios. Y es obvio que un mercado más amplio incorpora más capacidad de especialización, mayor producción y riqueza total y que eso no puede suceder sin algún aumento de la riqueza individual y sin la mejora en el trabajo de cada agente individual de tal manera que prefiera esa situación a la precedente. Así, los industriales y comerciantes o el que vende su trabajo desearían siempre encontrar muchos compradores para sus productos y pocos productores en competencia con ellos, con una única solución posible: la máxima diversificación. Es obvio que la concentración de la producción significa pocos productores y menos riqueza total, como si los artesanos se limitaran a fabricar azadas y no hoces, guadañas o herraduras. Al contrario, la diversificación implica mucha producción de muchos elementos diferentes y que pueden satisfacer todo tipo de necesidades o preferencias.<br /><br />Creo que, simplemente por eso, las sociedades industriales más modernas, las de los EE UU e Inglaterra antes que ninguna, progresaron hacia niveles de diversificación económica en los que no bastaba con peones que extrajeran carbón de las minas sin saber hacer otra cosa sino que hacían necesarios muchos trabajadores especializados produciendo mercancías que incorporaban tecnología y oficio en su diseño y elaboración. Y ese trabajo especializado sólo era posible si se retribuía mejor que un trabajo no especializado. Todo lo contrario de un camino progresivo de los obreros hacia la miseria. Y la consecuencia esperable es que la situación no evolucionó tampoco hacia una revolución en los países industrializados.<br /><br />Pero la sociedad no es exclusiva ni principalmente un mercado de bienes y servicios sino un sistema de compromisos de cooperación actuales y aplazados acerca de la seguridad de la vida, de la garantía de la libertad y la protección contra las agresiones. Y el que forma parte de una sociedad pero se siente abandonado no tendrá demasiados motivos para colaborar en su sostenimiento y buscará una alianza con personas o grupos que le aseguren un incremento de seguridad o de la sensación de seguridad. Por eso las sociedades son resultados de muchos tipos de interacción entre muchas personas y grupos y no podríamos entender ninguna de ellas a lo largo de la historia sin clanes familiares, sectas religiosas, asociaciones de intereses comunes, grupos contra grupos o cualesquiera otras estructuras en las que el individuo se sienta integrado y protegido. Si combinamos ambas condiciones, económicas y sociales, tenemos que los partidos políticos y asociaciones cuya finalidad sea influir en la estructura y funcionamiento del Estado tienen su fuerza precisamente en las sociedades diversificadas en las que los individuos no tienen un valor marginal muy bajo, como un campesino que puede ser reemplazado por otro campesino, sino el de partes con funciones especializadas de las que dependen otras partes y que pueden paralizar el conjunto negando su colaboración. En sociedades menos diversificadas la fuerza es la pura masa y su capacidad para imponerse en una situación pero en una sociedad moderna es necesario que toda la estructura funcione y no hace falta mucha fuerza para conseguir que no lo haga.<br /><br />De este modo, los grupos de trabajadores, incluso los que los marxistas considerarían que consolidan el sistema al no sumarse a una revolución, adquieren una fuerza con la que otros grupos necesitarán contar. Los trabajadores, es decir, la mayoría de la parte más baja de cualquier pirámide social, pueden ver cómo su vida puede mejorar dentro de una estructura política y económica en la que tienen el valor de una parte indispensable, en la que es necesario contar con el individuo y no sólo con su trabajo sino también con su opinión y sus deseos. Por eso la evolución de los países más adelantados económicamente fue la de unos adelantados también en el progreso político y no a través de una crisis que desembocara en una revolución sino a través de la formación de sindicatos, partidos políticos y medios de comunicación capaces de participar cada vez más en la vida y gobierno del colectivo social. Sólo en los casos más duros de crisis económicas o políticas o en las situaciones menos avanzadas pudieron los partidarios de la revolución llevar a cabo sus planes.<br /><br />El caso de Rusia y sus revoluciones debería de ser significativo pues tienen éxito en el marco de una derrota militar en la Primera Guerra Mundial y de la incapacidad manifiesta de la autocracia zarista para afrontar las crisis. La Revolución de Febrero <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> termina con la abdicación del Zar Nicolás II y la instauración de un gobierno provisional. Sin embargo lo que ha sido llamado la Revolución de Octubre <a href="#Nota 2"><b><i>(2)</i></b></a><a name="Subir 2";></a> es el Golpe de Estado que dan los bolcheviques contra Kerensky, <a href="#Nota 3"><b><i>(3)</i></b></a><a name="Subir 3";></a> un socialdemócrata, apoyándose en la violencia y en la propaganda de acabar con la participación en la guerra que el Gobierno provisional deseaba continuar. Es llamativo que fuera el gobierno alemán durante la PGM quien franqueó el paso a Lenin a través de sus territorios desde Suiza hasta Rusia para conseguir la paz en el frente ruso, <a href="#Nota 4"><b><i>(4)</i></b></a><a name="Subir 4";></a> que los bolcheviques aceptaron con enormes cesiones, pago de hecho de Lenin a sus benefactores.<br /><br />Como decía antes, los marxistas no aceptan el valor del intercambio y de las aportaciones individuales sino que imaginan que sólo un mando centralizado puede organizar la economía y la vida política. Así, tras el golpe de Estado de Lenin, lo que se logra es una dictadura y una guerra civil pues la democracia que consiste en valorar lo que cada individuo aporta a la sociedad queda descartada si se cree oportuno desalojar a la mayoría del poder por la fuerza. Ahora bien, las ideas no triunfan por ser verdaderas, a veces ni siquiera entre científicos, sino por agrupar a suficientes personas de un modo organizado frente a menos personas o peor organizadas y está claro que Lenin organizó políticamente a los bolcheviques y Trotsky los organizó militarmente, siendo capaces de ganar la guerra civil.<br /><br />En realidad, en ningún sitio donde triunfaron los partidos marxistas había habido una industrialización y una acumulación de riqueza que llevara a los trabajadores a la revolución. Ni en China, donde los comunistas triunfan en una guerra civil contra los nacionalistas tras la Segunda Guerra Mundial, ni en Europa, donde los países bajo control de los ejércitos de la U.R.S.S. pasan a estar controlados por gobiernos títeres comunistas. Guerras, golpes de Estado y acciones guerrilleras dan idea de lo alejada de los hechos que está la teoría marxista. Donde la evolución de las sociedades pudo seguir un cauce democrático no hubo revoluciones sino un reforzamiento del papel del individuo como creador especializado de bienestar y como beneficiario de ese estado de bienestar.<br /><br />Las teorías marxistas no son, por tanto, un diagnóstico adecuado de los problemas que pueden existir a lo largo del progreso social y económico ni un buen pronóstico del curso que probablemente sigan los hechos. Nada ha ocurrido como preveía Marx. Pero donde en otras circunstancias de atraso, miseria o violencia los grupos marxistas tomaron el control del Estado y de la economía, tampoco mostraron capacidad para mejorar el bienestar, para acelerar el progreso y en general ni siquiera para continuarlo a buen ritmo, para democratizar la vida política ni para evitar caer en graves crisis. Quizá eso debería ser suficiente para mostrar la falsedad de la teoría, aparte del análisis de sus principios teóricos.<br /><br /><br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <i>La Revolución de febrero de 1917, que tuvo lugar en Rusia, marcó la primera etapa de la Revolución rusa de 1917. Ella provocó la abdicación del zar Nicolás II.<br /><br />Esta revolución nació como una reacción a la política realizada por el zar, en particular, la implicación directa de Rusia en la Primera Guerra Mundial, a la cual se oponía una alianza en mayor parte liberal formada por reformistas políticos quienes querían establecer una asamblea constituyente escogida democráticamente. El régimen naciente resultó de una alianza entre liberales y socialistas, creando un ejecutivo elegido democráticamente y una asamblea constituyente.<br /><br />En la primera mitad de febrero de 1917, el inicio de una hambruna provocó revueltas en la capital Petrogrado. El 18 de febrero (JU), la mayor fábrica de Petrogrado, la factoría Putilov, anunció una huelga; se disparó a los huelguistas y algunas tiendas cerraron, lo que provocó insurrecciones en otros centros de producción. El 23 de febrero (JU) (8 de marzo, GR), se celebró una serie de mítines y manifestaciones con motivo del Día Internacional de la Mujer que progresivamente alcanzaron un fuerte tono político y económico. Llegado un momento, se envió un batallón de soldados a la ciudad para apaciguar el levantamiento, pero muchos de ellos no sólo prefirieron desertar sino que se rebelaron contra su jerarquía. Estos acontecimientos obligaron a Nicolás II a abdicar el 2 de marzo (JU) (15 de marzo, GR). Tras frustrarse la primera intención del zar de ceder el poder a su hermano menor, el Duque Mikhaíl Alexándrovich, el gobierno quedó a cargo de un gobierno provisional que duraría hasta que se llevaran a cabo elecciones para la creación de una asamblea constituyente.</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Revolución_de_Febrero" target="_blank">"Revolución de Febrero" en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 2";></a><b>Nota 2:</b> <i>La Revolución de Octubre, también conocida como Revolución Bolchevique o Revolución Soviética, fue la segunda fase de la Revolución Rusa de 1917, tras la Revolución de Febrero.<br /><br />La denominación de hechos históricos determinantes por los meses proviene de una costumbre francesa (periodos de brumario o thermidor para la Revolución Francesa, revolución o monarquía de julio para los acontecimientos de 1830 y Luis Felipe de Orleans). En España se acostumbraba a motejar al franquismo como el Régimen del 18 de julio. Es curioso señalar que la fecha octubre, inmortalizada por la épica revolucionara y el título de la película de Sergei Eisenstein, corresponde al calendario juliano vigente en la Rusia zarista, después abolido por la Revolución. En el resto del mundo, bajo el calendario gregoriano, las fechas serían del mes de noviembre.<br /><br />La Revolución de Octubre fue liderada por los bolcheviques bajo la dirección de Vladimir Lenin y significó la primera revolución comunista declarada del siglo XX. Las actividades revolucionarias en Petrogrado, que acabaron siendo decisivas, estuvieron comandadas por el sóviet de la capital, dirigido por León Trotsky, y el Comité Militar Revolucionario controlado por Adolph Joffe.<br /><br />La revolución culminó con una insurrección militar-popular que derribó al gobierno provisional, y conduciría a una guerra civil (1918–1920) y a la posterior creación de la Unión Soviética en 1922.</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Revolución_de_Octubre_%281917%29" target="_blank">"Revolución de Octubre" en Wiki</a> <a href="#Subir 2"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 3";></a><b>Nota 3:</b> <i>Aleksandr Fiódorovich Kérensky (ruso: Александр Фёдорович Керенский) (Simbirsk, 22 de abril de 1881 - 2 de mayo según el Calendario Gregoriano) - Nueva York, 11 de junio de 1970), político socialdemócrata, abogado de profesión, fue un líder revolucionario ruso que desempeñó un papel primordial en el derrocamiento del régimen zarista en Rusia. Fue el segundo primer ministro del gobierno provisional instaurado tras la Revolución de Febrero. Fue capaz de hacer fracasar el golpe de Kornilov, pero no pudo evitar la Revolución de Octubre en la que los bolcheviques tomaron el poder.</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Aleksandr_Kérensky" target="_blank">"Aleksandr Kérensky" en Wiki</a> <a href="#Subir 3"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a name="Nota 4";></a><b>Nota 4:</b> <i>La Paz de Brest-Litovsk es un Tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad polaca de Brest-Litovsk (entonces bajo soberanía rusa, en la actualidad denominada Brest y perteneciente a Bielorrusia), entre Alemania, Bulgaria, el Imperio Austrohúngaro y Rusia. En él, la Rusia soviética renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, que a partir de entonces quedaron bajo el dominio y la explotación económica de los Imperios Centrales. Asimismo, entregó Ardahan, Kars y Batumi al Imperio otomano. Con este tratado, Alemania reforzó el frente occidental con efectivos orientales.<br /><br />Tras la revolución bolchevique, Lenin decidió sacar a la naciente Unión Soviética de la guerra a cualquier precio. Lev Trotsky, que era el comisario de relaciones Exteriores del gobierno bolchevique, trató de prolongar lo máximo las negociaciones, pero el envite final alemán en febrero de 1918 derrumbó las menguadas y desorganizadas tropas de la Rusia soviética. Para poder hacer frente al Ejército Blanco en la Guerra Civil Rusa, Lenin tuvo aceptar las durísimas condiciones alemanas. Se firmó el tratado de paz de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918, en virtud del cual Rusia cedía extensos territorios.</i> <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Brest-Litovsk" target="_blank">"Paz de Brest-Litovsk" en Wiki</a> <a href="#Subir 4"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-15.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-17.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-48942930225274894712007-12-16T23:46:00.000+01:002007-12-29T23:16:39.418+01:00La sociedad bipolar. 15Lo que he explicado del Juego del Ultimatum hace evidente que, si se engaña a B sobre las ganancias reales de A, o si simplemente B las desconoce, está mejor dispuesto a estimar sólo su ganancia. Pero vemos por los experimentos realizados en variados sitios y culturas que cuando se conocen se rechaza casi de forma sistemática la desigualdad y la sensación de hacer ganar mucho sin participar en ello. Y antes decía que, en mi opinión, el carácter comunitario de los seres humanos se hace presente incluso en este caso, en el que no hay relaciones mutuas ni expectativas para un futuro.<br /><br />Se comentaba recientemente la posibilidad de que los niños prefiriesen <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> a las personas que muestran un comportamiento altruista con otros. Y probablemente todos lo hacemos y no por altruismo sino por un instinto obvio: si alguien queda identificado como egoísta o poco dispuesto a devolver favores, la probabilidad de que se comporte con nosotros de esa misma manera es grande y, por tanto, es poco razonable invertir cuidados y ayuda en él. Nadie se extraña, sin embargo, de que una madre prefiera a sus hijos o un pariente o un amigo a los suyos, pero la intuición de que alguien nos puede perjudicar no carece ni de importancia ni de consecuencias.<br /><br />Entonces, si todos los que son conscientes de que en el juego social o económico unos resultan mucho más beneficiados que otros evalúan del mismo modo el papel del egoísmo y del altruismo, lo probable es que se rechace en la medida de lo posible el comportamiento del que se enriquece muy por encima de lo demás y se lo tache de egoísta, insolidario o asocial. Y en el juego social las ganancias de los favorecidos suelen ser tan evidentes como riquezas y poder, de forma que el perjudicado va a reaccionar intuitivamente con la misma predisposición al rechazo que en el juego sociológico.<br /><br />Sería poco realista un modelo basado en ignorar la agresión y el egoísmo, pues existen, o en que entre personas de la misma condición se den los robos, engaños y todo tipo de crímenes, de forma que las únicas injusticias entren en el mundo a través de la división del trabajo o la propiedad. Así que los desfavorecidos pueden tener como opción negarse a participar en el juego haciendo ganar una cantidad desproporcionada a otros si ellos se sienten perjudicados o simplemente tratar de elevar su valor en el juego social o de disminuir el coste de lo que ofrecen, en competencia con las personas de su misma condición y, por lo tanto, económicamente equivalentes. Dependerá de la situación, de la organización y de la ideología y así vemos que ha sucedido.<br /><br />El progreso de los pocos artesanos que abastecían de productos de lujo a sus señores no estaba relacionado con el bienestar de la mayoría. Podemos ver los lujosos objetos celtas del periodo La Tène, las joyas de oro de las tumbas escitas o el tesoro de Tutankhamon para darnos cuenta de que a los buenos orfebres nunca les faltó un patrón ni una buena vida. Pero una vez saturado el mercado de lujo queda abierto el de los bienes de lujo o de mera necesidad de la mayoría de la población y es ahí donde crece el número de los artesanos y donde tiene su terreno la industria. Es ahí donde los artesanos, industriales y comerciantes innovadores son capaces de encontrar un mercado potencialmente enorme para sus productos y donde van a ver una coalición de intereses entre su provecho y el de la mayoría. La idea marxista de que los propietarios van a expoliar a los trabajadores hasta reducirlos a la miseria choca nuevamente con la evidencia. Una masa de desharrapados no puede comprar todas las telas que salían de los telares ingleses ni el comercio de lujo sería suficiente para justificar las grandes inversiones industriales y comerciales y la evolución prevista por el marxismo de cada vez mayor concentración de la riqueza y mayor difusión de la miseria hacia los pequeños propietarios, industriales o comerciantes choca con los datos reales.<br /><br />Hay tres fuerzas evidentes que pueden explicar eso: la primera, como he dicho, la percepción de que si puedes fabricar en masa reduciendo costes necesitas una masa de compradores que absorba lo producido y es tu interés que exista y tenga los recursos suficientes para crear una demanda solvente; la segunda, las alianzas sociológicas y políticas entre los que están interesados en la extensión de la riqueza; y la tercera, la competencia entre sociedades retrasadas y divididas en una minoría de riqueza ostentosa y una mayoría sin recursos, con baja o nula cohesión social (salvo por factores ideológicos como la religión o la nacionalidad) y las más igualitarias.<br /><br />Lo oportuno es que los historiadores estudien estas fuerzas pero se me ocurren sencillos ejemplos de batallas entre los numerosos ejércitos de señores rodeados de siervos, como los persas, frente a cerradas filas de hóplitas atenienses que pagaban su armadura con sus recursos. O quizá fuera simplemente la capacidad de una sociedad diversificada y eficaz económicamente para sostener una guerra contra una pobre con una exigua minoría de ricos opulentos.<br /><br />Pero el hecho histórico es que por conveniencia o porque ni siquiera los situados <i>a media altura</i> en la pirámide social dejarían de verse estafados al ver enriquecerse a los de <i>más arriba</i> sin participar de ello, la élites de poder ha sido constantemente desafiadas y derribadas por alianzas entre los de <i>la parte baja</i> de la pirámide. Los seres humanos podemos comprender el mundo dividiéndolo en categorías y clasificando cada hecho como consecuencia particular de una regla general. Por eso, los comportamientos humanos no escapan a una visión teórica en forma de ética en la que se valore la predisposición de unos para ayudar a otros que antes les ayudaron o para interesarse en su bienestar. Y no es extraño que en medio de guerras o carestías los menos favorecidos cuestionen el valor de la élites para la dirección de la sociedad y lo que aportan de riqueza y bienestar. <br /><br />Las revoluciones liberales fueron un ejemplo de esto como alianza de los comerciantes y artesanos con las poblaciones que se sentían desfavorecidas en el orden estamental contra la minoría en el poder y las contrarrevoluciones conservadoras, fuera cual fuera su pretexto ideológico, ponían de manifiesto una alianza entre quienes se sentían perjudicados por la sociedad industrial y liberal. El marxismo no podía ser otra cosa que una alianza entre los obreros industriales y una pequeña élite intelectual que se sentía desfavorecida en el modelo de sociedad. <br /><br />Los obreros han llegado a ver la riqueza que acumulan los propietarios y no valoran tanto su propio bienestar o si se ha incrementado desde que dejaron el campo y las azadas en forma de ropa más barata con las telas que fabrican sino que en una forma de juego de ultimatum ellos reciben una mínima parte de lo ganado en conjunto. Y en medio de alguna crisis en la que la pobreza ya no se vive como relativa sino como absoluta la paciencia se agota fácilmente y la sensación de estar siendo estafados llega a disparar su ira. Quizá por eso, los revolucionarios socialistas actuaron más como ideólogos que como científicos o filósofos, es decir, más tratando de organizar unas fuerzas impulsadas por la sensación de injusticia que tratando de comprender las raíces del hecho. Y quizá precisamente por eso, Marx no trató tanto de comprender como de transformar la situación y dibujó un esquema teórico más capaz de movilizar las fuerzas de las clases obreras que de convencer a alguien en un debate racional.<br /><br />Podemos decir, por lo tanto, que el marxismo es fruto de una situación de tensión social y que es uno de los resultados esperables de alianzas de clases bajas contra clases altas. Pero su esquema teórico falla en sus presupuestos al despreciar el valor de los que crean, organizan e innovan para reforzar el valor del trabajo. Sería dudar demasiado de la honestidad intelectual de Karl Marx o sobreestimar su capacidad para engañarse sostener que su teoría vendía a los obreros una posición más elevada en la sociedad socialista que en la liberal sólo con el fin de <i>compraran</i> socialismo y no liberalismo, pero las consecuencias son esas. Y las de que los innovadores y creadores de riqueza no se sintieron favorecidos, también. <br /><br />Y no sólo en lo económico sino en lo político. El marxismo interpretaba que, según su teoría, la oposición entre propietarios y trabajadores iba a ser creciente hasta llegar a un estado de miseria tal entre los obreros que la rebelión fuese su única salida natural. Y en ese estado de rebelión difícilmente se podría llegar a un consenso democrático entre una minoría ávida de expoliar la última gota de sangre a los obreros y unos trabajadores exhaustos sino que la lucha de clases iba a adquirir tintes de drama y la vida de los trabajadores y su necesidad de liberarse, con las fuerzas del progreso encarceladas por los capitalistas monopolistas de su parte, daría lugar a un enfrentamiento violento que haría imprescindible un control absoluto de las fuerzas socialistas sobre el Estado y la economía.<br /><br />Es decir, el marxismo no sólo creía que las iniciativas individuales en lo económico sólo podían ir en una línea de desproveer progresivamente a unos en beneficio de otros sino que la pluralidad política sólo podía sostener esa línea o evitar o retrasar la llegada de la sociedad sin clases. Por lo tanto, si la iniciativa individual expoliaba a los trabajadores, los socialistas proponían una administración centralizada de la economía que retribuyera a cada uno en función de su valor de trabajo, teóricamente igual para todos. Y si la iniciativa individual en lo político no era compatible con esa administración centralizada de todas las fuerzas de una sociedad, la pluralidad debía ser eliminada y la dirección política centralizada en unas manos únicas: las de la vanguardia de la clase trabajadora.<br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <i><br />Herencia en los juicios de valor<br />Escrito el 26 de Noviembre de 2007 en Evolución, Ciencia y Mundo, Selección natural y Divulgación<br /><br />“Los bebés saben elegir a las personas“. Muchas veces escuchamos esta frase, y otras similares, para dar a entender la supuesta capacidad innata que poseen los niños de menos de un año para elegir quien le acune mejor. Sin embargo, no dejaba de ser un comentario gratuito y sin prueba alguna, al menos hasta ahora.</i> <a href="http://blog.evolutionibus.info/?p=229" target="_blank">"Herencia en los juicios de valor" en El blog de Evolutionibus</a> <br /><br /><a href="http://www.nature.com/nature/journal/v450/n7169/full/nature06288.html" target="_blank">"Social evaluation by preverbal infants" en Nature</a> <br /><br /><a href="http://www.sciencedaily.com/releases/2007/11/071121144949.htm" target="_blank">"Babies Prefer Good Samaritans" en ScienceDaily</a> <br /><br /><a href="http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7107000/7107249.stm" target="_blank">"Los bebés distinguen al enemigo" en BBC Mundo.com</a> <br /><br /><a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-14.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-16.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-49756539570488114902007-12-15T19:51:00.000+01:002007-12-17T17:27:00.744+01:00La sociedad bipolar. 14Hemos visto en los ejemplos anteriores algo que sin más argumentación debería explicar el éxito del liberalismo y el fracaso del marxismo: el del campesino que aumenta su producción de comida al dejar la producción de azadas a otro más habilidoso y comprarle las que necesite a un coste menor para él que lo que le supone fabricarlas. Su ganancia no depende directamente del trabajo que invierte el artesano de azadas en cada azada sino sólo de que el coste de la azada sea menor para él. Podrá ignorar totalmente si el fabricante de azadas se enriquece o no (veremos más tarde que eso es una situación sociológicamente irreal) y decidirá comprar la azada porque sus propios resultados son mejores que no comprándola.<br /><br />Vemos así que la mejora en su vida para el comprador de la azada se debe a que dentro del sistema social y económico ha aparecido otro agente con otras cualidades. Basta que la especialización haga de cada individuo un agente más eficaz en su trabajo que si tuviera que atender a todas sus necesidades. De hecho, en mi opinión, el progreso de la humanidad ha sido una serie de ciclos que se realimentan y en los que un mayor número de personas debido a la mejora de las técnicas daba lugar a una especialización y ésta, a una nueva mejora en las técnicas. Pero si se supone que el enriquecimiento de un agente sólo se produce a costa de otro, el progreso sería imposible e iría contra una situación tan sencilla como que varios humanos cazando pueden abatir a un animal grande que uno sólo no podría o, como ya decía antes, que un enfermo sobrevive gracias a los cuidados de otros mientras se encuentra incapacitado para alimentarse por sí mismo.<br /><br />Consideremos, por el contrario, que la especialización produce un mayor volumen de producción, de mejor calidad e incluso que el riesgo queda atenuado en una sociedad interconectada que actúe como mutualidad, aunque sólo sea por el comercio. Conocemos ejemplos de la antigüedad en que un país compraba alimentos a otro debido a la sequía y eso era la diferencia entre morir o sobrevivir.<br /><br />Por tanto, la visión pesimista o francamente catastrofista acerca del enriquecimiento de unos a costa necesariamente de otros queda demostrada como falsa. Los obreros de los telares mecánicos pudieron sentirse empobrecidos o no, pero el hecho es que con ellos se producía un mayor volumen de telas y más baratas, artículos que debían ser comprados y disfrutados por alguien si el asunto tenía sentido económico. Y, precisamente, lo que dio lugar al despegue del crecimiento industrial progresivamente acelerado fue la producción en masa, sólo comercializable como más productos para más personas. El industrial que construía telares o el ingeniero que los diseñaba causaban, como en los ejemplos anteriores de los campesinos y las azadas, una mejora en la vida de alguien diferente de ellos y hay que ser muy obstinado para sostener que el crecimiento de la industria se produjo sin beneficios para la mayoría. Y eso considerando sólo la producción de bienes sencillos, pero ¿y si incluimos que la especialización producía mejores médicos o científicos que daban lugar a mayores progresos? ¿Y si incluimos el total de bienestar en horas de trabajo, bienes y servicios disponibles para la población de los países industriales frente a los que disponían los habitantes de esos mismos países a principios del siglo XIX?<br /><br />Es obvio que algo falla en el análisis marxista y que sus previsiones han resultado erradas por estar basadas en una teoría del valor que no tiene en cuenta las iniciativas innovadoras individuales y su creación de riqueza incluso para quienes no saben de la existencia de tales innovaciones (los metales y los plásticos habrán llegado probablemente antes a una tribu perdida del Amazonas o Nueva Guinea que ninguna información sobre industrias y división del trabajo). Sin embargo, como decía antes, no creo que se trate sólo de esto sino también, o principalmente, de que la sociedad es por esencia un ámbito de cooperación.<br /><br />Hay un experimento sociológico conocido como el Juego del Ultimatum <a href="#Nota 1"><b><i>(1)</i></b></a><a name="Subir 1";></a> en el que se ofrece una sola vez una cantidad a una persona A con la condición de que ofrezca parte de esa cantidad a una persona B que conoce las ofertas, pero A y B no se conocen entre ellas. La racionalidad tratada como en los ejemplos anteriores llevaría a que B aceptase cualquier oferta ya que, independientemente de cuánto gane A, cualquier cantidad que reciba B es una ganancia. Y sin embargo no sucede así y B suele rechazar ofertas por debajo del 20% a pesar de que pierda.<br /><br />Se me ocurren varias críticas al experimento ya que el hecho de que A y B no se conozcan no suprime la naturaleza social y los instintos y actitudes sociales de los individuos. La sensación de estar siendo estafado es frecuente en las respuestas de B. Otra cosa es que si las cantidades de dinero son pequeñas será más probable que se rechacen las ofertas, pero si alguien recibe seriamente la oferta de un millón de euros, aunque sólo sea el 1% de la oferta a A, y la rechaza comenzaré a pensar de otra manera.<br /><br />La aplicación a lo dicho anteriormente es que si un agente A se enriquece en una cantidad que el agente B considere injusta en el mismo sentido que en el juego del ultimatum, el agente B puede rechazar el trato a pesar de salir perdiendo, pero quizá con la idea de no haber sido estafado. Si el fabricante, el innovador, el organizador obtienen unas ganancias con sus aportaciones a la economía que los demás individuos consideren injustas, la probabilidad de que se rechacen es tanto mayor cuanto más injustas se perciban.<br /><br />No se puede ignorar la influencia de este factor como si los cálculos de ganancias estuvieran limitados a las meras cantidades de dinero o recursos y no incluyeran algo relativo a la cohesión social. Y esto, a mi juicio, es lo que produce dos consecuencias aparentemente contradictorias: la primera, la percepción como rechazable y como expoliación de cosas que la teoría liberal, como en mis argumentos anteriores, consideraría una ganancia individual y social; y la segunda, la sensación entre los beneficiarios netos de un trato del tipo del juego de estar perdiendo en el juego social mientras ganan en el económico.<br /><br />Decía que la sociedad es una relación entre individuos tal que cada uno espera salir ganando desde un punto de vista intuitivo o instintivo y que esa valoración de costes, es decir, la libertad que pierdo para buscar mi propio beneficio (la tendencia hacia <b>el polo de la libertad individual</b>) frente al valor de la sociedad, es decir, lo que obtengo al estar sometido a las restricciones de la sociedad (la tendencia hacia <b>el polo de la cohesión social</b>) es lo que cada individuo evalúa constantemente y lo que le hace participar en la sociedad o rechazarla. Explicar esto es quizá tema para otro sitio, pero trataré de hacerlo aquí con brevedad. El altruismo desde el punto de vista evolutivo es posible cuando los genes que intervienen en su existencia aumentan su frecuencia en la población (que es lo decisivo como explicación de genética de poblaciones de la evolución) y el sacrificio, incluso de la vida, de un individuo con la pérdida de sus genes, aumenta la probabilidad de supervivencia de los mismos genes en la población, es decir, los de sus parientes cercanos, al menos. De esta forma, hay un instinto social que regula actos que no son juzgados racionalmente sino por el instinto que ha hecho evolucionar a nuestra especie hacia una estructura social y la madre que se sacrifica por un hijo en peligro es posible que ni siquiera piense en los otros hijos que tiene y pone en peligro con su acción. En este nivel es posible que se encuentren algunos de los juicios sobre relaciones equitativas y puede ser parte de lo que explique los resultados del Juego del Ultimatum.<br /><br />Pero luego existe un nivel meramente intuitivo en el que se percibe una ganancia propia pero también lo que se hace ganar a otros con la colaboración social. Es evidente para todos que si un individuo se enriquece con una venta, tal enriquecimiento no se podría producir sin el hecho de la venta ni, por lo tanto, sin la existencia de compradores. Antes trataba de definir <b>el valor de algo en una circunstancia</b> como <b>la diferencia entre tenerlo y no tenerlo</b>. Así, el valor de un litro de agua en el desierto es el de la vida que se pierde sin él, pero el de un litro cualquiera de un río es casi nulo pues existe un enorme número de litros disponibles y no disponer de uno concreto no implica casi diferencia. El valor de una azada frente a cavar y recolectar a mano es la mucha mayor cantidad de alimento que se consigue con la azada y desde luego no el trabajo invertido en fabricarla. Entonces el comprador es consciente de igual manera de que la venta sólo es posible ya que existe él como comprador y que la ganancia sin él sería imposible.<br /><br />La respuesta a eso será, como en el caso del litro de agua, el del valor marginal del comprador para el vendedor. Si sólo hay pocos compradores, como los litros de agua, su valor para el vendedor es grande pues sólo ellos hacen posible la venta y la ganancia. Pero si aumenta el número de compradores económicamente equivalentes, es decir, dejando aparte otras preferencias, su valor marginal bajará para el vendedor ya que, si no es uno hoy, será otro mañana quien le compre sus productos.<br /><br />Sin embargo hay un precio que está implícito y que los primeros liberales no vieron o no quisieron ver: el precio de la cohesión social. En un mundo en que el rey mandaba ahorcar al autor de un pequeño hurto, las leyes se daban por descontadas. Y es cierto que la mera violencia es suficiente para guardar el orden en una sociedad poco organizada y durante un tiempo limitado y unas circunstancias estables. Pero el enriquecimiento de todos los participantes en el desarrollo económico y social sólo es posible si el vendedor tiene compradores y si hay otros agentes especializados que proporcionen lo que cada agente especializado no produce. Si nos vemos en una sociedad donde sólo unos pocos producen algo de valor mientras que la gran mayoría produce apenas para su subsistencia, la realidad del mercado será que es pequeño y que carece de suministradores eficientes de lo que esos pocos deberían no producir para ser más eficientes. Por otra parte, las diferencias, se valoren como se valoren, entre la gran mayoría y los pocos eficientes será tan grande que todos acabarán por darse cuenta, sobre todo en una situación de crisis, de que hay una estafa similar a la del Juego del Ultimatum.<br /><br />Pero, más aún. Se produce y hay comercio porque las ventas y las compras, los suministros y el comercio a larga distancia están razonablemente garantizados, y porque hay una razonable garantía también de la vida. ¿Y si eso no es así? Incluso los menos avispados percibirán que en una situación de desorden el que más pierde es el que más tiene, de modo que el valor marginal del orden social injusto para el miserable es casi nulo, mientras que es enormemente elevado para el que vive en la prosperidad.<br /><br />Un campesino de una época antigua apenas cambiaría su situación al cambiar de amos y debemos tener en cuenta que probablemente más del 80% de una sociedad estaba formada por campesinos que resultaban tan necesarios al rey actual como a otro rey invasor. Sin embargo la situación de una persona próspera podía cambiar de la mayor riqueza a la mayor miseria pues sería a él a quien tratarían de robar objetos de lujo concentrados en lugares reducidos y no dedicarse a atacar campos extensos para ir recogiendo escudillas de madera de campesinos.<br /><br />Entonces ¿no podrá el menos favorecido económicamente reconocer, siquiera de forma confusa, que él está proporcionando de hecho estabilidad al que vive prósperamente y que desea un mayor precio por ella? Además, ese papel social puede entrar dentro de un sistema de intercambio en que una clase que desee ascender en el poder negocie más cohesión social para los menos favorecidos como coste de su apoyo, más formación y especialización como agentes económicos con derecho a mayores retribuciones y, no la menos importante por mencionarla en último lugar, la oferta de un reconocimiento moral y jurídico de igualdad a tono con el principio del <b><i>no me estafes</i></b> implícito en el Juego de Ultimatum.<br /><br /><br /><br /><a name="Nota 1";></a><b>Nota 1:</b> <i>The ultimatum game is an experimental economics game in which two parties interact anonymously and only once, so reciprocation is not an issue. The first player proposes how to divide a sum of money with the second party. If the second player rejects this division, neither gets anything. If the second accepts, the first gets his demand and the second gets the rest.</i> <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Ultimatum_game" target="_blank">"Ultimatum Game" en Wiki</a> <a href="#Subir 1"><b><i> (Subir)</i></b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-13.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-15.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-45738587828441733772007-12-14T20:04:00.001+01:002007-12-16T20:17:31.038+01:00La sociedad bipolar. 13Podemos imaginar un modelo en el que cada persona consigue o fabrica todo lo que precisa para su vida. Se trata de un modelo irreal pues resulta fácil suponer que en las sociedades de los primitivos humanos, pequeños grupos familiares, existía un reparto de funciones, al menos en cuanto que los antecesores de los humanos debieron vivir ya en grupos y no como individuos aislados. Pero individualmente o en grupos más o menos autosuficientes se buscaba el alimento, se fabricaban herramientas, vestimentas o recipientes. Su valor era el de su uso y los mejores resultados de trabajar un tiempo tejiendo una cesta o fabricando un raspador que no hacerlo y llevar productos en las manos o arrancar la carne con los dientes. Es evidente que al trabajar un tiempo en la fabricación de utensilios se mejoraban los resultados individuales como más recursos logrados, más facilidad para transportarlos, armas con las que defenderse de otros animales o ropas o abrigos con los que protegerse del clima. Esto crea riqueza, seguridad y comodidad, y basta imaginar que las armas y la caza colectiva podrían proporcionar recursos inalcanzables sin ellas.<br /><br />Sin embargo, esta mejora de la eficacia tiene un límite pues el valor de las cosas está en función de su uso y su abundancia. Un buen cazador no puede acumular la carne indefinidamente ni un buen fabricante de herramientas va a necesitar más de las que pueda manipular en un momento dado de entre las que posee. Una vez que haya fabricado las que le son útiles, cualquiera que fabrique de más es una pérdida de tiempo y recursos. O una vez que se haya alimentado él y su familia, todo el alimento de más que pueda conseguir se pudrirá sin remedio. Y es que nuevamente vemos que el valor de algo no es proporcional al trabajo invertido para conseguirlo sino que está en relación con la diferencia entre disponer y no disponer de ello. La diferencia entre un poco de agua o de alimento y nada puede ser la vida. Sin embargo, estar ante una fuente que mana o un lago, o ante una manada de animales de caza no supone un incremento en el bienestar más allá de lo que cubra las necesidades inmediatas y la seguridad del suministro. Lo que se llama valor marginal del agua que pasa por un río abundante será tan bajo que, precisamente por eso, se deja que corra. No obstante hay que precisar que eso no ocurrirá con todos los recursos a la vez ni de la misma manera pues un grupo de cazadores recolectores con recursos ilimitados crecería exponencialmente hasta que hubiera algún recurso escaso limitante y cuyo valor sería muy grande.<br /><br />Pero en una situación en la que el grupo sea suficientemente grande, es decir, con mayor probabilidad cuanto más numeroso sea, una persona será más habilidosa o podrá hacerse más habilidosa que las demás mediante el aprendizaje o la práctica y en el mismo tiempo podrá fabricar más herramientas que otros dedicándose a ello preferentemente. Si suponemos al campesino que se fabrica su azada o su hoz y las de repuesto para poder reemplazarlas si se rompen sin que haya un largo tiempo sin herramientas, toda herramienta de más será a costa de dejar de producir alimento y una vez garantizado el alimento será una mera pérdida de tiempo y esfuerzo. Dejemos aparte un modelo real más complejo que incluya la competencia de grupos rivales, la guerra y las malas cosechas accidentales o las epidemias. Pero si el campesino más habilidoso descubre que puede seguir produciendo azadas por encima de las que necesita y abastecer a otros de utensilios a cambio de alimento podemos ver que con el mismo trabajo más la especialización la cantidad de bienes producidos puede ser mayor ya que si el campesino habilidoso construye una azada en cinco horas y el menos habilidoso lo hace en diez, para el segundo fabricar una azada tiene el coste de dejar de producir alimentos durante diez horas y para el primero sólo de cinco. Cambiar la azada por una cantidad de alimentos mayor que la producida en cinco horas es una ventaja para el primero y hacerlo por una cantidad menor que la que produce en diez lo es igualmente para el segundo. Imaginemos que el segundo ofrece al primero los alimentos que produce en ocho horas y el primero lo acepta. El segundo tiene la azada más los alimentos producidos en dos horas. El primero tiene su azada más los alimentos producidos en ocho horas, habiendo dejado de producir los que lograría en cinco. Tres de más. Ambos ganan debido a la especialización y vemos que el que fabrica las azadas no considera si el otro gana sino que él ha ganado con la fabricación. El segundo podría decir, también, que el primero sólo ha invertido cinco horas de su trabajo para lo que le vende por ocho horas del suyo. Pero, salvo por otros factores de mayor alcance, el segundo podrá aceptarlo porque aún con eso gana.<br /><br />Si suponemos que además el segundo campesino es más hábil en la agricultura, el primero hace dos azadas y trabaja ocho horas en el campo, obteniendo ese día su azada, ocho kilos de su campo y otros ocho de la venta de la azada, es decir, dieciséis kilos de comida ganando tres, mientras el segundo obtiene su azada más treinta y seis kilos, de los cuales paga ocho, quedándole veintiocho. De no haber compraventa de azada, el primero pierde tres kilos pero el segundo pierde veinte kilos por estar fabricando la azada, menos los ocho que ya no paga: doce kilos. Está claro que se ha creado algo de valor por la especialización: los quince kilos totales de comida de más. Podríamos pensar que cualquier persona es hábil para todo, cosa contraria a lo que observamos, pero incluso con eso la pérdida de tiempo al ir cambiando de actividades y el empleo de numerosos recursos o de espacio harían razonable especializarse, como así se observa.<br /><br />Esta situación es más clara si incluimos a personas que hacen ropa mejor que azadas o cultivar, a carpinteros que suministran la madera al fabricante de azadas, a ganaderos, médicos o cualquier labor especializada. Y vemos que el valor de la especialización y de los productos obtenidos no depende sólo de las horas trabajadas por el que los fabrica sino del valor que su uso supone para quienes los adquieren, más todavía cuando para una persona sería imposible fabricar con destreza más de unos pocos utensilios o resultar hábil para más de unas pocas labores. La fabricación de un tractor sería imposible para un campesino y el cultivo de un campo moderno no estaría al alcance de un fabricante de tractores. Lo que cada agente se preguntará en cada caso es si sale ganando en el intercambio empleando su mismo esfuerzo y el resultado será que el total de los bienes y servicios producidos será mayor que sin especialización.<br /><br />Hay un ejemplo aún mejor de las ventajas de la especialización pues ni siquiera es necesario que otro haga algo mejor que nosotros para que se lo compremos. El constructor de azadas puede ser, por su especialización, capaz de producir una azada por hora y dos kilos de comida por hora. Pero si encuentra a alguien que sea menos habilidoso comparativamente en la producción de azadas que en la de comida le compensará producir azadas y dejar de producir comida. Si, por ejemplo, otro campesino produce una azada en diez horas y un kilo de comida por hora, el primero en dieciocho horas de trabajo hará dieciocho azadas y dejará de producir treinta y seis kilos de comida. Pero si vende su azada por tres kilos de comida, obtendrá su azada más cincuenta y un kilos de comida, quince más que en el primer caso (estamos suponiendo todo el tiempo que no hemos llegado a la división del trabajo completa y que al día siguiente cada campesino necesitará su azada y deberá seguir produciendo su comida, pero basta que los compradores sean suficientes y el mercado suficientemente grande para que la producción de azadas de un artesano abastezca a un conjunto de campesinos que ya no producirán azadas y el primero ya no necesitara ni producir su comida ni usar ninguna azada). El segundo, menos habilidoso tanto en producir azadas como en producir comida, produciría su azada en diez horas y ocho kilos de comida en las horas restantes. Pero ahora dedica las dieciocho horas a producir comida, compra la azada por tres kilos y tiene azada y quince kilos de comida frente a una azada más ocho kilos en el caso primero, es decir, siete kilos más. Las horas de trabajo le son más rentables al primero si produce azadas que si produce comida y al segundo si produce comida que azadas. Cada uno se dedicará, si puede hacer una elección libre y razonable, a la actividad que más beneficios le reporte.<br /><br />Podemos incluir además la organización, la innovación y el riesgo en el modelo. La especialización requiere que una persona tenga a su disposición todos los elementos que no puede producir al limitarse a uno o a parte de uno y que lo que produce sea vendible y no se amontone en su almacén. La organización de forma que se le proporcione lo necesario y se le comercialice lo producido es parte indispensable de la especialización y el resultado será tanto mejor cuanto mejor sea aquélla. Si una persona o grupo es capaz de organizar la producción de modo que aumente el rendimiento, estamos en un caso de especialización en que una nueva habilidad proporciona mayores resultados. Y si esas habilidades son comparativamente mayores en unos que en otros, lo razonable es que cada uno se especialice en lo que más le incrementa sus beneficios, como en el caso de azadas y alimentos. Nos encontramos, por una parte, con que el uso de la azada producía un incremento en el total de alimentos producidos y que si había una persona que comparativamente producía azadas con más eficacia que otros, podía dejar otras actividades y ganar con ello. Y el caso es idéntico si la organización del suministro, la producción y la comercialización incrementan el total de bienes producidos y si algunas personas son comparativamente mejores en la organización de la actividad económica.<br /><br />Es obvio que el productor de azadas podría pedir diez kilos de comida por su azada, pero nadie que pueda hacer una elección libre y razonable deseará comprarla a ese precio pues su producción final de comida será idéntica. El caso de que pidiera once kilos sería aún menos posible pues el resultado sería una pérdida, pero los compradores irán considerando con mayor probabilidad comprar la azada al ya artesano en la medida en que salen beneficiados. Cuánto paguen ya es cuestión de otros factores, pero tengamos los dos anteriores en cuenta: que la elección del comprador sea libre y razonable. Si no estima con acierto su beneficio o si se ve obligado a actuar contra su beneficio, nada de lo anterior va a suceder del modo indicado. Si, por ejemplo, el constructor de azadas se ve sin comida y se ve obligado a conseguirla sólo vendiendo a cualquier precio sus azadas, el valor de la comida será el de tenerla frente a no tenerla, es decir, su vida, y venderá las azadas. Pero si su elección es libre y razonable dejará la producción de azadas y se dedicará a obtener comida.<br /><br />Podría haber otra elección posible y es vender la azada a un agricultor capaz de obtener más comida en el mismo tiempo y, por tanto, de ofrecer un mayor precio. Y eso ocurrirá mientras haya agricultores capaces de pagar ese precio y sin una azada. Pero del mismo modo, el agricultor podría encontrar un fabricante de azadas aún más hábil o que se conforme con un precio de venta menor y comprar la azada por menos de lo que pagaba al primer fabricante. Lo que orienta estos cambios es la estimación del valor resultante para cada agente de la compraventa. Así, si alguien ofrece pagar ocho kilos por una azada y otro ofrece nueve (produzca lo que produzca) el fabricante preferirá la venta donde con los mismos costes obtiene mayor ganancia, que no viene determinada por lo que ha trabajado sino por lo que los compradores son capaces de ofrecer. Y la última elección, con las condiciones de ser libre y razonable, sería pasar de fabricar azadas a producir comida o de producir comida a fabricar azadas, orientados por la máxima ganancia. Si, por ejemplo, el agricultor que producía dos kilos por hora podía comprar su azada y obtener treinta y seis kilos y pagar ocho, resultando veintiocho, frente a obtener dieciséis y fabricarse su azada, el fabricante de azadas primero, que obtenía dieciséis kilos en total al vender su azada y cultivar su campo, consideraría pasarse a cultivar si es capaz de obtener mayor producción y si es libre para hacerlo. En cualquier caso, vemos que existen costes de producción, que existe un mayor valor dado por los resultados de usar la azada y que no se reduce a los costes de producirla, que el valor para cada uno puede ser diferente y que, sin embargo, el valor total puede ser mayor y mayor para cada uno de los agentes, que de otro modo y siendo racionales y libres, no aceptarían el cambio.<br /><br />Una innovación puede llevar a que el fabricante de azadas consiga elaborar una en media hora con lo que el coste de cada una de sus azadas para él será menor, el valor para quien se la compre dependerá de su propio trabajo y el enriquecimiento del fabricante no vendrá de expoliar al comprador sino de la mejora en las técnicas. Lo opuesto de la tesis marxista. Y es ese enriquecimiento del fabricante lo que le va a estimular a buscar innovaciones ya que, como decía al principio, todo viene regido porque el resultado de adoptarlas sea mayor que el de no hacerlo. Si el valor de la azada es una cantidad dada, nadie tiene estímulo para fabricarla de manera más eficiente y ése ha sido uno de los motivos del atraso de los países controlados por marxistas.<br /><br />La organización es también un caso de innovación en el mismo sentido que la creación de nuevas técnicas o instrumentos pues modifica lo existente y se implanta si el resultado neto es un beneficio. Pero tenemos un factor más que influirá en el precio de la innovación y es el riesgo. Del mismo modo que en los casos más simples, o bien un individuo es notablemente más hábil con el aprendizaje básico o bien se especializa en producir azadas durante un aprendizaje, pero la producción de otra azada además de la que puede necesitar para estar al mismo nivel que los demás supone dejar de producir comida para su consumo y nada ni nadie le garantiza que otro le cambie la azada por comida según el modelo de los ejemplos anteriores. Es aún más evidente si de lo que se trata es de construir un taller o factoría, diseñar y fabricar una máquina compleja o llevar a un mercado productos que se pueden perder, ser robados o que nadie los desee. Esos riesgos son costes y, por lo tanto, la actividad de que se trate, sea la innovación o la organización, sólo será posible a medio y largo plazo si el resultado compensa al que la asume frente a no haberlo hecho. Nuevamente no se trata de que se valore la innovación o el riesgo como trabajo invertido sino de que el individuo comparará los resultados de innovar o arriesgarse frente a no hacerlo, como hace el que compara adquirir una azada o construírsela él mismo.<br /><br />Al reducir el valor de cada cosa al trabajo invertido en producirla, el valor de trabajar una hora en un telar manual será el mismo que el de dedicar esa hora a diseñar un telar mecánico con la diferencia de que esa hora de trabajo no tiene un resultado inmediato e implica un riesgo. Por lo tanto no se va a estimular la innovación y la asunción de riesgos sino el trabajo rutinario con pequeñísimos avances o ninguno. Y si el comprador deseara adquirir los utensilios al precio del trabajo de quien los produce y no por el beneficio que obtiene al adquirirlos, por ejemplo, a cinco kilos de comida para el habilidoso del primer ejemplo, el comprador adquiriría sin coste alguno su propio beneficio al no invertir diez horas en las que dejaría de producir diez kilos de alimento sino sólo perder cinco. Difícilmente el habilidoso se esmeraría en serlo con un sentido económico y las divisiones del trabajo tendrían que ver apenas con preferencias o con labores penosas que nadie desearía hacer salvo que se le pagaran a mayor precio, con lo cual volveríamos al caso primero.<br /><br />La economía se ha visto impulsada por innovaciones arriesgadas porque el resultado convertía la producción en más barata y beneficiaba al vendedor y al comprador, según los ejemplos anteriores. Pero cuando no se ven los beneficios personalmente es muy improbable que se asuman personalmente los costes y, por lo tanto, es muy poco probable que se produzcan las innovaciones a un ritmo tan elevado como hemos visto en los últimos siglos. Y frente a todas las teorías están los hechos que muestran el lamentable atraso de las sociedades y las economías de los países controlados por grupos políticos marxistas comparado con el avance de las sociedades y las economías de principios liberales. Pero, a mi juicio, resulta imposible desligar la especialización y la valoración de los intercambios en lo económico de los intercambios en lo social y en lo político y su valoración, que será la continuación de tema.<br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-12.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-14.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-10495640129875039222007-12-13T23:00:00.000+01:002007-12-15T22:28:18.612+01:00La sociedad bipolar. 12Una de las ideas centrales del marxismo es su teoría del valor como trabajo acumulado en un bien. Según esto, el enriquecimiento de unos sólo se puede realizar a costa de otros, los trabajadores, retribuyendo su trabajo en menos que su valor y apropiándose de la diferencia. Por otra parte, Marx considera que ese proceso va a continuar reduciendo a los trabajadores a la miseria y provocando su rebelión, tanto mayor o más violenta cuanto más tardía. La consecuencia será que la crisis irá haciéndose más grave e inevitable hasta desembocar en una revolución violenta que acabe con el monopolio del poder económico y político de los los industriales y comerciantes del mismo modo en que las revoluciones de éstos acabaron con la sociedad estamental.<br /><br />Es evidente que las cosas no han sucedido así y que, más bien, han seguido un curso contrario. Y que, donde han triunfado las ideas marxistas, las consecuencias han sido totalmente diferentes de lo que aquéllas pronosticaban. Si una teoría no predice los fenómenos, el primer paso debe ser analizar sus supuestos fundamentales. Veamos ahora algunos de ellos.<br /><br />Decía antes que uno de los aciertos de Marx consiste en reconocer que la naturaleza de la sociedad es el conflicto. Es muy fácil caer en el error de considerar lo dado como estático y no como el resultado de fuerzas contrapuestas o, en ocasiones, exactamente lo opuesto. La idea aristotélica era que el movimiento sólo existía como resultado de una acción y fue un paso decisivo considerar que todo objeto se mantiene en el mismo estado relativo de reposo o movimiento salvo si una fuerza lo altera. Sin embargo, las posiciones relativas de elementos "pesados "y "ligeros" no se veían como resultado de fuerzas sino de una tendencia hacia el "lugar natural" de cada elemento. O el giro de los planetas como algo eterno pero no sometido a fuerzas. Resulta también poco evidente que un edificio está sometido a un conjunto de fuerzas en equilibrio o que nos rodea una atmósfera que ejerce presión sobre nosotros, y no es extraño que los "lugares naturales" de los individuos en una sociedad se vean, al modo aristotélico, como algo que resulta de una tendencia de cada individuo a una función social y no de un conjunto de conflictos. De la misma manera que el agua buscaría, para los aristotélicos, situarse por debajo de la madera siendo la tendencia a ese fin la fuerza que origina el movimiento, los lugares naturales de los nobles y de los campesinos harían tender a cada uno a sus posiciones relativas y una vez llegadas a ellas, sus fines propios, desaparecería la tendencia al cambio.<br /><br />La física moderna aclaró que tanto la madera como el agua estaban sometidas a fuerzas de manera que, por su mayor densidad, el agua desplaza a la madera. Es la presión del agua sobre la madera la que resulta mayor que la de la madera sumergida sobre el agua y es la presión de unos individuos y colectivos sobre otros individuos o colectivos la que hace ocupar a cada uno su lugar relativo. El mundo no es inerte sino que es una resultante de fuerzas y la labor de una teoría de la sociedad o de cualquiera de sus aspectos consiste en determinar tales fuerzas y sus magnitudes relativas. Al principio me refería a la sociedad como creadora de valor y a cómo los valores relativos de cada elemento dentro de una sociedad dependen de las circunstancias y de un conflicto entre quienes lo ofrecen y quienes lo demandan. Si la idea del valor de un bien o servicio fuese, como dice el marxismo, el trabajo invertido en ello tendríamos una definición antiintuitiva de "valor". Podemos suponer que los seres humanos trabajan hasta el agotamiento pero en dos situaciones diferentes: cooperando o de forma aislada. Si el trabajo es, por hipótesis, el máximo, el valor en ambos casos sería el mismo y sin embargo, mediante la cooperación se puede conseguir mayores resultados. Si, por otra parte, una persona dedica diez horas diarias de su vida a labrar su campo mientras que otra las dedica a edificar una pirámide de piedras, el trabajo invertido al cabo de un tiempo será el mismo en ambos casos, pero el resultado y su valor no.<br /><br />El valor, como la dimensión, es una cantidad que se expresa como una relación entre dos elementos de forma que uno se refiere a otro o los dos a un tercero tomado como patrón. Por ejemplo, la longitud de un campo en pies relaciona cuántas veces la longitud del campo incluye la del pie, pero el pie puede ser medido como cuántas veces incluye la longitud del campo o, como lo ha sido de hecho, una longitud de la Tierra. El valor relativo de dos bienes o servicios aparece de una manera análoga a llevar tantas veces una longitud sobre otra: por la posibilidad de intercambiar unos bienes o servicios por otros en cantidades diferentes. Y es evidente que es necesario intercambiar trabajo por un bien si deseamos siquiera recoger una manzana del árbol y que podemos expresar el valor en términos del valor de la hora de trabajo como unidad patrón.<br /><br />Sin embargo ¿es ese trabajo invertido algo que describa íntegramente los valores relativos entre dos bienes o servicios cualesquiera? El ejemplo anterior acerca de trabajar un campo o edificar una pirámide de piedras revela que no, ya que el valor de los alimentos y el de la pirámide no será el mismo debido a que lo que se valora no es el trabajo invertido sino otra cosa. En todo ser vivo la actividad que le permite conservar su estructura y función implica un gasto de energía y, más aún, si la vida existe es a través de un proceso evolutivo que implica extenderse. Tal evolución sólo es posible si el resultado final es un sistema vivo más ordenado a costa de la energía del ambiente, del resto del universo. De otro modo el sistema vivo se agota al agotar sus recursos o al ser destruido por un ser vivo diferente o por cualquier otro proceso natural. Pero si los procesos que llevan a que un ser vivo se construya no permitieran captar más energía del entorno que la que el ser vivo disipa al construirse, tal ser se agotaría. Por ejemplo, la cantidad de energía que un vegetal invierte en crear un nuevo cloroplasto debe ser menor que la que el cloroplasto proporcione al vegetal durante su vida. O la energía que un animal invierte en obtener alimento debe ser menor que la que proporcione ese alimento.<br /><br />Toda la vida es un conjunto de opciones y lo decisivo es si esas opciones llevan a la conservación, la destrucción o la expansión. Y es obvio que sólo las opciones que proporcionen más energía que la gastada en obtenerla son estables en la evolución. No se valora, por tanto, lo invertido sino la diferencia entre lo que tendríamos en caso de invertir energía en un proceso o no haciéndolo, o haciéndolo en otro. Una serie de pérdidas netas suponen que preexiste una cantidad de energía almacenada y que una vez agotada se agotan todas las opciones. La energía, los recursos gastados, son costes y lo obtenido en energía o recursos es lo que se valora, tanto más cuanto mayor sea lo obtenido. Supongamos que los primeros cazadores recolectores humanos no usaran herramientas sino sólo su cuerpo. La selección de una herramienta y, en mayor medida, su adaptación o fabricación implicarían un gasto de energía y dejar de emplear esa energía y tiempo en buscar alimento. Por lo tanto, el uso de herramientas sólo habrá sido posible si la energía que se obtiene mediante su uso, y una vez descontada la energía y recursos invertidos en su fabricación como costes, es mayor que lo que se obtiene sin herramientas.<br /><br />El valor de las herramientas vendrá dado no por el coste de buscarlas, adaptarlas o fabricarlas, sino por la diferencia en los resultados al usarlas y al no usarlas. Un campesino puede tardar un tiempo en fabricar una azada, pero si el resultado de usarla no compensa el tiempo que no se ha invertido en sembrar y recoger con las manos, usar la azada y fabricarla condenaría a muerte al campesino tanto como la construcción de la pirámide de piedras. Si durante el tiempo en que pueda ser usada, la azada no incrementa la producción de alimento en cantidad suficiente como para compensar lo que se dejó de producir al fabricarla, se trataría de un pasatiempo sin sentido económico. Pero si vemos que se usa es porque la producción de alimento es mayor o el tiempo usado para el cultivo es menor y permite otras actividades que produzcan otros bienes o servicios. Ahora bien, el trabajo de fabricar una azada es idéntico al de recoger o sembrar con la manos el tiempo equivalente: los costes serán equivalentes, pero si el valor de la azada no viene dado por lo que se produce con ella no tendría sentido preferir fabricarla o hacerlo de madera o hierro en vez de marfil.<br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-11.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-13.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-11009659615430238522007-12-07T23:57:00.000+01:002007-12-14T13:48:11.871+01:00La sociedad bipolar. 11El marxismo es una de las teorías del cambio y la transformación social de la sociedad industrial. Quizá por enfrentarse a una sociedad sometida a fuertes tensiones en una fase más avanzada de su desarrollo o por proyectar un cambio drástico en esa sociedad, nace con aún mayor fuerza que el liberalismo como ideología y teoría del cambio contra las ideologías y teorías de la estabilidad del antiguo régimen. O quizá es una impresión dada por haber asumido como evidente la ideología democrática de la igualdad entre todos los seres humanos que rompe el orden estamental vigente durante siglos.<br /><br />En la historia europea, las ciudades que, como Roma o Atenas, tenían en la antigüedad una clase numerosa de comerciantes y propietarios agrícolas pudieron eliminar las monarquías y dejar de creer en ellas, pero en los siguientes siglos se vuelve por muchos motivos a una ideología de la desigualdad natural y del orden que tiene a un rey en su vértice. El hecho es que los señores de la guerra germánicos contaron con seguidores y recursos suficientes para destruir un orden romano aparentemente más avanzado y que la estructura social de una Europa sometida a guerras interiores y ataques exteriores constantes no podía dar lugar a situaciones ni ideas de igualdad.<br /><br />Y si son las ciudades con comerciantes y artesanos ricos las que alcanzan desarrollo suficiente para desafiar al poder nobiliario que impedía su progreso, por medio de un cambio progresivo en Inglaterra o por revoluciones de ideología liberal en los EEUU y Francia, los trabajadores de las industrias parecen ser la fuerza que va a alcanzar un desarrollo que, en opinión de Marx, rompa los límites que la burguesía de propietarios imponía al desarrollo social.<br /><br />Hemos pasado de unos siglos de orden imaginado como esencialmente estable en que los nobles son los que poseen el monopolio del poder, con el rey a la cabeza, a una etapa en la que ese orden se pone en cuestión tanto por la presión de nuevas ideas como de nuevas situaciones de crisis. Y en la sociedad industrializada se dan nuevas y mayores situaciones de crisis, con mayores fuerzas en conflicto, que pueden ser teorizadas y dotadas de un sentido ideológico por filósofos e ideólogos.<br /><br />No es posible concebir el desarrollo histórico como algo ajeno a la libertad humana del mismo modo que no puede serlo ninguna acción individual pues las decisiones son resultados de condiciones que incluyen las formas en que cada persona imagina la realidad. Y el hecho de que haya una relación estadística entre condiciones materiales y fenómenos culturales es tan esperable como que las respuestas humanas a la abundancia o escasez de recursos o a un peligro son forzosamente limitadas. Sin embargo, las ideas y sobre todo la puesta en práctica de esas ideas no depende sólo de su verdad o de su idoneidad para el progreso sino fundamentalmente de que resulten posibles en unas condiciones determinadas. Es posible que las ideas tengan tal capacidad de reorganización de la visión humana del mundo que puedan dotar de eficacia a recursos dispersos y desorganizados, pero sin un nivel de recursos suficiente ninguna idea es suficiente. Así, sin un desarrollo artesanal y comercial suficiente, no hay fuerza social que pueda oponerse al monopolio del poder de los guerreros o de sus administradores. Pero una sociedad controlada por la fuerza militar y por una ideología que refuerce la idea de la desigualdad es incapaz de movilizar sus fuerzas, por grandes que sean hasta, quizá, que una crisis desencadene una rebelión demasiado poderosa para ser detenida.<br /><br />Es evidente que en la sociedad industrial se daban situaciones de crisis y que el descontento de los menos favorecidos daba lugar a rebeliones de pequeño alcance. Pero, sin una teoría que diera un sentido único y organizado a esas crisis o rebeliones, la mera fuerza material de miles de obreros descontentos no podría cambiar nada salvo en forma de destrucciones momentáneas que no alterarían a medio y largo plazo la estructura general social y económica. El hecho de que se impusiera la democracia o, al menos, la idea de que los ciudadanos no son naturalmente desiguales, no vino de que a algún poderoso le pareciera una buena idea cambiar su poder por una forma de consenso social. Carecía de importancia decisiva que a algún noble le pareciera que la democracia era un sistema más racional o ético ya que el monopolio del poder no se suele regalar por parecer una buena idea sino porque es la única respuesta a crisis que amenazan con destruir toda la estructura social. Al fin y al cabo, por qué cambiar algo si uno es feliz con ello. Del mismo modo, cuando una clase de comerciantes e industriales pudo hacerse con el poder que antes monopolizaban los nobles en forma de fuerza militar y de administración social y económica con la Iglesia como garante ideológica de que no había otro orden posible que ése, no parece que entre ellos surgiera espontáneamente la necesidad de extender ese poder a la totalidad de los ciudadanos y, probablemente, muchas ideas les parecerían convincentes para no hacerlo. Probablemente también tratarían de recurrir al poder militar y de la administración o a la bendición religiosa para mostrar y demostrar que todo estaba bien así y que necesariamente debía ser así.<br /><br />Pero es obvio que el desarrollo económico no se repartía por igual entre todos los que participaban en su creación y que las crisis económicas podían ser soportables para quienes tenían riqueza acumulada, pero no para quienes vivían al día de su trabajo. Probablemente la situación de los obreros industriales no fuera peor que la de los campesinos que históricamente padecían hambrunas por las malas cosechas, pero su concentración en las ciudades la hacía visible y la dotaba de un poder que no tenían los campesinos dispersos por todo un país. Y, en cualquier caso, lo que moviliza a la acción no es tanto el problema como la idea de que tal problema existe.<br /><br />El marxismo es una teorización acerca de las causas de las crisis de la sociedad industrial y de los daños que producían entre los obreros industriales y la sociedad en su conjunto, de las consecuencias a medio y largo plazo de una sociedad inestable en esencia y de la forma de conducirlas hacia un fin determinado. Su acierto más rotundo puede ser el considerar que la naturaleza de la sociedad es el conflicto y el cambio, y sus fallos más graves el error acerca de las causas de los conflictos y de los modos en que se desenvuelven. Pero el avance, ya definitivo, que aporta a la comprensión de la historia humana es que no hay sociedades estables por naturaleza y que su grado de desarrollo está relacionado con las formas políticas posibles y con las teorías que en cada situación parezcan explicar y organizar la realidad. Sin embargo, sólo siendo marxista se puede considerar que es la única teoría posible o la más verdadera. Los hechos demuestran que no lo ha sido, su propia estructura ideológica es débil y sus consecuencias han resultado nefastas en el mejor de los casos.<br /><br />En mi opinión esto se relaciona con un par de errores básicos: el primero acerca de la forma en que se participa en sociedad y se valora lo que se aporta y se recibe de ella, y el segundo acerca de la forma en que se resuelven los conflictos. Aunque podríamos ver que el segundo sólo es un caso particular del primero.<br /><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/11/la-sociedad-bipolar-10.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-12.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1109584945695398628.post-37174480126071195432007-11-02T01:26:00.001+01:002007-12-13T20:32:54.858+01:00La sociedad bipolar. 10La tradición religiosa y el populismo nacionalista dan lugar a dos corrientes que se oponen al liberalismo propugnado por la burguesía pero también al socialismo que representa o pretende representar a los trabajadores, y que, por esencia o por exclusión de los contrarios, tienen éxito entre los campesinos y los pequeños propietarios, artesanos y comerciantes. Tenemos así ya en liza a las cuatro ideologías que nacen de cuatro grupos que se ven como rivales y que pueden oponerse unos a otros o colaborar en distintas situaciones: el conservadurismo, el liberalismo, los populismos nacionalistas y los populismos socialistas.<br /><br />Todo esto es sobradamente conocido y está de más explicarlo de nuevo. Pero creo que las cuatro corrientes se explican por cuatro maneras de entender y practicar el compromiso entre libertad y cohesión social. El conservadurismo asume los restos de la sociedad tradicional y su división en estamentos pero trata de ser un compromiso entre el deseo de las clases superiores de mantener su posición de liderazgo y la necesidad de contar con un apoyo de las clases inferiores sosteniendo una ideología del orden religioso o la versión laica de este orden que sería la superioridad natural de los privilegiados. Es decir: limita la libertad pero afirma garantizar una seguridad en un futuro sin cambios, que es lo que mejor se acomoda a una sociedad campesina de pequeños propietarios o aparceros que saben que su futuro es previsiblemente como el que conocen y que desean que sea así.<br /><br />El liberalismo nace entre quienes ven en este sistema tradicional una limitación para la innovación y el progreso que traen las nuevas ciencias, el comercio y la industria, con lo cual la limitación a los cambios no es garantía de un futuro sin catástrofes gracias a una élite que se ocupa de la guerra sino un impedimento para progresar y enriquecerse y para participar en el gobierno y reordenar las relaciones sociales, aun a riesgo de romper la cohesión social. Pero la reacción al liberalismo es la conjunción de varias fuerzas. En primer lugar, los reyes y nobles ven el peligro de perder su monopolio del poder social y militar y su control sobre la economía y la política. Pero su resistencia sería inútil si sus deseos no se vieran secundados por masas de población que creen que el liberalismo, con la pérdida de la cohesión social de raíz religiosa, va a dejarlos desprotegidos. Y los temores de los campesinos a una ideología sin el control de una religión que prohibe ir más allá de ciertos límites de responsabilidad hacia el semejante se verían confirmados por la adquisición de bienes de la Iglesia por inversores privados y posiblemente porque ser aparceros en terrenos de la Iglesia les parecería más llevadero que ser trabajadores en un latifundio. O quizá porque la tierra no recibió, al menos en los países del sur de Europa, el tratamiento de actividad económica rentable y objeto de inversiones y renovaciones sino de un símbolo de riqueza que se dejaba languidecer una vez adquirida.<br /><br />Los campesinos o pequeños propietarios y artesanos que ven que la concentración de la propiedad y las grandes industrias no les benefician directamente pueden creer que la libertad no compensa la pérdida de seguridad (recordemos que la sociedad cohesionada funciona como una mutualidad ante los riesgos) y pueden aliarse con los conservadores y su ideología del orden en la desigualdad.<br /><br />Sin embargo, los obreros que trabajan en la industria no tienen esa vuelta atrás al campesinado y a la seguridad del orden estamental. En el campo no hay sitio ni recursos para todos y la industria les ha mostrado su capacidad para crear con su trabajo una mayor riqueza que no creen que revierte suficientemente en su beneficio. Su exigencia de cohesión social no puede, por lo tanto, ver un cauce en la vuelta atrás sino en un nuevo cambio que aumente el precio del trabajo tanto en términos de valor económico como de participación en el gobierno de la sociedad. Todos los movimientos socialistas tratan de cambiar el modelo de más libertad exigido y conseguido por los artesanos, industriales y comerciantes por un modelo de más cohesión, aun a riesgo de perder libertad, y es que, a quien experimenta la pobreza, la libertad no le da seguridad sino oportunidades inciertas de mejorar, pero también de empeorar. Pero, frente a otras ideologías socialistas que exponían modos de construir la igualdad desde la cohesión de grupos pequeños, Marx propone una teoría y una práctica que afirman poder conseguir mayor igualdad y la certeza de mejorar en un mundo convencido firmemente del progreso inevitable de las ciencias y las tecnologías. A diferencia de otras ideologías socialistas, elabora un concepto de la sociedad y sus procesos totalmente disociado del tradicional anterior a las revoluciones burguesas y que pretende asumir la trayectoria de cambio que ha llevado al triunfo de la industria y la burguesía sobre el antiguo régimen como parte de una línea que llevará al triunfo del socialismo. Así, entiende que la ruptura de los lazos sociales tradicionales y el sistema de protección por el orden que impone la nobleza o la religión es sólo la manifestación de que tales ideas y prácticas encubrían el pago de un precio demasiado grande que es la limitación de la libertad y el progreso. Y para que sea posible el progreso, los que lo encabezan deben romper previamente el orden social tradicional.<br /><br />La aportación de Marx a la comprensión del proceso de cambio histórico consiste en explicar cada momento como resultado de las condiciones materiales presentes que, a su vez, son resultado del momento anterior. La idea no es muy diferente de la de Aristóteles en su <i>Política</i>, en la que expone que los regímenes políticos resultan de los anteriores, pero frente a unas situaciones poco variables a lo largo del tiempo histórico que podía conocer Aristóteles, por ejemplo, Marx es consciente del gran cambio de los dos siglos anteriores, del progreso de las ciencias, del comercio, la artesanía y la industria, y de cómo este cambio económico ha alterado la sociedad. La industria ha creado una nueva clase de trabajadores asalariados en las fábricas de las ciudades y Marx piensa que esa clase va a transformar la sociedad como la burguesía transformó la sociedad estamental. Los artesanos, industriales y comerciantes eran los creadores de la nueva riqueza y veían que el control de la sociedad pertenecía a la nobleza por lo que, tras una serie de anteriores rebeliones de las ciudades contra los nobles y los monarcas, triunfan en Francia quizá debido a que su fuerza económica, su número y pujanza y la elaboración de una teoría de la igualdad del individuo que destruye e orden ideológico estamental les permite organizarse y actuar. Los trabajadores de las industrias, percibe Marx, aumentan su número y su importancia en la economía industrial pero los propietarios no van a desear retroceder en la marcha de la economía ni la competencia de otros industriales se lo va a permitir si lo desean. Sólo falta una teoría que dé sentido y organización a la fuerza real de los trabajadores industriales y ésa es la que Marx cree haber creado. Y que con esa teoría y la práctica organizada con ella, los trabajadores acabarán con la sociedad burguesa basada en la posesión desigual de capital como los burgueses acabaron con la estamental basada en la desigualdad natural de los individuos.<br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/11/la-sociedad-bipolar-9.html"><b>« anterior</b></a><br /><br /><a href="http://surscrd.blogspot.com/2007/12/la-sociedad-bipolar-11.html"><b>siguiente »</b></a>Sursum corda!http://www.blogger.com/profile/13339894026445974845noreply@blogger.com2